Basada en las exitosas novelas de la enigmática autora italiana Elena Ferrante, dirigida por Saverio Costanzo, y con producción ejecutiva del oscarizado Paolo Sorrentino, ‘La amiga estupenda’ demostró en sus dos primeras temporadas ser uno de los mejores productos televisivos en la plataforma de HBO (y su versión Max).
La historia de Lila y Lenù, dos amigas napolitanas que crecen en un barrio humilde y se convierten en mujeres en la convulsa década de los 60, ha demostrado ser irresistible tanto para los espectadores como para la crítica y el esperado estreno de su tercera temporada (que se pospuso dos años debido a la pandemia de COVID-19), ha sido causa de celebración para quienes han seguido cada capítulo de ‘La amiga estupenda’ desde su estreno.
Ahora bien, este vuelco de espectadores no habría sido posible si la serie no fuera amparada por las cuatro novelas que le dan origen a la serie –La amiga estupenda, El mal nombre, Las deudas del cuerpo y el volumen final: Historia de la niña perdida.
El misterio que rodea a la Ferrante es uno de los atractivos de su obra, en cierta manera: nadie sabe a ciencia cierta si es mujer, aunque lo ha dejado entrever en alguna entrevista que ha dado vía e-mail, y nadie nunca ha visto una foto suya.
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Esto es uno de los elementos que aportan a la obsesión adictiva que, tanto impresa como en pantalla, genera su obra. La búsqueda por saber quién se oculta tras el seudónimo, durante años ha mantenido en vilo a la prensa europea, incapaz de respetar el derecho a la privacidad de esta escritora italiana, quien alguna vez declaró que “los libros, una vez que son escritos, ya no necesitan a sus autores y pertenecen a los lectores”.
Misterios aparte, lo contundente es la obra, y lo que Ferrante ha construido en su cuarteto napolitano, es una consistente novela río, con un caudal de personajes y situaciones, que nos presentan un fresco impresionante de Nápoles e Italia en la segunda mitad del siglo XX.
Esta saga es una obra tan ambiciosa como delicada, con hilado muy fino de personajes, familias y situaciones (algo que supera incluso los intentos deshilachados de George R. R. Martin de hacer una narración de este estilo en clave de melodrama fantástico, que irónicamente también se popularizó por una serie de la HBO y acabó por caer de la gracia del público y hasta del propio novelista), que al pasar a la TV, transforma a la clásica soap opera, en una especie de docudrama sociológico cuidadosamente observado que se enfoca, a través de las protagonistas y otros personajes de soporte, en los roles femeninos adoptados en un lugar y tiempo específicos, algo que resulta semejante a lo que David Simon hiciera con un estrecho código masculino –pero no misógino– en la memorable serie The Wire.
Elena (Lenù) y Lila son parte de un pobladísimo vecindario napolitano, recreado de tal modo que uno termina sintiéndose inmerso en su realidad inventada, que tiene ecos de películas que van desde el neorrealismo italiano de Rossellini, y de otros filmes como Mamma Roma y Bellissima, de Pasolini y Visconti, llegando hasta interpretaciones ítalo-americanas de la famiglia en cintas como El Padrino y Fiebre del sábado por la noche.
En la primera temporada vemos cómo surge y se afianza la amistad tan particular entre Lila y Lenù. Esta última es dócil y obediente, dulce y sensible, capaz de retener cualquier emoción que solo dejará asomar cuando esté a solas, cuando su llanto emerge de un modo tan contagioso que negarle como espectador nuestra solidaridad se antoja una mezquindad. Ella anhela conocer el mundo y hará lo posible por encontrarlo incluso sin saber todavía qué lugar puede ocupar en él.
Por otro lado, tenemos a Lila (a quien en los libros también se le refiere como Lina), una belleza natural salvaje y dominante, sin pudor alguno, poseedora de una inteligencia descomunal e innata. A lo largo de la historia, ella es la reina y Lenù la dama de compañía, la que relata desde un futuro, tanto en las novelas como en la serie, cómo Lila parece tener las riendas de esa relación desigual, que mezcla atracción con repulsión, cariño, lealtad, reproche y crueldad entre ambas.
En esta esfera, Ferrante y Costanzo intercalan momentos alegres con sucesos oscuros y violentos sin ningún tipo de recato ni censura: el barrio es lo que es, y las dos jóvenes y las amigas que tienen, los amantes que cultivan, las familias de las que provienen, crecen a partir de la evolución de época.
Al inicio de la tercera temporada, que abre en diciembre de 1968, seguimos el andar de las jóvenes mujeres, representadas en las actuaciones de las debutantes Margherita Mazzucco y Gaia Girace quienes son, respectivamente, Lenù y Lila, y que no eran actrices profesionales al iniciar las grabaciones de la primera temporada (en el otoño de 2017), y que fueron preparadas por Costanzo, haciendo que la relación entre las protagonistas sea tridimensional, mientras va cambiando con el tiempo, complicándose con la aparición de Nino Sarratore (Francesco Serpico), un personaje de su infancia en el barrio, que irá apareciendo y reapareciendo como constante en la vida de ambas: él es una especie de plaga, hombre con cara de no-rompo-un-plato e ínfulas intelectualoides que marca la relación de ambas mujeres a lo largo de su historia.
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En el primer episodio de ‘Las deudas del cuerpo’ (que es el subtítulo de esta temporada, tomado de la novela que adapta), es precisamente la aparición de Nino Sarratore lo que viene a alterar la vida de Lenù justo cuando ella parece haber encontrado una vocación y recién publica su primera novela, que es recibida con mucha controversia por la prensa y en el barrio, al ser considerada una “lectura atrevida”.
Mientras Lenù se replantea todo lo que ha hecho y por lo que ha luchado −crecer y salir de la pobreza mediante el estudio, a diferencia de lo que ha hecho Lila, que se lanzó al mundo con fiereza pero sin preparación, y sin embargo parece haber logrado aquello que su amiga anhelaba−, también va descubriendo que el mundo es otro al que se preparó tanto para integrarse y aunque ya está comprometida para tener un matrimonio convencional con el joven académico Pietro Aiota (Matteo Cecchi) que pertenece a una aristocrática familia y la quiere de verdad… aparentemente.
Aunque todavía no aparece Lila en esta parte de la historia (pero su reaparición es inevitable), Costanzo planta ya las semillas de la tensión entre ambas, solamente como un gesto por parte de Mazzuco, cada vez que alguien menciona a su amiga de la infancia, que puede reducirla a convertirse en una criatura insegura solo por insinuación, y sin embargo también le inspira una lealtad a toda prueba. Este es el centro de la historia y lo ha sido desde el principio, así, cada revelación que se vaya haciendo irá mostrando a los personajes más allá de lo evidente para mostrar las complejidades de su naturaleza humana.
La serie es más que una mera experiencia de entretenimiento: ofrece al espectador, tanto al devoto de las novelas como aquellos que no las hayan leído, uno de los mejores trabajos audiovisuales en memoria reciente, que genera una verdadera obsesión.
‘La amiga estupenda: las deudas del cuerpo’ estrenará un capítulo nuevo cada lunes hasta el 18 de abril en HBO y HBOMax.