Brasil debe decidir: se mantiene en la ultraderecha o regresa a la izquierda

Brasil debe decidir: se mantiene en la ultraderecha o regresa a la izquierda

Mientras Europa experimenta un regreso de la ultraderecha, con las elecciones de este domingo 2 de octubre, Brasil podría continuar el viraje de gobiernos de Latinoamérica a la izquierda, si se confirman las mediciones que pronostican que Luiz Inácio Lula da Silva será elegido; no habría una segunda vuelta si se mantiene la ventaja que sostiene ante el actual presidente, Jair Bolsonaro.

Según los sondeos de intención de voto, Lula alcanzaría un 48 % de votantes, mientras que Bolsonaro se quedaría con 31 %. De acuerdo al sondeo de IPEC, dado a conocer el lunes 26 de septiembre, es un aumento de un punto porcentual del candidato del PT (Partido de los Trabajadores) y podría alzarse por un mayor porcentaje, pues cuenta con un 52 % de las intenciones de voto.

Señala el descalabro de la popularidad del presidente Bolsonaro, del PL (Partido Liberal), cuyo índice de aprobación descendió a 29 %, un punto porcentual menos que hace una semana, con un gráfico de desaprobación de 47 %. Bolsonaro se la ha pasado sembrando dudas sobre la validez del sistema electrónico de votación, lo cual permite pensar que, similar a Donald Trump, denunciará fraude.

Desde que llegó a la presidencia a comienzos de 2019, Bolsonaro se vio rodeado de escándalos. Expertos consideran que su aceptación se vio afectada esencialmente por tres factores: su respuesta a la pandemia de Covid-19; su postura de neoliberalismo sin rienda, que repercutió en la mayor deforestación de la Amazonía en 15 años; y su proclividad a la violencia política, que le ha ganado el mote de “Trump del trópico”.

Por su parte, Lula ha aprovechado la aceptación popular. Incluso en las calles, sus partidarios han resucitado ese cántico de “¡Ole, Ole, Ole, Lula, Lula!”, que es el que se escuchaba hace 20 años, cuando el líder social de un partido laboral cimbró al mundo al conquistar la presidencia de la economía más importante de América Latina. En 2023, Lula regresaría al máximo cargo a la edad de 77 años.

“¡Tengan sus bermudas y playeras listas, porque el primero de enero tomaré el poder!”, dijo Lula ante miles de simpatizantes durante un mitin en Nova Iguaçu, una ciudad al norte de Río de Janeiro. Si Lula llega al poder, tiene tareas muy difíciles por delante ante un electorado que lo ve como solución ante los problemas que Bolsonaro sólo incrementó con su desastrosa gestión.

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Grandes retos

Entre sus pendientes estará el aumento desmesurado de la pobreza, con 33 millones de brasileños en pobreza extrema debido al aumento en el precio de los alimentos y una crisis pandémica que cobró la vida de más de 685 mil ciudadanos. Es una nostalgia por los dos periodos (2003-2006 y 2007-2010) en que Lula gobernó el país con programas sociales que ayudaron a muchos a escapar de la precariedad.

Los detractores de Lula y de los gobiernos que denominan como “populistas”, consideran que son las crisis y la desesperación las que obligan a los ciudadanos a optar por este tipo de “regresiones” en los sistemas democráticos. De hacerse realidad el triunfo de Lula da Silva en su sexta campaña a la presidencia, intentará regresar al país al boom económico que caracterizó sus dos periodos.

En 2017 y quizá para evitar que el extrabajador metalúrgico se postulara a un tercer término, fue encarcelado, acusado de corrupción y lavado de dinero con una pena de nueve años y medio. Lula fue liberado en 2019 y desde entonces ha encabezado a la oposición al régimen bolsonarista. En la antesala de ser elegido por tercera vez, los tiempos han cambiado y Da Silva tendrá grandes retos.

Lula prometió nuevamente empoderar a los pobres, en el mencionado discurso expresó: “Construiremos un país lleno de compasión humana y fraternal donde ninguna madre vaya dormir viendo a sus hijos hambrientos”. Lo primero que hará es lanzar una cruzada contra el hambre, pues se calcula que, de 2020 a la fecha, hay un incremento de 73 % de personas que pasan hambre en Brasil.

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Derecha poco optimista

La incógnita es si el excapitán del ejército, Jair Bolsonaro, estará dispuesto a aceptar los resultados en caso de no serle favorables. Similar a Lula, el presidente de ala derecha congregó a miles en la playa de Copacabana para demostrar su músculo electoral. Sus simpatizantes claman que Bolsonaro ha hecho un buen trabajo y que deben evitar que el “comunismo” regrese a Brasil a toda costa.

Aunque no ha proporcionado evidencia, Bolsonaro desecha las encuestas que lo colocan más de 15 puntos por debajo de Lula y ha declarado que sólo aceptará los resultados si no hay evidencia de que la elección está arreglada, por lo que analistas creen que podría negarse a aceptar un eventual triunfo de Lula, que, si es como está vaticinado, evitaría la segunda ronda, que se realizaría a finales de octubre.

Incluso cuando ganó en 2018 en segunda ronda, Bolsonaro hizo acusaciones sin fundamento de fraude electoral, alegando que debió ganar en primera ronda. El expresidente Michel Temer incluso declaró en 2021 que, si los votos no lo favorecían en 2022, Bolsonaro se vería inclinado a retener el poder ilegalmente utilizando a las fuerzas armadas.

Pero desde entonces esa posibilidad ha ido reduciéndose y altos mandos del ejército han optado por deslindarse de la influencia del controversial mandatario. De su lado, en sus dos términos, la relación entre Lula y el ejército se mantuvo como cordial, un clima que se espera regrese, a pesar de la gran cantidad de privilegios que obtuvo el ejército con Bolsonaro.

Tanto es el clima de inestabilidad política debido a tales declaraciones, que en agosto más de un millón de brasileños firmaron un manifiesto advirtiendo que su democracia encara un momento de “gran peligro”. Bolsonaro sigue gozando de amplio apoyo del ejército, al cual tiene en altos cargos de su gobierno. El fantasma de las dos décadas de dictadura militar que asolaron a Brasil aún está presente.

Los partidarios de Bolsonaro, similar a los electores opuestos a los gobiernos progresistas que han sido confirmados en el resto del hemisferio sur, alegan que el de Lula sería un regreso al “populismo comunista” que sumió a su país en constantes crisis económicas. Pero la crisis por el Covid y su inicial desatención de la administración de Bolsonaro, es un real verdugo de su popularidad.

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Este 2 de octubre los brasileños tienen una complicada cita con las urnas que puede cambiar el rumbo de la región, confirmando el regreso de la tendencia de gobiernos de izquierda. Como los gobiernos de Chile, Colombia y Argentina, el de Brasil sería uno fuertemente limitado por estructuras legales mundiales, como el del resto de los países hoy de izquierda.


Brasil, el gran hermano

De ganar Lula el domingo 2 de octubre, sólo Ecuador, Paraguay y Uruguay se mantendrían con regímenes distintos de la izquierda en América del Sur. Por su extensión territorial, su diversidad y potencial económico, Brasil es el principal país de América Latina, por lo que su regreso a la tendencia progresista, en realidad terminaría por consolidar una tendencia en los gobiernos de la región.

En diciembre, Gabriel Boric, exlíder estudiantil de ala izquierda, se convirtió en el presidente de Chile, el primer país de América Latina en que se implementó el modelo financierista o neoliberalismo como mecanismo de control internacional. Y en agosto, el excombatiente Gustavo Petro logró lo propio en Colombia, que busca dejar atrás el gobierno derechista pro estadounidense de Iván Duque.

Sin embargo, los países que están dando un viraje a la izquierda, enfrentan problemas como la creciente inflación, la guerra cada vez más costosa en Europa, y los crecientes índices de pobreza y precarización en su política doméstica. Además de la influencia de estructuras legales y sistemas internacionales diseñados para limitar sus alcances, como el rechazo a la nueva Constitución de Boric.

Si México es una muestra clara, los gobiernos progresistas no enfrentan un futuro halagador, acotados por la escalada de la guerra legal, o lawfare, y el aún dominio de las élites desplazadas en los medios de comunicación y las cámaras alta y baja, con una influencia que buscará por medios, legales o ilegales, minar la influencia de los gobiernos de ala izquierda sobre sus gobernados.

LAS CIFRAS

125 millones
de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria en Brasil en 2022.

685 mil
muertes por Covid-19 han originado denuncias contra Bolsonaro por crímenes contra la humanidad.

2018
año en que comenzó la tendencia de gobiernos izquierdistas con la elección de Andrés Manuel López Obrador en México.