Por irónico que parezca, los años 90 siguen dando la lata, aún pese a nuestras mejores intenciones de olvidarlos – mal gusto en la ropa, en los peinados, en la tele, en buena parte de la música y un sinfin de crisis y disparates que quisiéramos olvidar, pero de algún modo, la cultura pop se rehúsa a dejarnos sepultarlos del todo y los trae de vuelta reempacados en forma de series, películas y documentales.
Por lo tanto, crece cada vez más la oferta de dramas que toman episodios vergonzosos o escandalosos de nuestra confusa juventud y los examinan como si fueran momentos cruciales de la historia que nos formó. El rey del género es Ryan Murphy (quien ha dramatizado antes el caso OJ Simpson, el asesinato de Gianni Versace y el salaz caso Clinton-Lewinsky) todavía parece estar marcando la pauta para aquellos que siguen su pauta de vulgaridad espectacularmente producida (que no deja de ser morbo de lo más corriente) y ahora, vienen los sucedáneos.
Uno de ellos es ‘Pam & Tommy’ (Star+), que gira en torno al escándalo del video sexual que convirtió a Pamela Anderson y el rockero Tommy Lee en la pareja de celebridades más polémica de mediados de los 90, época en la que andaban de boca en boca como si fueran la última caguama de la fiesta. La despampanante estrella de ‘Baywatch’ y símbolo sexual internacional y el baterista de Mötley Crüe, se habían vuelto aún más grandes que la suma de sus partes (y la parte de Lee en particular ya era legendaria: había andado con media humanidad incluida la formidable Heather Locklear) al casarse en Cancún apenas cuatro días después de conocerse; esto es lo que da pie a la miniserie de ocho partes de Robert Siegel, que analiza lo que le sucedió a la pareja después de que una película privada de ellos teniendo sexo en su luna de miel se hizo (por primera vez gracias al poder de la entonces muy joven Internet) muy, muy, pero muy pública.
En cuestión de formato, la serie es realmente tres narrativas entrelazadas; la primera, es la historia del fantoche Rand Gauthier (Seth Rogen) un contratista despedido sin paga por el caprichoso Lee por un trabajo supuestamente de mala calidad, quien se venga robando la caja fuerte del garaje de la estrella de rock. Evade a los guardias de seguridad y las cámaras usando una alfombra peluda para disfrazarse de un perro grande. Dentro de la caja fuerte encuentra varias armas, dinero en efectivo y un videocasete Hi8 sin marcar, que le lleva a su amigo, un director de pornografía interpretado por Nick Offerman. Cuando ven lo que hay en él, el escenario está listo para una de las historias más salaces, cerriles y vulgares de los 90.
Es un comienzo chistoso, por así decirlo, pero uno no anticipa que se convertirá en un melodrama bastante pasado de lanza, eso sí, con actuaciones asombrosas de Lily James como Anderson (es increíble que la usualmente insípida y lacia James se transforme de este modo) y un prodigioso Sebastian Stan como Lee (pero de él no sorprende tanto: él es un actor realmente virtuoso y lo sabemos desde ‘Yo, Tonya’). Cada uno logra la hazaña de parecerse asombrosamente, estéticamente, vocalmente y en todos los gestos, a las personas de la vida real que interpretan, sin caer en la mímica odiosa (sí, Viola Davis en ‘The First Lady’, te estoy hablando a ti, debería darte vergüenza).
La serie avanza y retrocede en el tiempo a medida que entran en juego la segunda y la tercera trama. Está la historia de amor, tan poco convencional como todos los demás, claro, pero que muestra lo que la pareja encontró el uno en el otro y cómo, incluso si una separación era probablemente inevitable, su relación se vio sometida a una presión sin precedentes. cuando la cinta se hizo pública y todo mundo se enteró de aquello de lo que solo las sábanas fueron testigo.
El tercer hilo es el que virtualmente define el género: una crítica ácida de las maquinaciones mediáticas inescrupulosas, el voraz apetito del público por los detalles morbosos y los sesgos legales sistémicos en ese momento en particular, que permitieron que los eventos se desarrollaran como lo hicieron. Además, podemos ver cómo la misoginia infundió todo, y aquí se aseguró de que Anderson cargara con la peor parte de la humillación pública y el daño para ella y su carrera. Hay una escena particularmente brutal en la que ella es confrontada por un abogado que parece dispuesto a degradarla tanto como sea posible. Pero hay toda una red de momentos menores (en el set de ‘Guardianes de la Bahía’, durante sus apariciones personales, en sus sesiones de Playboy, etcétera), en los que ella se deja llevar por los caprichos de los hombres a cargo, quedando como estúpida aunque claramente no lo es.
La revisión que se hace en este programa de la imagen de la Anderson, y el escándalo que afectó su carrera para siempre, funciona de acuerdo a las costumbres post #MeToo de un modo notable y se agradece, pero esto se ve socavado por el hecho de que toda la serie y su narrativa, se ha emprendido sin su consentimiento; alguien decidió contar su historia de un cierto modo, sin pedirle permiso ni pagarle un centavo, e irónicamente, este es el mismo tipo de caso, repitiéndose, ver su intimidad embarrada en todas partes y eso, como espectador, sin que medre la calidad del proyecto, lo hace pensar a uno en cuánto debe haber querido Pamela, cualquiera que sea la versión, que todo este tema bastante desagradable se hubiera quedado en el olvido, pero… pues el morbo vende y ya sabrá el televidente si le remuerde la consciencia.
O no.
‘Pam & Tommy’ se puede ver completa en la plataforma Star+ (una subsidiaria de Disney+)