Este día, a las nueve de la mañana reventó la disputa que durante unos 15 meses venían protagonizando en Hidalgo dos bandos. Uno encabezado por el exgobernador Omar Fayad Meneses, otro, por la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, Carolina Viggiano.
Justo ahí, en la «casa» que los vio nacer y les dio vida política, dirigentes y representantes populares lo mismo en el Congreso que en Asambleas municipales, ocho legisladores dijeron adiós al PRI y se declararon independientes «por la cerrazón al diálogo que ha mostrado los líderes nacionales. Asimismo, se van 20 integrantes de la dirigencia estatal.
Julio Valera, quien se desempeñaba como líder estatal del tricolor, consideró que este 20 de junio es un día triste para el priismo.
Quizá, y definiéndolo de manera más precisa, histórico y devastador, para un partido que durante nueve décadas y media gobernó a los hidalguenses.
Hay un hecho irrefutable: los actuales dirigentes y representantes populares del PRI mostraron poca paciencia y tolerancia hacia actitudes arrogantes, soberbias e intolerantes de una dirigencia nacional alejada de los principios que dieron origen al PRI.
Y es que el partido hace ya varias décadas que dejó de ser Revolucionario y sus dirigentes institucionales.
Se esfumó la lealtad al partido, militantes y simpatizantes y se reorientó hacia los llamados jefes de grupos políticos.
No se trata de un hecho nuevo, aunque sí agravado durante los últimos años.
El otrora poderoso PRI terminará este año gobernando a dos estados: Coahuila y Durango y es minoría en buena parte de los congresos estatales.
Se podría argumentar que el ejercicio del poder irremediablemente desgasta. Quizá esa falta de competitividad electoral lo ha venido obligando a aliarse a su otrora archienemigo Acción Nacional y aún a aquellos que a finales de los ochentas abandonaron sus filas para finalmente integrar el PRD.
Hoy, por sí solos, ninguno de ellos está preparado para competir exitosamente en una elección estatal y, menos aún, federal, como la que se avecina en el 2024 en que se elegirá presidente, Congreso federal, legislaturas estatales y cientos de presidencias municipales.
En el caso de Hidalgo no hay más: es el PRI de Carolina Viggiano y el PRI de Omar Fayad quien luego de perder todas sus luchas políticas y jurídicas con la actual dirigencia nacional priista, al más puro estilo de un político hidalguense hoy en desgracia anunció su retiro del partido con tres palabras: «ya me cansé«.
No se requiere contar con un doctorado en matemáticas para sacar cuentas de lo que el futuro les depara: nada.
Así de simple, llano y certero.
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Otros que alguna vez fueron connotados priistas resultaron visionarios, e hicieron gala de oportunismo cuando vieron la ola Morena y de inmediato se sumaron a sus filas. Una parte de ellos son hoy siervos de la nación.
Oportunamente se dieron cuenta que los otrora multitudinarios mítines priistas habían devenido en encuentros políticos que apenas podían competir con aquellas reuniones de venta de productos Avon o Tupperware.
Tanta promesa incumplida y voracidad pasaron factura.
Realmente para los auténticos priistas no hay dilema hoy: ni con Omar Fayad ni con Carolina Viggiano.
El PRI Revolucionario e Institucional no existe.
¡Viva Morena!
¡Viva México!
¡¡¡Ojalá!!!