¿Por qué alguien no le dijo al diseñador Glen Schofield, famoso por colaborar en el clásico Dead Space, y hoy CEO de Striking Distance, que basar su flamante nueva franquicia en una trama sacada de la peor película de la saga Alien (la tercera), era una receta para el desastre? Con las consabidas cinemáticas que depredan la imaginería de Blade Runner, The Callisto Protocol es un ejemplo que en años será mencionado en seminarios como la forma más errónea de crear una “nueva” IP (propiedad intelectual) en la industria.
Es que no sólo es la controversia de que Schofield dirigió una copia descarada de la hoy recordada primera aventura de Isaac Clarke, sino muchos otros detalles que rodean la producción del juego y hablan mucho de él: como glorificar el llamado crunch (carga excesiva de trabajo) de su equipo, por medio de sus criticados tuits; ocultar parte del juego para lanzarlo como DLC (contenido descargable de paga), que incluso escatima las secuencias de muerte, que fueron algo que vendió muy bien el hype del juego en los primeros trailers.
Y el descaro en que Schofield no teme decir que tuvo a su equipo trabajando de 12 a 15 horas diarias, sólo para lanzar el producto antes que el esperado Dead Space Remake (Motive Studios, 2023) llegue a anaqueles (saldrá el próximo 27 de enero) para quitarle irremediablemente audiencia a su bodrio.

Tal vez ninguno de esos detalles contaría si tan solo The Callisto Protocol fuera un buen videojuego, al menos divertido, pero también allí se cae y hay momentos en que llega a parecer un timo de lo peor.
Narra la historia de Jacob Lee, piloto contrabandista que cae en la prisión espacial Black Iron, en Callisto, la luna de Júpiter, en el año 2320. Allí, el brote de una pandemia misteriosa lo obligará a combatir a reclusos y custodios convertidos en monstruosidades, mientras avanza por la prisión y se va enterando del alcance de la perversión de la corporación que controla todo el sistema.
No sólo es la insípida y predecible trama del reclusorio espacial, de la corporación malévola, de la colonia conejillo de indias que, a estas alturas, en este medio, son sólo elementos que hasta las mejores obras cyberpunk depredan, porque la trama de Alien y su lore son fascinantes. Lo deficiente es la ejecución.
Todo el sistema de la prisión pudo irse al infierno, pero lo que sigue funcionando sin problema en todas partes es la impresora 3D que te permite mejorar las armas, en vistosas animaciones que seguramente fueron una de las razones de tanto crunch del equipo desarrollador, que muestra a Jacob incluso sonriendo, satisfecho cuando sopesa su arma mejorada, como si fuera un consumista compulsivo con su gran falo.
No es sólo un detalle trivial, nos enferma de una disonancia ludonarrativa* tan marcada, que influye en nuestra experiencia y más porque este juego abusa de sus pocos elementos, los regurgita muchas veces, sólo para alargar su duración. Sí, parece que nos están robando.
https://www.youtube.com/watch?v=jcbK9d2n8G8
Aléjate de este juego como si fuera un facehugger.
Un insulto a la inteligencia
En la primera hora, te enfrentas a la misma clase de enemigo como unas diez veces y la mecánica es siempre la misma: entrar a esa suerte de QTE (evento de tiempo rápido) que, si bien transmite una agradecible y sana brutalidad, abusa de su impacto y te anticipo que hacia el final del juego llegarás a aborrecerlo.
También hay muy poca variedad de enemigos, incluyendo unos que no nos pueden ver y que te puedes despachar en modo sigiloso. Parece como si te estuvieran dando una chamba, no es satisfactorio matarlos y son muchos. Otros enemigos que se injertan “originalmente” en tu cara, no puedes evitarlos, lo cual te da una gran impotencia (vaya idiotez).
También está el hecho de que no es nada fácil sentir empatía por ninguno de los personajes, incluyendo los protagonistas, Jacob y Dani Nakamura. No es como Ripley, que de inmediato estás de su lado, pues su misantropía está bastante bien desarrollada. Acá el ritmo de la narración tampoco hace nada por explicar por qué nos debería importar un pepino que a los presos les pase lo que les pase.
No puedes identificarte con nadie, porque el juego tiene pavor de que te aburras y por eso te lanza a la situación de “acción”, sin hacerte conocer nada, como si fueras un simio que sólo responde a los estímulos pavlovianos, sin empatizar, y por ende termina no importándote un carajo y juegas sólo a presionar botones.
Es un remix de muchas cosas, la suerte de predicador empresarial (Duncan Cole) sale como holograma a la Bioshock, la experimentación en una población de colonos inocentes; aquí no se llaman xenomorfos, se llaman biófagos, es decir, sí, el videojuego suele ser una copia de muchas cosas y si la jugabilidad fuera buena, la historia sería hasta accesoria. Pero en The Callisto Protocol sientes que el mundo no es interesante. Aunque copia tramas que pueden ser buenas, no tiene sentido ni relieve, como en la obra de Ken Levine.
Es una lástima, porque el combate se presenta como una experiencia física. El esquivar los ataques y repartir garrotazos con tu suerte de bastón antimotines futurista, le confiere un aura brutal a Jacob, parece algo sacado de una práctica de bateo y es estimulante. Pero ante el abuso de la mecánica, terminas pidiendo al cielo que ya se acabe el juego, a pesar de que lo puedes terminar en unas cinco horas y a paso lento.
The Callisto Protocol es una decepción y eso duele, porque existía la posibilidad de que fuera una nueva IP excitante. Es obvio que la compañía Striking Distance pretendió poner los cimientos de una franquicia con el ABC empresarial, sin tan siquiera preguntarse si el producto es bueno o la historia vale la pena como para crear una saga. Una descarada forma de cobrar dinero (¡1,600 pesos por la versión de PS5!) de súper producción. La mayor decepción del recién finalizado 2022.

Lo bueno: La actuación de Josh Duhamel en el papel protagónico de Jacob Lee, se esfuerza bastante. Algunos entornos y su ambientación, que es bastante gráfica, en ocasiones claustrofóbica, sobre todo en PlayStation 5, donde las imágenes son impactantes.
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Lo malo: Que el combate sea una especie de mecánica glorificada del Punch-Out!!, y esa poca imaginación está por todos lados. Es hasta más divertido beber un trago de cerveza con tus cuates cada que notas una mala copia de otras franquicias mientras lo juegas. La falta de subjefes de nivel y de variedad de monstruosidades, no denotan sencillez, sino una simpleza y falta de imaginación que parece insultante para un producto que te cobra precio de Triple AAA.
Lo idiota: Cuando pisas un cadáver, este te da Callisto Credits que puedes usar para mejorar tus armas y equipamiento. Es algo tan tontorrón, que te saca de la narrativa de estar en verdad en peligro en la prisión Black Iron y todo el objeto del juego es tener un arma mejor, gracias a los créditos esos. Además, este juego carga con un fetichismo de las armas, que es de lavado de cerebro, francamente repugnante.
Juego: The Callisto Protocol
Lanzamiento: 2/12/2022
Desarrollador: Striking Distance Studios (Estados Unidos)
Distribuidores: Krafton, Bluehole Inc.
Para: PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Microsoft Windows, Xbox Series X/S.
Trailer de The Callisto Protocol:
Referencias:
*Disonancia ludonarrativa: término acuñado por el diseñador Clint Hocking en 2007, que refiere al conflicto entre la narrativa de un videojuego en su historia y la contada por medio de su jugabilidad y mecánicas.