La rabia intacta…

La rabia intacta…

Aquí le he reconocido la capacidad que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador para la política, que no es lo mismo que la administración pública. Desde hace tres semanas el presidente comenzó a abrir frentes que no pudo controlar y poco a poco se le vino encima la crítica nacional y la extranjera por los tumbos que su administración va dando.

Así que aquello del tercer contagio de Covid-19 le vino como anillo al dedo y con eso le bajó la temperatura al embrollo en el que se había metido, además para revisar todos los pendientes que traía.

Más allá de la especulación y la estrategia del silencio por parte del equipo de comunicación que encabeza Jesús Ramírez Cuevas, la ausencia del presidente sirvió para reagruparse y desviar la atención de la defensa nacionalista que se había creado López Obrador y la mención de amparar el territorio nacional ante una invasión de Estados Unidos, eso que pareció una protección a un grupo de narcotraficantes, pero también una posible confrontación con el gobierno de China.

Afortunadamente, esos países se deslindaron de los dichos de López Obrador y lo tomaron como es, un personaje menor y pendenciero. México aparece poco en las agendas políticas y de confrontación tanto de China como de Estados Unidos. Eso sí, los republicanos han encontrado en el fenómeno migratorio, más su discurso racista, la bandera para hacer campaña política.

Así le tendieron la trampa a Enrique Peña Nieto que recibió a Donald Trump con honores cuando todavía era candidato y a López Obrador lo llevaron a la Casa Blanca con el mismo propósito.

Se le vino la crisis de los migrantes que dejó al descubierto el trato que se les da en las estancias del Instituto Nacional de Migración, los 40 muertos por el incendio de Ciudad Juárez y la defensa para exculpar a Francisco Garduño que, a pesar de estar bajo proceso, se encuentra despachando en su oficina porque no lo obligaron a renunciar. Ya sabemos que Andrés Manuel es amigo de sus amigos y hace todo para que no los toquen porque él ya los absolvió de cualquier pecado.

Pero, sin ninguna duda, el impase en el que metió a su administración le fue muy práctico para eclipsar uno de sus mayores fracasos, y ese es la desaparición del INSABI, que se llevó en 2022, 103 mil 366 millones de pesos de presupuesto y que sólo atendió a 34.9 millones de personas. Es decir, una cifra menor a la del Seguro Popular.

Y es que López Obrador ha repetido una y otra vez que en unos meses seremos como Dinamarca en el sistema de salud, pero hasta hoy no ha quedado resuelto el desabasto de medicamentos, que se traduce en millones de recetas sin surtir, y una gran desorganización que compromete la vida de los mexicanos.

Queda como ejemplo el mal manejo de la pandemia y sus 331 mil 197 muertes. Esperemos que en un futuro cercano alguien los pueda llamar a cuentas porque los responsables tienen nombre y apellido. Hoy son gobierno y tienen el manto protector de Palacio Nacional, pero en algún momento se les va a terminar.

Que ironías de la política nacional, los seguidores incondicionales de Ramírez Cuevas celebraron que Hugo López-Gatell llamara a los padres de niños con cáncer “golpistas” con una risa socarrona, pero ni una palabra sobre los migrantes y la crisis, ni del fracaso del INSABI, o de la embestida de los legisladores por mandato de López Obrador para ir contra la Constitución para aprobar al vapor un puñado de reformas sin cambiarles una sola coma, la parálisis del INAI, la desaparición del Conacyt.

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López Obrador regresó más violento que antes y con ganas de confrontación, pero a estas alturas ya no espanta a nadie. Es un presidente en el ocaso de su mandato y, fiel a las viejas liturgias priistas, sólo le queda esperar la sucesión presidencial, inaugurar las obras que le faltan y el recuento de los daños que su tiradero nos va a dejar.

Aquello del contagio de Covid-19 es poco creíble y más cuando regresó en tres días. Qué bueno que este bien el presidente, qué bueno que esté de regreso, sólo que su rabia sigue intacta… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.