David Simon, el aclamado creador de ‘The Wire’, que es considerado el mejor drama televisivo estadounidense de la era moderna (yo personalmente prefiero ‘Mad Men’, pero en gustos se rompen platos, ¿o no?) regresa después de muchos años a Baltimore, para convertirla en el foco de su más reciente miniserie para HBO, ‘We Own This City’.
Tras pasar una década explorando temas como la guerra de Irak (‘Generation Kill’), la vida en Nueva Orleáns posterior a Katrina (‘Treme’) y el florecer de la industria del porno en la sórdida Nueva York en los años 70 (‘The Deuce’), esta miniserie podría verse como una secuela de la tan aclamada ‘The Wire’, ya que no solo se desarrolla en la misma ciudad, tiene a muchos de los mismos miembros del elenco, y fue concebida en mancuerna con el novelista George Pelecanos (también co-creó ‘The Deuce’), además sirve como otro análisis minucioso de la podredumbre institucional y la compleja (y frustrante) labor de vigilancia de los barrios más pobres de Baltimore, a manos de la policía, que no es exactamente un retrato de heroísmo como en la simpática y ligerita ‘The Rookie’, por ejemplo.
Basada en un libro del reportero del Baltimore Sun, Justin Fenton, ‘We Own This City’ salta de una época a otra (de 2005 a 2017) para contar la historia de la Fuerza Especial de Rastreo de Armas del Departamento de Policía de Baltimore, que fue implicada por el F.B.I. en un importante caso de corrupción. La figura central del programa es Wayne Jenkins (el formidable Jon Bernthal, que aquí rezuma un machismo volátil con un toque de vulnerabilidad, luce un bigote muy raro e irradia mucho carisma), un sargento arrogante pero eficiente, que se ve obligado a enfrentar su culpa después de años de extorsión. Bernthal es un actor virtuoso, que necesitaba un foro para demostrarlo (como le pasaba a la infravalorada Liv Tyler en ‘The Leftovers’, por ejemplo) y en esta serie, alternando en las cronologías de su personaje, lo logra con creces, siendo su ambivalencia de lo mejor que ofrece el programa.
La serie también sigue a varios otros oficiales y funcionarios públicos, incluida una abogada de derechos civiles, Nicole Steele (Wunmi Mosaku) en sus honorables esfuerzos por buscar justicia para las víctimas de los abusos de poder del departamento, y el detective de homicidios, Sean M. Suiter (Jamie Hector), tratando de mantenerse en el buen camino, pero perseguido por la adicción y sacudido por la violencia. Estas y otras tramas ofrecen TV de calidad, a la que es casi imposible quitarle los ojos de encima.
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Aunque su brillante reputación como uno de los pilares de la televisión de prestigio permanece relativamente intacta, un clima sociopolítico cambiante ha envejecido gravemente ciertos aspectos de la narrativa orientada a la policía de ‘The Wire’ y Simon lo sabe. En parte, esta serie intenta alejarse de cualquier discurso de apología de la autoridad, que bien podría haberse atribuido a la serie anterior en sus tiempos.
El sargento Jenkins, con un ácido toque de humor, habla sin tapujos acerca de los pormenores de la brutalidad policiaca en un feroz monólogo de apertura en el primer capítulo, dando fe ante un grupo de novatos, de su propio placer de “chingarse” a uno que otro sospechoso de vez en cuando, antes de desaconsejar a sus pupilos de hacerlo, cínicamente. No mucho después, la serie plantea el espectro de la muerte tan publicitada de Freddie Gray en 2015 y el aumento sin precedentes en los asesinatos que siguieron a los disturbios civiles posteriores, resumiendo concisamente la posición del Departamento de Policía de Baltimore: «si tenemos que vigilar de una manera estricta, lo haremos».
El argumento de ‘We Own the City’ a veces puede sonar como un artículo de opinión, pero en general su naturalismo endurecido es inmersivo y muy satisfactorio. Se nos muestra el meollo del trabajo policial cotidiano con la adictiva atención al detalle que distingue el trabajo de Simon, particularmente en los primeros episodios. A pesar de un excesito de exposición, el uso de tomas de cámaras de vigilancia, flashbacks y diálogos superpuestos ayuda a mantener las cosas en movimiento con un ritmo impresionante; por su parte, el director Reinaldo Marcus Green inyecta la cantidad justa de dinamismo en las complejidades de la trama.
A lo largo de su breve duración, el programa pinta un retrato muy vívido de una cultura policial distorsionada por fuerzas internas y externas, y muestra cómo se permitió el robo sistemático, el acoso y el asesinato accidental de transeúntes. Aún así, a veces se puede sentir como si la miniserie estuviera siguiendo los movimientos, transmitiendo todos los eventos importantes y dejando que el contexto social más amplio genere entusiasmo.
Con relativamente pocos momentos humanos íntimos, también hay menos ambigüedad moral, lo que siempre ha sido una piedra angular del trabajo de Simon. Aunque los oficiales insisten regularmente en que Jenkins los llevó por mal camino, no hay mucha sensación de que se sintieran realmente obligados a actuar de la manera en que lo hicieron, por algo demasiado grande para ellos.
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Al adoptar una postura retórica sobre este caso histórico, Simon elude en parte de la textura y complejidad que animaba su trabajo anterior, pero en el mejor de los casos, ‘We Own This City’ es una serie que resuena con urgencia acerca de un tema que no ha dejado de ser relevante aún hoy: el claroscuro de la fuerza policiaca, en un tiempo en el que el racismo y el clasismo se han convertido en el monstruo que come sociedades, más allá de la teoría, mientras que las figuras de autoridad muestran que son tan bajas como aquello que juraron combatir, y nada más por su reparto y creadores, merece ser vista sin detenerse hasta el final.
‘We Own This City’ está disponible en HBO Max y HBO.
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