La independencia del hombre
consiste en esto:
en que sabe lo que lo determina.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
La mañana del pasado 18 de febrero se llevó a cabo un hecho inédito: la conferencia del presidente se realizó en Tijuana, uno de los lugares históricamente más violentos para los periodistas. Ahí, con la voz quebrada y con llanto, la colega Sonia de Anda hizo pase de lista a los periodistas que habían perdido la vida, cinco en total hasta ese día y dos de ellos en esa ciudad.
En la cara del presidente López Obrador se miraba el enojo porque no le gusta que le arrebaten el centro de atención. Me dicen que eso le valió un severo regaño al vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas.
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Dos días antes de ese hecho significativo, en Palacio Nacional varios periodistas decidieron no hacer preguntas a López Obrador. En aquella ocasión, Ramírez Cuevas mandó a uno de sus personeros para negociar, pues la intención era darle la espalda al mandatario, así que lograron bajarle el volumen a la protesta.
Y claro que, en los siguientes días, hicieron uso de sus títeres para decir que ellos no participaron en esa manifestación, ni tampoco estaban de acuerdo. Reaparecieron algunos que habían sacado de escena porque dejaban mal parado a su patrocinador.
Lo interesante del tema, que insisto no es por Carlos Loret, es que las muestras de solidaridad por la muerte y violencia en contra de comunicadores se replicó en varias ciudades. Ya van dos manifestaciones afuera de la Secretaría de Gobernación, donde despacha Alejandro Encinas, y que acepta que el 90 por ciento de los casos quedan impunes.
A pesar de los discursos optimistas de la 4T, de que se terminó la impunidad, un nuevo episodio de violencia le arrebató la vida a Jorge Camero Zazueta, director del portal El Informativo.
Los discursos son los de siempre. Aunque nos encontremos en los tiempos de la 4T, donde se desterró a la corrupción y se terminó con la impunidad, esos discursos se mimetizan con los pronunciados por Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Aunque se repita una y otra vez “no somos iguales”, eso no lo convierte en verdad, y ahí está la evidencia: este sexenio va que vuela para ser el más violento, pero no sólo para los periodistas, sino para todos los mexicanos.
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Aquí hablé de aquellos que antes levantaban la voz y hoy guardan silencio porque están en la nómina; los que han dejado de hacer periodismo para ser activistas del régimen. Incluso ni una palabra del propagandista Epigmenio Ibarra, que goza de un préstamo por 150 millones de pesos del Bancomext; ahí no se pasa lista, ni una línea de un tuit, porque además ha hecho su fortuna con telenovelas y series donde se hace apología del crimen y que consté que ahí está la evidencia.
De entre lo más lamentable se encuentra la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra Ibarra. Una luchadora social que atropelló su historia para convertirse en la presidenta del club de fans del Pejelagarto, desde un lugar tan simbólico como es la CNDH, que debería ser un oasis, toma partido por el discurso oficial de la 4T. Por eso son importantes los llamados internacionales, esos que molestaron tanto en Palacio, pero la incapacidad es de todos los días.
La mañana del 29 de junio de 2017, periodistas de distintas organizaciones y otros independientes, participamos en un grito de socorro. Frente a Palacio Nacional y en la Columna de la Independencia, se escribió con letras gigantes “SOS PRENSA”. Eran los tiempos de Peña Nieto. Luego, con el triunfo de López Obrador, yo era de los que albergaba la esperanza de que las condiciones para ejercer el periodismo cambiarían para bien. Nada pasó. La 4T fracasó: van seis comunicadores asesinados… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.