Ante el crimen, táctica de brazos caídos

Ante el crimen, táctica de brazos caídos

El término “dantesco” fue acuñado por la novela La Divina Comedia y se aplica a una escena de espanto, de terror mayúsculo como las que se describen en el texto. Así se puede aplicar a lo que se está viviendo en estados del país que viven bajo la ley del revolver; territorios tomados por el narcotráfico y que tienen como rehenes a la ciudadanía, mientras que los tres niveles de gobierno se convierten en burdos espectadores, contraviniendo el mandato constitucional que adquirieron al juramentar el cargo.

Pero, como dijo el presidente, lo mejor es que lo peor está por venir para luego aventarse una de esas risas socarronas. Lo peor ya llegó. No le bastaron los muertos por el crimen organizado que al día de hoy suman más de 130 mil, ni los 328 mil 732 muertos por la pandemia, ni los 44 mil 869 desplazados.

Son cifras que se van a acrecentar y que se las va a llevar en su conciencia. Así como Luis Echeverría quedó marcado por la matanza del 68 y el “halconazo” del 71, López llevará el estigma del desastre porque no se había registrado tanta muerte. Ya rebasó a Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

La anterior columna de Arturo Suárez:  El gallo de Claudia Sheinbaum

Los escenarios son de terror: camiones incendiados, lo mismo que tiendas de conveniencia, pero más allá de lo material y de lo que eso significan en pérdidas económicas y de confianza para los inversionistas, están los asesinatos de inocentes, de aquellos que estaban en el lugar y hora equivocados y que fueron asesinados por sicarios que no tienen madre, esos que dice el presidente que hay que invitarlos al cambio.

¿Cómo se le informa a una madre, esposa o al huérfano que debe perdonar a los que les quitaron a sus familiares? ¿Qué se les regale un libro? ¿Qué se apeguen a la cartilla moral? ¿Qué los regañen sus abuelas? ¿Qué dejen al hampa y que cobren una beca?

Simplemente la realidad desarticula un discurso de buenas intenciones plagado hasta de ignorante inocencia que no debe tener el gobierno. En el rubro de la seguridad, la 4T ha fracasado. Ni los jilguerillos del régimen saben cómo justificar lo que se ve en Guanajuato, Chihuahua, Baja California, Jalisco y otros estados a merced de los malosos.

Lo repito, nadie puede estar en contra de acciones a mediano plazo que traigan paz y arranque a ciudadanos de las garras del crimen, pero… ¿mientras qué hacemos? ¿Nos encomendamos a Dios o sacamos el detente?

La súplica de la presidente municipal de Tijuana, Monserrat Caballero, de que los malos “cobren las facturas a quienes les deben y no a los ciudadanos» es frustrante, indignante, pero también representa la desesperación que la incapacidad produce. Espero sea una torpeza porque puede leerse como si fuera una especie de permiso para que vayan por los empresarios o todo aquel al que le cobren piso.

No hay que olvidar que el presidente López tiene pendiente que la Guardia Nacional pase a formar parte del Ejército a pesar de su mando civil. El tabasqueño sabe que no tiene los votos necesarios para que se apruebe en San Lázaro y va por un simple acuerdo o modificación de Leyes secundarias y que la SCJN decida si hay violaciones a la Constitución, controversias que se puede trabar por años mientras esto ya operaría.

Hay que ser muy cuidadosos y responsables de lo que estamos viendo, porque la violencia parece la justificación perfecta para tomar esa determinación, aunque también es el fracaso del Estado en seguridad, pero eso le tiene sin cuidado a López Obrador con aquello de que “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.

Todavía nos faltan dos años de gobierno con López Obrador, con quien siempre cabe la posibilidad que se ponga peor la crisis en la que ya estamos sumidos, y que terminaría conviniéndole… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

La SEP va de mal en peor. Se fue Delfina Gómez y llega Leticia Ramírez. ¡Que añoranzas de tener un Vasconcelos!

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Hasta la próxima.