La viga en el ojo del Presidente

La viga en el ojo del Presidente

El presidente de la República hace todo para justificar las acciones que su gobierno ha tomado. Todos los días repite una y otra vez que vamos bien, que rescató prácticamente al país de un estallido social y hasta se pregunta: “¿Qué hubiera pasado si no hubieran llegado al poder?” “¿Cómo estaríamos?”.

Para encontrar las respuestas a esas interrogantes no se necesita ser un gran intelectual o analista político. Se debe tener dos dedos de frente y sentido común. La 4T sólo existe en la mente del presidente y va a pasar a la historia como un gobierno más donde se exacerbó la división, el odio, la mentira, la deshonestidad y que conste que ahí quedan las evidencias cotidianas.

Hace unos días un buen amigo me reenvió un artículo de la antropóloga y filósofa Ikram Antaki. En aquel documento hablaba de cómo un personaje torció la ley para volverse candidato a la Jefatura de Gobierno. “Quién los va a gobernar (a los capitalinos) no es James Dean, sino un provinciano ignorante, violento y fanático”.

Así describía la ensayista a López Obrador en su texto publicado en El Universal en el 2000 con el título: “El bárbaro y los cobardes”. Ahí se pintaba de cuerpo entero al tabasqueño hace 22 años, una descripción realmente futurista. Desafortunadamente Ikram Antaki se fue muy pronto: la muerte la sorprendió el 31 de octubre de aquel mismo año. Que falta nos hacen sus textos, pero su obra sigue vigente y aplicable al momento que vivimos. Como dice mi amigo: “Cuando el pasado nos alcanzó”.

La mañana del 6 de abril de este año, López Obrador sentenció su administración con una frase que marcan sus cuatro años de gobierno. Dijo: «No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley». Vaya declaración para el caudillo que emprendió una supuesta cruzada para terminar con la corrupción. Se convirtieron en los amos del relativismo y el gatopardismo.

Cuando nos tiramos un clavado en artículos de años anteriores, cuando fue jefe de gobierno, primera y segunda campaña, vemos que los análisis tenían razón y López, embriagado de poder, se convirtió en su peor versión. Es protector de corruptos, recaudadores y sus principios de “no robar, no mentir y no traicionar” no pasan la prueba del ácido. Cómo serán las cosas que aquello de su “Cartilla Moral” resulta un escupitajo al cielo.

Aquí se lo he dicho, López Obrador no está a la altura de Benito Juárez, ni de Miguel Hidalgo, ni de Francisco I. Madero. Su estatura es la de Vicente Fox, Peña Nieto y de su villano favorito, Felipe Calderón. Pero la mente de López Obrador le dice que él salvó al país de un estallido social. Si alguien jugó con esa posibilidad fue López cuando Calderón le ganó la presidencia, cuando se proclamó presidente legítimo, cuando ha linchado a periodistas y activistas.

El estallido social sigue latente, claro que ahora, al que ocupa la silla presidencial ya no le gusta, pero todos los días lo debe perseguir la incapacidad para traer paz a México. Ahí están las más de 45 masacres de las que se ríe, en Zacatecas, Tamaulipas, Veracruz, Guerrero, Michoacán, Chiapas, y otros que son territorios perdidos y que están en control del narcotráfico.

Los adoctrinados piden pruebas de que no se ha trabajado, fuera de los programas sociales que están bajo la lupa. No es fácil encontrar cosas positivas; no se pueden cimentar los logros en quitar los privilegios a los expresidentes, ni en la demagogia de vender un avión que resultó una vacilada, o en obras en las que los resultados se verán hasta dentro de tres o cuatro años cuando López esté en su finca.

Lo peor es que los muertos lo delatan, los más de 330 mil fallecidos por Covid-19, los 136 mil 19 por el crimen organizado, los 380 mil desplazados, los 101 mil inmigrantes que se fueron a Estados Unidos, todo en un contexto de militarización.

Esa es la 4T que hoy hace agua, una mala pasada en la historia de México que muchos no quisimos ver. Que conste que no es una defensa a los panistas ni priistas; es una crítica a quien hoy gobierna, un presidente violento y fanático al que no le gusta la ley como lo pintó Antaki… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.