Y eso que Nueva Delhi sólo es una de las megaciudades de la India, inmensa nación, llamada a convertirse en una potencia económica mundial en las próximas décadas, que, unida a China y Rusia, contrarrestará a Estados Unidos. Pero todo ese avance, tiene un precio: la gente.
Polución, contaminación ambiental y cambio climático en la urbe hindú son los temas del director Rahul Jain, quien abreva de la trilogía Qatsi (Koyaanisqatsi, 1982; Powaqqatsi, 1988; Naqoyqatsi, 2002), de Godfrey Reggio, y del trabajo de Ron Fricke (director de Baraka, 1992 y Samsara, 2011), para mostrar cómo los fenómenos de la polución, ocasionados por el excesivo desarrollo de unas partes de la ciudad y sociedad de Delhi, y el total abandono de otras (como debe ser en el manual del perfecto cerdo capitalista), y su exacerbación por causa del cambio climático, ya se han integrado a la vida de los hindúes.
Lo que le fascinaba a Reggio en sus hoy icónicos documentales, era cómo el mundo natural se había conseguido hibridar con el monstruoso mamotreto tecnológico de la entonces recién estudiada posmodernidad. Es como si Rahul, en 2021, retomara ese discurso donde se quedó, y ese híbrido no fuera ya en la actualidad otra cosa que una máquina obsoleta y oxidada; la gente alrededor sigue valiendo absolutamente nada.
El documentalista convierte situaciones apocalípticas en imágenes idílicas, auténticos montajes conceptuales que la música minimalista de su colaborador habitual, Kimmo Pohjonen, transforma de inmediato en viñetas que podrían provenir de una película de terror; y así es, sólo que este terror es totalmente real.
Cuando Rahul (Machines, 2016), que narra con su voz en off el documental, señala que ya no hay bosques en Delhi, la cámara cenital está fijada de tal forma que vemos una inmensa mancha verde, pero el alejamiento de la toma muestra que es mínima en el paisaje, que convive con autopistas de ocho carriles, ciudades miseria y, sobre todo, un cielo gris que no es otra cosa que los demonios invisibles del título del documental.
El director también monta ingeniosos travelings en que las creencias religiosas se mezclan con esa polución que parece insoportable. Como cuando el río sagrado está totalmente blanco, por los desechos de las industrias, con químicos que hacen que la vida de los ciudadanos se deteriore grandemente, pero en la imaginería, al ocaso, y con los fieles lavándose en las aguas como han hecho durante milenios, parece hasta que están caminando sobre las nubes. La música, basada en drones, reverberaciones tétricas y sonidos de sintetizador, nos lo hace doloroso y nos aclara que no es el cielo.
El niño del privilegio
El autor del documental nos dice de inmediato que él es un niño “de aire acondicionado” y, por lo tanto, desde ese privilegio, ha escapado de lo que debe soportar toda su vida la mayoría de la población. Tan sólo hace 15 años, la autora Rose George, mencionaba en su best seller, La mayor necesidad (Tusquets), que las grandes carencias de la sociedad hindú empezaban por no tener letrinas para evacuar. Que el indio promedio, y más en las poblaciones rurales, come y defeca en el mismo lugar.
Es la desigualdad entre las castas, la forma de gobierno (las administraciones británicas durante siglos estuvieron convencidas de que la India no se podría jamás gobernar a sí misma), con las tomas cenitales de la ciudad en ebullición, vida estallando por todos lados, pero con el sin sentido y rítmica de los pollos en la máquina que los matará para consumo humano en Koyaanisqatsi, de Reggio.
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Rahul se va a la consecuencia, del día más caluroso del año, con los humos ceremoniales uniéndose a las partículas que saturan el aire y reducen la expectativa de vida de niños de la calle, que a temprana edad ya tienen los pulmones comprometidos. Eso es el precio del progreso, y cuando la reportera y conductora de noticias, cuyos reportes vemos a través del filme, trata de entrevistar a un político para vislumbrar al menos una breve esperanza, este elude las preguntas (como buen político corrupto), e incluso sale por la puerta para efecto tragicómico.
Invisible Demons es una dosis de ingeniosa cinematografía utilizada para revelar desgarradores y apremiantes problemas sociales. El desarrollo y la duración, no obstante, revelan cierto apresuramiento, por lo que quizá no llegue a la estatura fílmica de las obras en las que claramente basa su inspiración, pero no les queda muy lejos tampoco en la legítima representación de lacerantes fenómenos sociológicos de su época.
Disponible en Mubi.
Ve aquí el trailer de Invisible Demons:
Lanzamiento: Diciembre de 2022 (México); País de origen: Finlandia/Alemania; Idioma: Inglés/ Hindi; Director: Rahul Jain; Guion: Yaël Bitton, Rahul Jain, Likka Vehkalahti; Documental.
Duración: 1 hora, 10 minutos.