Con todo el poder que ha estado en contra de Andrés Manuel López Obrador desde hace 40 años, si hubiera pruebas de un caso épico de corrupción, ya las hubieran encontrado y a él, ya lo habrían destruido. Es algo lógico, pero que muchos analistas de derecha optan por olvidar al dar validez al testimonio “de oídas” escrito por Elena Chávez en el libro El Rey del Cash, prologado por Anabel Hernández.
El relato escrito por la expareja de César Yáñez, uno de los hombres de confianza más longevos y leales de López Obrador, se anunció como un misil directo en la línea de flotación del presidente. Incluso numerosos portales de noticias manejaban la versión de que Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, operaba para comprar los ejemplares y así detener el daño colateral.
No sólo eso. Sin mostrar una sola prueba, señalaban una dura persecución contra Chávez, amenazas del Estado contra su familia, incluso que Carlos Slim había aceptado “esconder” el libro en sus tiendas para minimizar el daño que le haría a la imagen del presidente. Todo esto ha resultado falso.
En el libro, libelo deberíamos decir, la autora expone traiciones, infidelidades, ambiciones, abusos, una red de corrupción y otros escándalos decadentes relacionados con López Obrador, así como de otros actores políticos del gobierno actual. Uno de los más escandalosos sería la revelación de un esquema de financiamiento del mandatario y de sus subalternos en la llamada Cuarta Transformación.
Pero un examen riguroso demuestra que sólo es otro intento de golpeteo político contra el actual gobierno. Hay contradicciones desde el prólogo, escrito por la periodista Anabel Hernández, quien apunta: “La autora lleva al lector a las salas de reunión y lo sienta en las cenas para presenciar los discursos privados y públicos del mandatario y de quienes hoy cogobiernan a su lado”.
En entrevista con el conductor Luis Cárdenas, Chávez admitió: “Nunca participé, o sea, directamente, no. En mi libro nunca digo que yo estuve en estas reuniones”. Resalta especialmente el tono alarmista (no sólo en el prólogo) escrito en torno a los argumentos de la derecha de estar ante un gobierno tan represivo como el de Augusto Pinochet. Las entrevistas que contiene el libro, son a grises y cuestionados personajes que, coincidencia, son enemigos declarados de Obrador.
Esos testimonios incluyen a Guadalupe Acosta Naranjo, expresidente de la Cámara de Diputados del PRD (hoy férreo opositor al Gobierno); Ricardo Pascoe Pierce, también exdiputado por ese partido; y en el colmo, al impresentable Fernando Belaunzarán, también exlegislador perredista. Los tres relatan su opinión, más que conocida, sobre Obrador sin sostener la mínima evidencia de sus dichos.
Lo anterior ya borraría cualquier valor periodístico de la obra, que incluso el periódico Reforma, ariete político de la derecha, describió como “un libro entretejido con reproches sentimentales y sin precisiones de fechas sobre alguno de los acontecimientos que relata”. Es claro que el estilo sensiblero y visceral del texto, apela al chisme de alcoba para sembrar una percepción.
Obrador, que mostró en días recientes que continúa como el segundo líder político más popular del mundo, según Morning Consult, dijo el 11 de octubre en su conferencia matutina: “No tiene caso estar respondiendo (a lo que dice el libro) si no hay ninguna prueba. Es un acto de libertad -y de deshonestidad intelectual-, pero así es esto, y van a seguir, porque no les sale nada, están desesperados”.
Falta de rigor
Para el periodista Julio Hernández López, el libro carece de valor periodístico. “No le den vueltas: si un trabajo periodístico de denuncia de hechos corruptos carece de pruebas, no es un trabajo periodístico. Lo relevante de denunciar corrupción en El Rey del Cash, sería justamente el probar los manejos en efectivo, no suponerlos o novelarlos en primera persona”, escribió en su cuenta de Twitter.
Un rigor que se saltó por completo la conductora Carmen Aristegui, primera en entrevistar a Chávez en su programa. Resultó más bien una charla a modo en la que no le cuestionó nada a Chávez. Ante cualquier refutación, la autonombrada periodista, contesta que el Gobierno debe demostrar que ella no tiene razón, cuando el que acusa, es quien debe probar sus dichos.
Sin embargo, en este caso, las inferencias buscan crear una percepción, todo en un lenguaje impreciso e inexacto de las revistas de chismes del espectáculo, cualquier cosa que, consideren, pueda dañar la popularidad del presidente, hoy intacto. El problema para esa oposición es que llevan décadas diciendo lo mismo, sin poder demostrar sus graves acusaciones.
Esperó 18 años
Otra cosa que llama fuertemente la atención sobre el libro de Chávez, es el timing político, con México en medio de los paneles del T-MEC, de Estados Unidos y Canadá, por la política energética; con las polémicas sobre seguridad y supuesta militarización; con la oposición reagrupando al extinto Va Por México; y con las cercanas elecciones intermedias en Estados Unidos el 8 de noviembre.
“Lo lamento por la autora, pero es la exesposa de un funcionario. ¿Por qué en 18 años no denunció lo que vio? ¿Dónde están las pruebas? El resentimiento nunca es buen consejero para denunciar supuestos ilícitos”, apuntó en Twitter la autora Olga Wornat, quien escribió Felipe El Oscuro, un libro sobre Felipe Calderón, entre otros. Los argumentos de Chávez han sido calificados incluso como despecho.
Posiblemente, la oposición que utiliza políticamente la publicación del libro, no tenía en cuenta que la autora se iba a contradecir sola, lo cual es demostrado por el mismo Julio Hernández, quien ha solicitado una entrevista con ella, sin éxito, gracias a que Grijalbo, la editorial, selecciona entrevistas a modo. Amazon también ya está repleto de críticas negativas ante la credibilidad del libro.
El Rey del Cash no busca ventilar verdades periodísticas para servir a la politización de la ciudadanía, sino unirse a los proyectiles que los opositores al gobierno, tanto en el interior como en el exterior, tienen listos contra Obrador y su movimiento. Su propósito: minar su credibilidad para darle esperanza a posibles candidatos opositores en las elecciones de 2023 y 2024.
El pueblo, mi escudo protector: AMLO
Ante el impulso que han dado sus opositores a El Rey del Cash, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, expresó que es una más de las tretas que sus adversarios han implementado. “Pueden sacar lo que quieran. El cash, cualquier cosa... Tengo un escudo protector que es mi ángel de la guarda, que es el pueblo y mi autoridad moral”, ha dicho. La brutal embestida mediática incluyó una entrevista para Reforma con la politóloga Denise Dresser, crítica del mandatario. El 11 de octubre, López Obrador negó que sea verdad que el gobierno intentara amedrentar a Elena Chávez para no publicar su libro. “Tienen toda la libertad de expresarse. Se han escrito 10 libros en contra y van a escribirse otros 10 o 20... no importa”, recalcó. Lo que ha resaltado más en las entrevistas con Chávez, es su torpeza para contestar a preguntas, aún las hechas a modo, con importantes contradicciones, a grado tal que en la mencionada entrevista con Dresser, la académica le ayudaba a contestar. Afirmaciones de Chávez, de que el presidente “consiguió durante mucho tiempo miles de millones de pesos”, no han recibido un cuestionamiento real. “¡Cuánto daño han hecho! Pudo haber sido un gran presidente, pero entró a destruir y a dividirnos”, dijo la autora a Proceso en la presentación del libro. El mismo discurso de los opositores al gobernante y a su gestión. “Es un proceso de transformación y afecta intereses creados y se sienten afectados en su pensamiento conservador”, señaló Obrador al atribuir el libro al enésimo ataque de la oposición.
Aristegui y su periodismo o modo
La periodista Carmen Aristegui, quien hizo la primera entrevista, a modo, a Elena Chávez, la autora de El Rey del Cash, tiene ya varios episodios en que omite el rigor periodístico y da a conocer información que no ha sido verificada. Más aún. En los últimos años, de la colaboración entre Aristegui, Proceso y Latinus han surgido varias investigaciones cuestionables por sus yerros.
En reportaje realizado por Aristegui y la revista Proceso, Sembrando Vida y fábrica de chocolates, los mismos autores admiten que se basan en “inferencias”, y son trabajos que un ojo experto descartaría de inmediato, o se los devolvería al reportero como incompletos. Pero Aristegui lo dio a conocer a pesar de que cualquier profesional ético podría entrever sus deficiencias a golpe de vista.
Otro caso sonado se dio en torno a un libro de Raúl Olmos sobre la esposa de José Ramón López Beltrán, hijo menor de López Obrador, episodio en que Aristegui, Latinus y la asociación propiedad del Magnate Carlos X. González, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, dieron por ciertas afirmaciones temerarias, sin demostrar pruebas fehacientes y basándose en meras inferencias.
Los mencionados casos y otros abren el debate sobre el papel actual de la labor de periodistas destacados, y cómo son utilizados para establecer narrativas que sirven a grupos de interés. Esos trabajos editoriales, no pasan un análisis exhaustivo y realmente periodístico y se convierten en un golpeteo que lleva sólo la intención de servir como munición para dañar políticamente a López Obrador.