Es muy hermoso… Sí.
Pero no entiendo bien si todo eso es un
plan para un cuento o algo así.
Juan Carlos Onetti
Ayer en una mesa de café coincidí con varios colegas y obviamente el tema de conversación fue el momento de crispación que vivimos, y que sale desde la más alta tribuna de Palacio Nacional.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene 20 días entrampado con el escándalo de la “casa gris” de su hijo. Le dolió la investigación de LatinUS y Mexicanos Unidos Contra la Corrupción y la Impunidad. Tanto, que arremetió contra comunicadores y periodistas con la exigencia de que se revele cuánto ganan. Así han sido las ultimas mañaneras y la de hoy no fue la excepción.
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Uno de los colegas comunicólogos que se dedica al marketing político, sostiene que de haberse manejado bien la crisis no tendría que haberlo dañado tanto.
Tal parece que el presidente no le hace caso a su equipo de comunicación social o carecen de los conocimientos para enfrentar estas adversidades, y no porque López Obrador nunca hubiera estado en posiciones de tal magnitud, sino que lo hacía desde la oposición y con el discurso de la honestidad, que terminó por colapsar ante parte de la opinión pública.
En este espacio he sostenido que AMLO es el político más brillante que ha tenido el país. Sin embargo, no es lo mismo la política desde la comodidad de señalar, a la política de administración pública y en esa la 4T está haciendo agua.
Ahí están los indicadores: 2.1 millones de personas desempleadas, el bajo crecimiento y la promesa que ya no se cumplió de crecer por lo menos al 3%, los programas sociales que son una aspirina para un mal mayor. Si la cosa sigue como va, ni la pacificación de algunos territorios se logrará; hasta el día de hoy suman 112 mil 704 homicidios en lo que va del sexenio.
En Palacio Nacional hay enojo y ya nos advirtió sin pelos en la lengua que quienes hacen campaña en contra del proyecto de transformación podrían ser acusados hasta de traición a la patria.
Insisto, el Pejelagarto no será ningún dictador, pero nos regala pinceladas de autoritarismo y se está radicalizando aún más. Su egolatría no tiene límite; él se asume no sólo como presidente, sino como el Estado mismo, la patria. Por un lado, dice que el derecho a disentir y la libertad de expresión están garantizados, y unos minutos después el discurso es contradictorio al llamar traidores a quienes no concuerdan con sus acciones y luego martirizarse con sus rutinas hechas.
Al presidente ya no le bastó Carlos Loret de Mola, ahora subió al ring a otros comunicadores y la bola de nieve sigue creciendo en tamaño. En varias redacciones la instrucción es seguir con lupa cada paso que den los del gabinete, los senadores y diputados.
Esta embestida, que, por supuesto es motivo de rechazo, que no de defensa contra los nombrados por López, sigue escalando al grado que hubo protestas en el Senado de la República, en Cámara de Diputados, en Congresos locales e incluso en la mañanera reporteros decidieron no seguir preguntándole a López en protesta por los periodistas asesinados.
No quieren entender que basta un loco para encender la mecha y varios emulan la actitud de López, ahí está Cuauhtémoc Blanco, Cuitláhuac García o Miguel Barbosa. Lo que pudieron contener con una buena estrategia se les salió de control y nadie se le atraviesa al presidente.
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Me dicen que a Jesús Ramírez ya no lo escucha; a Cesar Yáñez lo tiene congelado y los otros supuran incapacidad para manejar la comunicación del presidente. Veremos cuántos días más nos receta López Obrador… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Desde la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México se apoya a Omar García Harfuch. Claudia Sheinbaum quisiera repetir el fenómeno que puso a Miguel Ángel Mancera en el puesto, pero varios están inconformes y lo demuestran, como es el caso de Martí Batres.
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Hasta la próxima.