La ausencia calculada por el presidente Andrés Manuel López Obrador en la pasada Cumbre de las Américas, celebrada del 6 al 10 de junio en el teatro Microsoft en Los Ángeles, fue una jugada del mandatario para imponer su agenda.
Para muchos analistas defensores del oficialismo del pasado, la maniobra, desde luego incómoda para Estados Unidos, fue demasiado arriesgada, una “emboscada diplomática”, según la opinión del ex embajador mexicano en Washington, Arturo Sarukhán, para quien la ausencia de AMLO fue un grave error que traerá consecuencias adversas al país.
Pero ese “boicot” parece ser un as -otro más- de Obrador, quien desde el primer momento en que recibió la invitación señaló que sólo iría al evento si el gobierno estadounidense invitaba a todos los países de América. Sin embargo, México sí fue representado por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y aunque fue una ausencia del presidente, no lo fue de México. La de Obrador fue una estrategia de ganar-ganar.
Mientras que Obrador no asistió bajo protesta “respetuosa” a Los Ángeles, Miguel Díaz-Canel (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela) y Daniel Ortega (Nicaragua) fueron vetados por la Casa Blanca.
Obrador no asistió a la Cumbre, no obstante, sí dejó saber de inmediato que se reuniría con Joe Biden en julio. Y en la misma Cumbre, el secretario de Estado, Antony Blinken, minimizó de inmediato las preguntas sobre un posible “desaire” de López Obrador con su ausencia, agenda que algunos senadores, tanto republicanos como demócratas, trataron de enfatizar incluso con un comunicado conjunto.
La gira a la que sí asistió Obrador, unas semanas antes, fue la que hizo por Centroamérica y Cuba, en claro mensaje simbólico de su postura de una América unida en una forma similar a una Unión Europea, para contrarrestar el empuje de China y Rusia como potencias económicas globales.
En dicha gira supervisó los programas sociales como Sembrando Vida, que el mandatario mexicano ha propuesto al gobierno de Joe Biden (y antes al de Trump) para ayudar a enfrentar el problema de la migración, uno de los temas que tienen a Biden tan bajo en aceptación en las encuestas.
De esa forma, la gira de trabajo de Obrador, paralelo a afianzar su posición como líder en Latinoamérica, también es un punto de presión para que Washington autorice los tres mil millones de dólares que AMLO sugirió pueden ayudar a paliar las causas de la migración.
En la misma sintonía fue que el representante de México en la Cumbre, el canciller Marcelo Ebrard, inició otro de los programas estrella de la administración obradorista, Jóvenes Construyendo el Futuro, nada menos que en Los Ángeles.
Por una América unida
Es claro que el liderazgo de AMLO se basa en una utilización de su influencia política, apoyado por la forma en que el país ha gestionado la inflación mundial de los energéticos. Además, ha seguido una política fiscal de no endeudamiento, que ha convertido a México en uno de los mejores destinos para la Inversión Extranjera Directa (IED), la cual, de acuerdo con datos oficiales, llegó a los 19 mil 428 millones en el primer trimestre de 2022, una cifra histórica récord.
AMLO no patea el pesebre neoliberal, no expropia o elimina contratos con privados, por más nocivos que estos sean para las finanzas públicas, lo cual, se ha satanizado durante décadas, es el método de los gobiernos populistas. La disciplina fiscal y la influencia política es utilizada para insinuar “una nueva relación transformadora”, ha expresado Obrador en muchas ocasiones.
Una relación en que los países ya no son colonias, protectorados o satélites de una potencia hegemónica, sino que se unen con igualdad en torno a una mesa para enfrentar el poderío chino, que, por otro lado, invierte en Latinoamérica nada menos que 10 mil millones de dólares anuales, según los cálculos más conservadores.
Lejos de ideas radicales de izquierda, Obrador utiliza metáforas sencillas y pragmáticas para ilustrar la necesidad de una “unión americana”, cuando menciona que las empresas estadounidenses llevan dos años sin poder cumplir con la demanda de producción de refrigeradores para los damnificados en 2020 de las inundaciones en Tabasco.
La claridad del hecho lo lleva a sugerir un bloque continental para hacer frente a las economías de China y Rusia, que cada vez ganan mayor terreno.
Al inicio de la administración de Obrador, según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), América Latina tenía junto a África el menor índice de comercio intrarregional del mundo: sólo 16 % del valor de sus exportaciones era destinado al intercambio con países de la región, contrario al 50 % de Asia oriental y el 64 % de la Unión Europea.
El capital político le ha permitido a Obrador posicionar su agenda “bolivariana” de integración de un bloque económico, no sólo de Latinoamérica, sino de Estados Unidos y Canadá, porque al final el sueño de una América unida viene de Simón Bolívar, el también llamado libertador de las Américas.
Aprovechar la popularidad
López Obrador es el segundo dirigente más popular del mundo, de acuerdo con Morning Consult, con 68 %, sólo después de Narendra Modi de la India. Muy abajo está la popularidad de Biden, quien al cierre de esta edición contaba con 38 % de aprobación, rumbo a unos comicios en los que podría volver a enfrentar a Trump, quien aprovechará la base de descontentos por la inflación, la guerra en Ucrania y la migración para abonar a su causa en 2024.
Antes este escenario, tanto republicanos como demócratas quieren convertirse en el partido que el mandatario mexicano apoye directa o indirectamente rumbo a los comicios de Estados Unidos tanto en 2022, como en 2024, esto debido a que la base de votantes latinos fue decisiva en 2020, como se espera lo sea en estados clave como California y Texas, este último con un historial de voto latino republicano.
Los comicios en que Biden intentará reelegirse se celebrarán en noviembre de 2024 y para lograrlo necesita la preferencia electoral de los votantes latinos (en su gran mayoría mexicanos). Por su parte, AMLO goza de una gran aceptación entre sus paisanos en los Estados Unidos. La configuración del Senado, que es parte de la misma lucha por la presidencia, se llevará a cabo este año, el 8 de noviembre.
AL gira a la izquierda
Durante la fotografía oficial de la Cumbre de las Américas, el canciller Marcelo Ebrard, fue el único representante que levantó el brazo izquierdo para saludar. Como en política todo manda un mensaje, es un guiño directo a una América Latina que cada vez tiene más gobiernos de izquierda.
El pasado domingo 19 de junio, el colombiano Gustavo Petro quedó electo presidente de Colombia, convirtiéndose en el primer presidente de izquierda en la historia de ese país. Con esta victoria, Colombia se une a Chile y Honduras como países que desde finales de 2021 a lo que va de 2022, optaron por gobiernos con una tendencia de izquierda.
“Estoy contento porque nosotros iniciamos una nueva etapa en el resurgimiento de los movimientos democráticos con dimensión social en nuestra América Latina y el Caribe”, dijo Obrador en su conferencia del 20 de junio. “A partir de nuestra llegada se inicia una etapa nueva y comienzan a haber triunfos, y el de ayer fue algo histórico”, agregó.
Y con Luiz Inácio “Lula” da Silva con ventaja de casi 15 puntos en los sondeos, sobre el actual presidente Jair Bolsonaro rumbo a los comicios del 2 de octubre, tal parece que esa tendencia continuará.
Brasil es nada menos que la economía más importante de Latinoamérica, con un PIB (Producto Interno Bruto) de 1,833,27 millones de dólares, y si en octubre dan el paso hacia un gobierno con tendencias izquierdistas o de centro izquierda, los gobiernos progresistas se afianzarán en Latinoamérica.
Es un dato muy importante, porque de consolidarse las tendencias en Brasil, las seis economías más importantes de la región estarían levantando, como Ebrard, el brazo izquierdo. Según la lectura de algunos editoriales de The New York Times, la crisis económica, la mala gestión de la pandemia y la postura de los gobiernos de derecha y centro derecha, han ocasionado este notable viraje.
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Contrario al libre mercado sin restricciones del estado, la izquierda se fundamenta en promesas de una distribución y gasto social y es donde las políticas de bienestar social de Andrés Manuel se han convertido en la hoja de ruta de los gobernantes latinoamericanos. Petro incluso tiene un discurso que presenta una enorme similitud con la narrativa del mandatario tabasqueño.