Alguna vez un hombre enfadado porque a su hijo lo mataron en Afganistán contó en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que a su hijo lo embaucaron diciéndole que, si se alistaba al ejército de los Estados Unidos de Norteamérica, le darían acceso a la salud, un sueldo, casa, alimento y una beca para estudiar en la universidad. Pensé que era curioso como en el modelo del mercado libre, ofrecen por matar lo que en el Estado de bienestar social ofrecen por nacer.
Es bueno reflexionar que cuando se nace lo hacemos en un espacio que tiene flor y fauna, que -como no hace mucho se decía- éramos parte del mundo animal y vegetal, y había minerales.
Poco a poco fuimos descubriendo que hay más recursos que los mencionados, así que realmente no se nos regala nada que la naturaleza no haya apartado para los que vienen.
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En el marco del pensamiento comunista, los derechos se adquieren por ser de la clase trabajadora; en la monarquía por cuestión de sangre; en el liberalismo por lo que compras; y en el marco de la socialdemocracia, los derechos se adquieren al nacer y la responsabilidad central es colaborar para que sean universales.
No está demás conceptualizar qué entendemos por Estado. Aún está fresco en la historia el Estado formado por los intereses de facto y ha costado mucho comprender el derecho de los muchos y muchas a participar en las decisiones de gobierno.
De la democracia griega en la que sólo participaban hombres de cierta edad y se descartaba a un gran sector de la población por ser esclavos; de la democracia emanada de la Revolución Francesa en la que el derecho al voto se concretaba a los hombres blancos, que sabían leer y escribir y pagaban impuestos; a la democracia de estos días en la que están incluidos hombres y mujeres de diferentes culturas y estratos sociales, han corrido muchos sacrificios.
Hoy al menos en la Constitución mexicana, Estado es territorio, sociedad y gobierno. Si el Estado es democrático, entonces es el espacio limitado por cuestiones geográficas e historia, más la población que la habita y el gobierno que de su voluntad surja.
El mayor logro de la socialdemocracia ha sido lograr que la salud, la educación, la seguridad jurídica y la certidumbre económica sean asunto de Estado, por lo que gane el partido que gane, estos derechos se conservan porque están en la ley, aunque la administración sea de gobiernos liberales, conservadores o de cualquier otro signo.
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Los países que han sido gobernados por gobiernos socialdemócratas, laboristas o progresistas tienen los mejores índices de desarrollo humano. Todo indica que una población saludable, con poder adquisitivo aun en el desempleo, con educación, honestidad y confianza en sus instituciones es más productivo y genera mayor desarrollo.
Sin embargo, en los últimos años, al menos en Europa, su votación ha bajado drásticamente por diferentes motivos. Uno es porque, como decía la abuela, ya comiendo aumenta el hambre.
Otro es porque el llamado “voto duro” proviene originalmente de los obreros y este sector en la modernidad va disminuyendo. Y otro es porque la clase media ha diversificado su pensamiento y sus necesidades en un espacio digital y especulativo, pero seguramente los problemas ambientales que derivan de un alto poder de consumo y la inmigración que el progreso atrae se convierte en un problema porque descontextualiza el Estado social.
¿Qué tanto interviene el Estado en el marco del socialismo democrático?
Importante es aclarar que, para la socialdemocracia o socialismo democrático, la propiedad pública es un medio para buscar equidad social, pero no es un fin. Como toda empresa que genera rentabilidad económica, también genera rentabilidad social, siempre y cuando lo haga en un ambiente de armonía social, con equilibrios económicos y sociales, así como con respeto a la naturaleza y a la humanidad en su conjunto.
Los humanos y los países tenemos en común una cultura que nos da identidad, pero también valores en común, por lo que no sobra hacer analogías y revisar otras experiencias.
En México el Estado de bienestar social toma relevancia porque intuitivamente votamos a favor de un cambio en esa dirección. Corresponde elaborar un modelo que manifieste solidaridad no por la bondad de quien preside el gobierno, sino por la solidaridad que está en el clima social. Nos falta separar la política de la religión, entender que no hace falta un salvador de la patria, lo que debemos escoger es un modelo alternativo al que impuso el neoliberalismo, con cuidado de no caer en medidas que inhiben la productividad y su justa distribución.
Con entidades que impulsan la inclusión de pueblos originarios, de la mujer y de otros sectores que se encuentran en desventaja social, pero sin perder de vista la economía; en un marco de equilibrios económicos, la inclusión se da por añadidura.
El apoyo para generar certidumbre económica, debe ser para quienes buscan trabajo y tomen un curso de capacitación en los oficios y profesiones con mayor demanda. El sector que se debe apoyar es a los niños, comprendiendo que ellos harán lo mismo cuando sean mayores y no porque sus madres son solteras.
Aceptando el derecho de los migrantes a tocar puertas y el de los habitantes de un Estado a decidir a quién le abren la puerta. El derecho a la salud ambiental con un crecimiento controlado que no contamine ni a la naturaleza ni la armonía social.
El Estado de bienestar social es la disposición de la sociedad a dar para recibir, con impuestos que no son caros ni baratos, que manifiesten una buena relación de lo que se da por lo que se recibe, incluyendo la paz social que se manifiesta en la satisfacción de un modelo justo y solidario.