La iniciativa de Reforma Electoral es una trampa en la que no debe caer la oposición. México no requiere una trasformación de gran calado en la forma en que se accede al poder, porque ese es un tema que se resolvió hace años y que está funcionado. Una prueba de ello es la alternancia.
Desde el año 2000, cuando el PRI perdió la presidencia de la República, se ha experimentado un cambio de partido en el poder en tres ocasiones, en realidad cuatro con el propio Vicente Fox.
En este siglo, la mayoría de los presidentes han sido de un partido distinto al PRI, es más solo uno surgió de ese partido: Esto importa porque desvanece la idea de un control que en realidad no existe y muestra que muchas de las discusiones actuales en realidad son contra molinos de viento que tratan de ocultar lo que es una determinación por cambiar los términos de nuestro acuerdo democrático.
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Por ello la propuesta del presidente López Obrador no debe ser vista como un intento para mejorar la calidad de la democracia y sus instituciones. Por el contrario, de lo que se trata es de degradarla para, entonces sí, dar paso a una suerte de restauración del partido hegemónico.
Dieter Nohlen y José Reynoso Núñez, mostraron esto con mucha claridad en un texto publicado en El Universal. Para ellos, que saben mucho de estos asuntos, no hay que caer en los señuelos que se lanzan porque lo que está en juego es la democracia misma.
Estos dos politólogos señalan que es absurdo el pretender la elección de consejeros y magistrados por voto popular, porque está demostrado que ello es contraproducente y que el final se cumple la profecía de que “quien cuenta los votos gana”.
También desaconsejan escuchar la cantaleta de la reducción de los presupuestos y del adelgazamiento de las cámaras legislativas, porque esa es una de las rutas del populismo para debilitar la división de poderes.
En efecto, uno de los temas centrales es el los recursos públicos de los que se dota a los partidos. Es una muy mala idea el tratar de cercenar lo que en realidad es una inversión democrática. ¿Cuánto es mucho si lo que se obtiene es la legitimidad de las contiendas y la pacificación en la lucha por el poder político?
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Nohlen y Reynoso señalan que “el peligro es que el debate público muerda el anzuelo sobre el supuesto sistema electoral proporcional y las propuestas que atentan contra la democracia, como el asedio a las autoridades electorales, se desvanezcan en un segundo plano.”
Si en realidad se quisiera avanzar en la mejoría del diseño electoral, lo que se tendrá que hacer es fortalecer a las instituciones que controlan al propio poder.