¿Lo público es cada vez más público?

¿Lo público es cada vez más público?

Duro golpe para López Obrador ha sido el hackeo a la Sedena y la extracción de miles de correos electrónicos, entre los que destacan los que tienen que ver con la salud del presidente. Al tabasqueño no le quedó más que aceptar que es un hombre enfermo y que desde el 2018 ha tenido varios episodios que lo han puesto en riesgo de infartarse. Quizá el más crítico fue cuando se realizó el traslado de su finca en Chiapas a la Ciudad de México, que terminó en el Hospital Militar a principios de este año.

Por la naturaleza de la información y, sobre todo, del personaje, han querido ocultar sus padecimientos del corazón, hipotiroidismo y gota; no quieren que se hable de ello. La realidad es que son temas de interés ciudadano y periodístico porque se trata, ni más ni menos, que del presidente de la República.

Él toma decisiones que afectan a sus gobernados, no importa que no se haya votado por él. En sexenios pasados, el presidente y sus incondicionales pedían que se transparentara la salud del titular del Ejecutivo y le ofrecían que esa fuera su salida decorosa; bien se les podría aplicar ahora a ellos.

López Obrador no es el único presidente que ha buscado ocultar su estado de salud. Desde que salió el PRI de Los Pinos en el 2000, el tema ha sido recurrente. De Ernesto Zedillo Ponce de León para atrás era impensable siquiera cuestionarlo, aunque eso aumentaba los rumores y se hacían conjeturas. Todo cambió con Vicente Fox, el acceso a la información, y la gran explosión de los nuevos medios y redes sociales.

En 2003 se vivía la mitad del sexenio de Vicente Fox, quien fue operado de la columna. Según la presidencia tenía un padecimiento provocado por montar a caballo. Por la naturaleza de la lesión estaría fuera de circulación varios días, y los reporteros que cubrían la fuente lo dieron a conocer, incluso antes que su equipo de comunicación, que manejaba Martha Sahagún.

Luego se les vino el escándalo de la depresión de Fox y que tomaba prozac, que está catalogado como un ansiolítico. Al gobierno foxista no le quedó de otra más que aceptar la situación. En el libro Los Brujos del Poder, José Gil Olmos dedica un capítulo a “Las vitaminas del presidente”, un bebedizo que Sahagún de Fox le daba al presidente: una receta para tenerlo dominado.

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Con Felipe Calderón la línea de mantener en secreto el estado de salud siguió por el mismo camino. Aunque el manejo de la comunicación fue diferente, más rígido y con poco contacto con reporteros, surgió el tema del alcoholismo del presidente. Su equipo se tardó en reaccionar y en la Cámara de Diputados, Gerardo Fernández Noroña se daba vuelo propagando el mensaje: “¿Tú dejarías conducir a un borracho tu auto? No, ¿verdad? ¿Y por qué lo dejas conducir el país?”, Esto lo retomó Carmen Aristegui, lo que le valió su salida de MVS por “recomendación” de Javier Lozano Alarcón.

Fue el periodista Federico Arreola quien soltó el “rumor” y así lo admitió mucho tiempo después de terminar el sexenio de Calderón, señalando: «Acepto que fui el que inició el rumor del alcoholismo de Felipe Calderón, después de que él me calumnió miserablemente”.

Hace unos días se retomó en redes sociales un tuit de Andrés Manuel López Obrador, fechado el 5 de junio de 2014, en donde le decía a Peña Nieto: “Existe el rumor de que EPN está enfermo. Ni lo creo, ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”.

En esos entonces Peña lucía demacrado, pero a regañadientes dieron a conocer su estado de salud y las intervenciones quirúrgicas a la que fue sometido en dos ocasiones. En la primera, en 2013, le extirparon un nódulo tiroideo; en la segunda, en 2015, le extirparon la vesícula biliar.

López Obrador se infartó en el 2013. Quedó tocado y su salud se ha ido deteriorando. Así llegó a la campaña de 2018, que ganó con su discurso de que eran los diferentes, de que terminarían con la corrupción y de que “la vida pública debe ser más pública”.

La realidad es que quisieran esconder mucha de esa información que fue robada. La salud del presidente debe ser de dominio público por más difícil que resulte escucharla. La marcha del país depende de él y más cuando se ha inflado a un sólo hombre con todo el poder… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

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Hasta la próxima.