De un lado, la desesperación que conduce al auténtico agujero del conejo, la vorágine en que nos ha sumergido el capitalismo salvaje; del otro, la comunidad, la idea que le da nombre al sexto disco de estudio de Arcade Fire: We, nosotros, y es una idea que el grupo explora en lenguaje musical de distintas formas, pero quizá no como en el segundo tema del disco.
Lo que son en realidad 5 canciones de algo más de 10 minutos, se dividen para efecto dramático, como si fuera una suerte de Darkside of the Moon, donde un lado es la individualidad y el morir solo; el otro, la otredad, y morir al menos abrazado. En ese sentido, Age of Anxiety II (Rabbit Hole) muestra los alcances del concepto del disco. Con la canción que comienza con el llamado del piano, Win Butler contestando, y Régine Chassagne uniéndose, con la banda que comienza a orbitar alrededor de las voces de los hoy esposos.
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Como un tributo al Numbers de Kraftwerk, pero más inscrito en la idea mística de David Bowie en Let’s Dance (1980), en donde los pasos en la pista de baile se convierten, con guantes de box, en un ballet de resistencia, en la única forma de oponerse a un mundo bulímico, materialista y en realidad desgraciado. Así, los instrumentos van uniéndose a la proclama de Win: escoger el plastic soul, del Delgado Duque Blanco, en lugar de entregarse a la desaparición en el agujero del conejo.
Recuérdese que el plastic soul no era otro que el soul de los ojos azules de Bowie, la versión del soul negro de Filadelfia de un británico blanco en Young Americans (1975), un disco que prendió mucho en Win y Régine. Y con la matemática del sonido electrónico, invadido poco a poco por la banda pidiendo participar, experimentamos una unión cada vez más completa del ensamble, ahí, en la pista de baile del Reflektor, pero en el track que parece cerrar por lo alto esas exploraciones.
Y hasta la batería programada a la New Order, “despierta dormilón”, le pide a su escucha Win, en una canción que avanza y repite varias veces el mismo patrón, se contiene y sigue avanzando, con cada vez más texturas e instrumentos. Hasta que Régine comienza a cantar, que es donde los colores invaden en realidad la música, con el mismo tono infantil de Sprawl II, marcándole el ritmo a la banda y los sintetizadores siguiendo la voz de ella en prodigiosa armonía.
Pero cuando repite el patrón una segunda vez, Régine es acompañada por las cuerdas en el sintetizador: ¡el disco espiritual, la liberación a través del baile!, la creatividad y la entrega, la única forma de resistir para el joven; las avenidas tan bien planteadas para aquel que los escucha con vehemencia.
Un momento en que Nigel Godrich, su productor e ingeniero de sonido, incluso intercala inventivamente la voz de Régine en multitrack, para un efecto inmaculado de revelación, algo que la banda adora de la música de Peter Gabriel, que es invitado en We, por cierto. Y el efecto de las cuerdas en sintetizador es espiritual. Alturas que la música escala y luego nos hace descender, se contiene a sí misma; nos recuerda que apenas es el comienzo del álbum.
Nosotros
Luego vendrá el réquiem por el sueño americano (End of the Empire I-III), de Win diciendo la palabra mágica para enfrentar esta época de infodemias: “retiro mi subscripción”, en End of the Empire IV Sagittarius A, o ese buen intento de hacer otro himno como Wake Up, que es The Lightning I y II.
E incluso el tributo a la música ochentera de Peter Gabriel en Unconditional II, con el Shock the Monkey por lo alto y en el corazón, en donde la voz de Peter aparece al último, para guiar las ideas de la banda en esta época, para unificarlas, justo al final, en la misma forma en que apareció el otro ídolo, David Bowie, en Reflektor, hace ya unos años, sólo que al principio.
Repeticiones de la misma idea de la banda y quizás del mundo, encontrando la otredad en una época turbulenta.
Pero en idea musical, ya que lo que quiere plantear la banda, de que uno sin el otro no es nada, ya lo había dicho con suficiente arte desde ese brillante principio. Por eso, el resto de los tracks parecen una reiteración en distintos tonos y estilos de lo mismo, que no desmerece en absoluto, pero en realidad en Age of Anxiety (Rabbit Hole) Win ya nos ha dicho que no es nada sin su Régine, y con ello es suficiente.
Escucha aquí Age of Anxiety (Rabbit Hole):