No se puede negar que la marcha de López Obrador fue todo un éxito. Como en sus mejores tiempos, llenó la plaza de la Constitución. Miles lo acompañaron en su andar desde la columna de la Independencia, caminaron por Paseo de la Reforma, Juárez, Madero y, por fin, el Zócalo, donde el tabasqueño pronunció su discurso.
Pero la realidad del país no se puede ocultar con una marcha, ni con mil. En los resultados la palabra fracaso está tatuada en la frente de López Obrador y pasará a la historia en su justa dimensión.
Muchos que no fueron a la bonita caminata, están de luto porque la inseguridad les arrebató la vida a sus seres queridos; miles de familias quedaron en la orfandad y sin el sostén de la casa porque estuvieron a la hora equivocada. Murieron en fuego cruzado o el crimen organizado terminó por engullir a los más jóvenes que supuestamente serían salvados por programas sociales como “Construyendo el futuro”.
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Simplemente no hay evidencia de que funcionen, hoy tenemos más pobres, 55.7 millones. Es decir, 3.8 millones se sumaron a la lista de pobreza desde el 2018, de acuerdo con datos del Coneval, además de mujeres desaparecidas en los territorios que gobierna Morena.
Los jilguerillos del régimen no se dan abasto para repetir una y otra vez que se trató de una marcha “histórica”, de algo nunca antes visto. Claro que se entiende por la línea editorial del servilismo que los maneja, aquellos que algún día hicieron periodismo y hoy lamen los zapatos del patrón. Se convirtieron en lo que tanto criticaron.
Ahí los canales del Estado en su peor papel. Mientras en una de las calles aledañas se instalaron los trabajadores de Notimex, que cumplen más de mil días en huelga y el presidente ni los voltea a ver porque prefiere su fidelidad a su comadre de La Jornada y a la directora que viola los derechos humanos de los reporteros, mientras Rosario Piedra se queda en silencio para no incomodar al caudillo.
No se puede olvidar en esta exitosa marcha de López Obrador -la cual reunió alrededor de 1.2 millones de personas de todo el país y que tuvo un costo aproximado de mil 500 millones de pesos costeados por el erario- el mal manejo de la pandemia y la protección a Hugo López-Gatell. Nada más los contagios suman 7 millones 125 mil 98 y 330 mil 495 fallecidos.
Nos repetían que México era un ejemplo para el mundo y que tendríamos un sistema de salud como Dinamarca, obviamente pura demagogia de López Obrador que hasta cambiar de nombre apostó y hoy continúa el desabasto de fármacos para el VIH, tratamientos oncológicos, para diabéticos e hipertensos. Ahí quedan los más de 3 mil niños muertos por falta de tratamientos y el trato que Gatell y López les dieron a sus padres hasta llamarlos golpistas.
La marcha también fue del cinismo: se repartieron tortas, tacos, frutsis, banderas y sí hubo acarreo, nada que no hiciera PRI, PAN, PRD y Morena; es una vieja práctica. Quedan documentadas las marranadas para traer a trabajadores, para pagar de a 500 en Azcapotzalco para acompañar a López, las amenazas a personal para que no les descuenten y conservar la chamba.
Además, los posters dentro de las escuelas públicas, los cientos de camiones estacionados alrededor del primer cuadro de la Ciudad, el apoyo de municipios aledaños. Por eso, insisto, la marcha es un éxito, pero no resuelve absolutamente nada. De los miles ahí reunidos nadie tuvo los tamaños para decirle al reyezuelo que iba desnudo.
Así llegamos al cuarto año de gobierno de López Obrador, constructor de discursos huecos, maestro del divisionismo, amo de la demagogia. Si el PRI administraba la pobreza, este la perfeccionó. Pero no nos engañemos, porque la cruda realidad será terrible y esa historia ya la vivimos en el 94… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.