Era muy niño cuando descubrí
que la gente se moría.
Eso no lo he olvidado nunca;
siempre está presente en mí.
Juan Carlos Onetti
De nueva cuenta se realizó una protesta de periodistas afuera de la Secretaría de Gobernación. El motivo fue el mismo que en las cuatro ocasiones pasadas: el cobarde asesinato de un periodista.
Ahora le tocó al oaxaqueño Heber López, director del portal Noticias Web, a quien ultimaron en presencia de su hijo.
Este asesinato se suma a los de Margarito Martínez, José Luis Gamboa, Lourdes Maldonado y Roberto Toledo; la violencia contra comunicadores, desatada como nunca.
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Las protestas por los periodistas asesinados fueron convocadas en Ciudad de México, Cancún, Cuernavaca, Campeche, Xalapa, Chihuahua, Mérida, Tepic, Guadalajara, Hermosillo, Culiacán, Orizaba, Querétaro, Ciudad Juárez, entre otras entidades.<
Como en otras ocasiones, quizá como parte de la estrategia de seguridad, la calle de Abraham González, a media luz, y un puñado de policías detrás de las vallas que rodean la entrada del Palacio de Cobián, para luego desaparecer en la oscuridad.
Ningún funcionario de la oficina de Alejandro Encinas asoma la cabeza. Las velas se van encendiendo una a una para acompañar cinco sillas vacías con las imágenes de los difuntos, mientras los fotógrafos y camarógrafos toman sus imágenes; los de radio pasan la nota vía celular, y otros apuntan en sus libretas. La mayoría de los que protestan no dejan de trabajar.
Insisto. La calle en penumbras como un signo de lo que ha sido el gobierno de la 4T en el tema de protección a periodistas y activistas.
Afuera de Segob, habla la señora Griselda Triana, viuda de Javier Valdez:
“Ante la muerte de periodistas, nada de luto ni silencio… ustedes no deberían estar de luto, eso déjenlo a nosotras, sus familias…”#NoSeMataLaVerdad https://t.co/gc9sVv43vb pic.twitter.com/kMIT8RNg52— 𝕭𝖊𝖗𝖊𝖓𝖎𝖈𝖊 𝕮𝖆𝖒𝖆𝖈𝖍𝖔 (@berenice_wav) February 15, 2022
De los primeros van 50 muertos; de los segundos, 28; convirtiendo a México en el país más violento para ejercer el oficio periodístico, todo mientras se libra una guerra sin sentido entre el presidente López Obrador y Carlos Loret de Mola, que parece un pleito entre particulares, pero que arrastra a todo el gremio, invita a la violencia y denigra al mismísimo presidente.
Desde la máxima tribuna, el Pejelagarto pide que todos los periodistas den a conocer cuánto ganan, qué negocios tienen.
Mide con el mismo rasero a un comunicador de Televisa o Azteca contra aquellos que hacen su trabajo con los mínimos elementos. Los que arriesgan la vida porque sus salarios no alcanzan para pagarse escoltas. No comen en restaurantes de lujo y no entran a las oficinas de los funcionarios; no tienen yates y no van de vacaciones a Europa.
Los patrones son partícipes de la inseguridad; los salarios que brindan son de miseria, no hay seguridad social, y con todo y eso le entran a buscar la nota, a denunciar.
Ahora que el presidente López Obrador mandó una solicitud al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) para trasparentar los bienes de Loret de Mola, se convertirá en una jugada de dos bandas: pegarle al periodista y al propio organismo, cuando éste se niegue a cumplir lo requerido por López.
Se están cumpliendo diez años de la entrada en vigor de la Ley para la Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Con la llegada de López Obrador y el nombramiento de Alejandro Encinas se abrió una ligera esperanza para que la justicia llegara, pero muy pronto se esfumó.
Encinas acepta que, en el caso del asesinato de periodistas, el 90 por ciento queda impune. Y no bastan sus buenos deseos, ni indignarse en comunicados que ni redactan los funcionarios. En este como en otros frentes, puro gatopardismo, nada cambió y, lo peor, es que probablemente habrá más asesinatos de compañeros.
En la manifestación también estaban los colegas de Notimex, que tienen dos años en huelga a pesar de que Andrés Manuel López Obrador le dio la instrucción a Sanjuana Martínez de que dialogaran. Sabemos que la idea de Jesús Ramírez Cuevas es terminar con la agencia.
Paco Ignacio Taibo II, Jenaro Villamil y otros que antes encabezaban, gritaban y se pronunciaban en las marchas, hoy están en silencio como lo hicieron esos que tanto criticaban; resultaron iguales… Pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.