No se puede negar que la preferida de Palacio Nacional es Claudia Sheinbaum, pero se ha ido desinflando y su campaña política es un verdadero desastre. Nada le sale bien y sus negativos se activan cada que aparece información de ella en las redes sociales.
La semana pasada comentaba en este espacio que seguramente la caída de la exjefa de gobierno le provoca fuertes pesadillas al presidente de la República, porque ella es la perfecta marioneta, mientras que los otros, específicamente Marcelo Ebrard, tendrá que tomar distancia de Andrés Manuel López Obrador.
Ebrard sabe que no tendrá otra oportunidad para buscar la presidencia, el tiempo es implacable y ya no puede repetir lo de 2012 cuando le dejó el paso libre a López Obrador para buscar por segunda vez la presidencia.
En ese contexto, Ebrard ha lanzado un discurso muy fuerte que ha raspado hasta la “amistad” con el mismo tabasqueño. Cuando el extitular de la SRE dice que él no ha sido desleal significa que alguien lo ha sido y aunque no los nombra, se refiere a López Obrador, a Mario Delgado, quien fue su cómplice en aquello de la construcción de la Línea 12, y obviamente a Sheinbaum y sus huestes.
En el mensaje manifestó que la contienda no ha sido pareja y que están ocupando recursos del Gobierno de la Ciudad y otros estados para apoyar a la “científica”, lo que es una flagrante violación a la Ley, esa Ley que se viola desde “la mañanera”. Dentro de los mensajes que se mandan también puede leerse el llamado para que López Obrador saque las manos de una vez del proceso de selección. Aquí se lo he dicho: el gran elector es uno y nada más.
Ebrard afirma que él y su equipo no han pagado encuestas y que la contienda solo es entre Sheinbaum y él, por eso exigió a la dirigencia de Morena que deje de simular, así de contundente fue su mensaje, además de señalar que permitan a la ciudadanía que sean ellos los que elijan.
Si bien con la conferencia de prensa no hay ruptura por ahora, queda de manifiesto que si no hay transparencia el daño puede ser muy grande dentro del partido del presidente y trastocará el futuro que ellos tienen proyectado para el 2024, que es la continuidad y con Claudia se pone en duda.
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También sabemos que el pejelagarto no tolera la desobediencia de los que considera súbditos y Ebrard camina por esa estrecha cornisa, aunque no le queda de otra… pero mejor ahí la dejamos.
Frío de corazón
No debemos perder la capacidad de asombro de las actitudes de los que nos gobiernan. En una conferencia de la semana pasada, López Obrador nos mostró que está cortado por la misma tijera que sus tres antecesores: fríos, frívolos y sin corazón ante el dolor de las víctimas y sus familiares.
Al preguntarle sobre los jóvenes desaparecidos en Jalisco contestó con bromas y dengues, ese es el tamaño de presidente que tenemos, mientras el ridículo “reportero” del moñito insiste que es un gigante, vaya estupidez del tal “molécula” (en minúsculas).
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Hasta la próxima.