Luego de una postulación y elección a modo, el 12 de noviembre de 2019 rindió protesta como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra Ibarra, una militante del partido del presidente y una digna representante del club de fans de Andrés Manuel López Obrador.
Sin cartas credenciales en la materia y sólo cumpliendo aquello de la obediencia a ciegas, desde entonces ese organismo ha desamparado a las víctimas y lo han convertido en otro instrumento político al servicio de la 4T.
Dicen que lo que comienza mal ha de terminar mal y se cumple a pie juntillas con la CNDH que, si bien se podían hacer severos cuestionamientos, la realidad era que servía para visibilizar los abusos, principalmente de la autoridad. Aunque le faltaron dientes, protegía y acompañaba a las víctimas y hasta había quejas por resguardar derechos de los delincuentes (aunque no nos guste los tienen).
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Pero desde la llegada de López Obrador en 2018 y la fallida política del buen ejemplo, y que según con eso se terminó la corrupción, la CNDH ha guardado silencio en los temas importantes del sexenio, convirtiéndose en cómplice de abusos con silencio constante.
Incluso un estudio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) constató la grave crisis que se vive en este tema en el país, principalmente por la extrema inseguridad, en especial desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura, aunque la fan del presidente también tiene otros datos.
La cercanía de Rosario Piedra Ibarra con López Obrador es un factor determinante que hubiera impedido que se convirtiera en la “ombudsperson”. Aunque es legal a todas luces y fiel a los principios morenistas, “es inmoral”. Que conste que no se trata de interpretaciones al aire y sin sustento, basta revisar el número de recomendaciones emitidas y para quiénes, y examinar las que no se hicieron por razones políticas.
Ahí tenemos el abandono para los menores que no tienen tratamientos oncológicos; los médicos que trabajaron los primeros meses de la pandemia sin la protección adecuada; los periodistas que se ponen en riesgo por los comentarios del Ejecutivo; los trabajadores de Notimex que ya cumplieron más de mil días en huelga. La lista es muy larga, y la capacidad y las excusas muy cortas, como quedó demostrado en la comparecencia de Piedra Ibarra en la Cámara de Senadores.
Aunque, claro que hay comparecencias a modo. Porque así la han aplicado los legisladores morenistas para que su patrón no se moleste. Ellos y ellas ya saben qué hacer: victimizarse y culpar al pasado, como si unos y otros no tuvieran responsabilidad. La única diferencia es que el gobierno de hoy es morenista, con un presidente que se declara humanista, que se dice buen cristiano con tintes mesiánicos, pero no por esos desequilibrios dejan de ocurrir atrocidades en el país como las 45 masacres, los 380 mil desplazados y los más de 100 mil desaparecidos.
El papelón que hizo la titular de la CNDH queda para la posteridad. Contestaciones cortadas, dudas y pasar las respuestas a su equipo de trabajo para evadir las responsabilidades. En el tema sobre la recomendación al INE en plena efervescencia por la reforma para meterle mano, la señora dijo que se trataba de “atropellos, operaciones extrajudiciales, y por eso la recomendación que hicimos para lo del INE porque hubo una masacre terrible en 1952, el 7 de julio″.
No engañan a nadie y como le dijo la senadora Kenia López Rabadán, Piedra Ibarra es obediente al presidente y se usa a la CNDH para presionar políticamente.
Ya sabemos que al inquilino de Palacio Nacional no le gustan los organismos autónomos y menos que lo cuestionen, por eso se deshicieron de la CNDH, instalando a una presidente a modo que no le gusta la transparencia y que usó todas las mañas para diferir su comparecencia en el Senado.
Pero no hay plazo ni fecha que no se cumpla; los resultados están a la vista y es una contradicción con su historia personal. Las víctimas están en la orfandad… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.