En la lucha contra la basura me repito esa pregunta una y otra vez, han pasado días, semanas, incluso meses, y cada tanto se siembran más dudas alrededor. ¿Vale la pena? ¿Existe alguien leyendo este mensaje?
Inteligencia artificial VS el mundo real
Hoy vengo a hablar desde la incertidumbre, desde la duda del qué pasará. Y es que con el simple hecho de observar a nuestro alrededor, podemos darnos cuenta de que algo no está funcionando en cómo se está desarrollando la estructura social.
Aunque el problema principal es que quizás, no estamos ni siquiera observando.
El tiempo en pantalla cada vez despega más y más, es absurdo pensar nuestras vidas sin gadgets, parlantes, máquinas inteligentes, dispositivos que nos den lo que nuestro interior y exterior no pueden. Serotonina y substancias varias que han sido estimuladas por un sistema que por años se ha perfeccionado.

La misión parece ser una mezcla entre acumulación de riquezas y/o la satisfacción de necesidades, maneras distintas de cubrirlas y distribución equitativa de los recursos. Teniendo eso en cuenta hace sentido que economía, consumo y recursos hagan click juntos. Y en el hecho social total que eso significa, se adhiere muy bien la idea del desarrollo, el bienestar, prosperidad o sea como sea que le quiera llamar con el propósito de engañar. Busquemos la felicidad en tener cada día más.
Columna anterior de Sharon E. Miranda: Guerra contra la basura desde la Heroica Villa de Higuera de Zaragoza
Entonces, nos damos cuenta que la realidad rebasa muchas ficciones que nos han alcanzado. Alimentamos ese sistema y no vale la pena buscar culpables porque incomode a quien tenga que incomodar, es hora de hacernos responsables. ¿Alguien quiere ceder? O mejor seguimos el día bajo los estímulos del capitalismo, el antropoceno y el individualismo en su máxima expresión.
Qué importa si los espacios públicos no están en óptimas condiciones, si la infraestructura de ciudades y vías de comunicación son el ejemplo de la mala administración. Al cabo resulta más fácil señalar que otras personas no están haciendo bien su trabajo, que somos nadie para nadar contra corriente y tenemos mejores cosas que hacer que luchar por nuestros derechos. Y es que a quién le importan los derechos si nos podemos sumergir en otra realidad.
Inteligencia artificial, consumo, tendencias, acumulación. Las máquinas y los softwares pueden darnos muchas respuestas y si, el límite es nuestra imaginación; pero la materia esencial para crearlas, la fuente, la tierra está siendo deteriorada. Las ciudades, por lo menos en México, no están en las condiciones para ser habitadas; las urbes están desarrollándose de forma caótica y no tiene sentido la forma de planear actual. En el mundo se están viviendo distintas crisis que han sido consecuencia de no permitir que los ciclos se cumplan.
Apropiación, transformación, circulación, consumo y excreción: metabolismo social
En este sentido, es necesario recordar una y otra vez, casi como un mantra que los recursos no son infinitos, repitamos juntos: LOS RECURSOS NO SON INFINITOS, LOS RECURSOS NO SON INFINITOS.
Y con ello también se debe entender que todo cuanto la humanidad crea en la tierra, ha sido algún elemento transformado que después de diferentes fases termina siendo desechado.
Si admitimos este hecho bajo la visión de la economía lineal, que es la que permea en la sociedad, tenemos como resultado una seria cantidad de objetos y desechos que se están acumulando, muchas veces, contaminando.
Hay muchas teorías que lo explican, y desde la ciencia estamos conscientes que a veces es un tanto difícil poderlo comunicar.
Hombres y mujeres que han pasado de entre teoría y campo llevan décadas dando su vida por entender, conocer, aprender y proponer soluciones a los problemas que nos acontecen hoy.
También en los gabinetes y oficinas, en aulas, labrando la tierra fértil, sosteniendo los hogares y más, se llevan a cabo pequeñas o grandes luchas y son válidas. La del ambientalismo y la guerra contra la basura también lo es.
Visto como eso, como la rebelión y la resistencia a seguir manteniendo vivo ese sistema explotador (de recursos y capital humano), opresor, dominante y nulamente balanceado, uniendo esa pugna a la ciencia y el deber, desde aquí decidimos vaciar las bolsas negras, sacar la basura para que todas y todos lo vean, para que ante la inquietud alguien, donde quiera que esté, se haga algo, hagamos algo en equipo.
Se necesitan manos, se necesitan ojos, se necesitan más que palabras de aliento; se necesita conectar con lo de adentro, cuestionar lo de afuera, confundir algoritmos.
Hay quienes se encuentran sosteniendo una balanza para que todas y todos podamos vivir mejor. Es un derecho universal transitar, vivir, sentir, y respirar espacios confortables. No en medio de construcciones sin sentido, ruido, caos, suciedad y hostilidad.
Tenemos una deuda con el pasado, el presente y el futuro
Ya no sirven los estigmas y es momento de ponerle un freno al que hay alrededor de los residuos. Y para argumentar esa premisa me sumerjo entre lo que precede de la credibilidad, párrafos que Mary Douglas dejó como herencia a la ciencia en Pureza y Peligro.
No solo lo confirmo, incluso resulta un alivio y me enchina la piel reconocer que ni ella sabía que la causa que se buscaba defender, por lo menos hoy ya se ganó para darle importancia a temas como el tabú y la sociedad.
Y de ahí en adelante partimos, lo han dicho Paul de Kruif para hablarnos del mundo microbiano, Nubia Varela para dar fuerza y hacer un recorrido por los principios del feminismo; existieron y existirán personas en la historia del mundo, que nunca verán lo que sus ideas y combates lograron consolidar.
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Sabemos que de eso no estamos exentos y quizás nunca veamos los frutos del esfuerzo. Pero qué jubilo explorar, intentar, investigar. Esas son las perlas de la investigación, entender fenómenos y buscar la forma de contrarrestar un problema que cada día crece más y más, la basura es el ejemplo.
Y entonces ¿vale la pena?
Un sistema nos aplasta mientras crece nuestro tiempo en pantalla, pero decidimos que no; decidimos no usar la bolsa de basura y tener una razón para seguir, para lograr lo inimaginable, encontramos una razón para vivir.
Resulta que aunque no sepamos qué va a pasar, de lo único que estoy segura es que somos la suma de todo eso que antes he expuesto, somos personas comunes y corrientes preguntándose qué va al caso. Somos la espina en el zapato del Estado, porque estamos hartas y hartos de vivir entre baches, entre calles sucias, entre mentiras.
Somos la voz de quienes no tienen las herramientas para hacerse escuchar, peatones, infancias, grupos vulnerables, jóvenes en desempleo, personas desplazadas, animales en situación de calle, ecosistemas destruidos.