A finales del 2021 pude observar y registrar de manera visual la situación de los residuos sólidos urbanos (RSU) y la basura en la capital de Oaxaca desbordando las calles, no solo del centro. La basura apilada, desparramada exhibida como el indeseable protagonista de calles y plazas.
Aquello era el reflejo de que la normativa y la obligación de los gobiernos en México, están en la basura, quizá por eso dejó de asombrar la cantidad de veces que vecinos, comerciantes y hasta trabajadores de limpia del propio municipio de Oaxaca de Juárez han protestado arrojando basura a la Plaza de la Danza, sede del Palacio Municipal, y hasta en casa del otrora presidente municipal Oswaldo García Jarquín.
Para la consulta del diagnóstico básico que a nivel federal se emitió en el 2021 fueron usados datos arrojados de los Programas Estatales, municipales e intermunicipales para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial, Estado de Oaxaca de 2012, y con datos aportados en el 2008 por los municipios Huajuapan de León y Salina Cruz. En 2013 por Tlaxiaco, Tututepec la Zona 1, la Zona 1 de la Cuenca de Papaloapan, la Zona 2 de la Cuenca de Papaloapan, y del Distrito de Villa Alta. Y en 2014, por Juchitán, Miahuatlán, Nochixtlán, Villa de Tamazulapan, Distrito de Cuicatlán, El Mante, Xicoténcatl y Antiguo Morelos.
Apatía, la norma en manejo de la basura en Oaxaca
Como se puede ver, ninguno de esos documentos ha sido actualizado. Lo que refleja con claridad el desinterés de los municipios y del gobierno del Estado de Oaxaca, que han ignorado los términos acordados por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada en 2015 por las países que integran la ONU.
Agenda en la que países como México se comprometieron —entre otras cosas—, a reducir considerablemente la generación de desechos, mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización de residuos sólidos urbanos.

Municipios, sin equipo y hogares sin servicio de recolección
Por otro lado, hay que decir que son muy cuestionables las cifras de los diversos diagnósticos elaborados al cabo de los años, incluso el del 2021 que estima en 3,538 toneladas de basura la que se generaba al día en Oaxaca en el 2019.
Ya que como el propio diagnóstico establece que solo 10 del total de 570 municipios, contaban con sistemas de pesaje. Es decir, no se tienen las herramientas necesarias para proporcionar datos certeros y confiables, además de que los servicios de recolección cuentan con una cobertura, en el mejor de los casos, para el 56.11% de los hogares en Oaxaca.
Contaminación y simulación política, a cielo abierto
Ya desde 2020 se tenía registro de por lo menos once rellenos sanitarios, y 135 basureros a cielo abierto. Y solo una planta de tratamiento, las probabilidades de un colapso en los sitios de disposición final eran predecibles.
La crisis de la basura en 2022 afecta directamente a quienes habitan, transitan, o visitan la ciudad de Oaxaca de Juárez, y los municipios circunvecinos a la capital del estado, cuya belleza se opaca ante la proliferación de suciedad y de los discursos vacíos de autoridades como el gobernador y el alcalde, Francisco Neri.
Basta con analizar como el gobierno actual encabezado por Alejandro Murat, impulsó el proyecto “Gestión Integral de Residuos de la Zona Metropolitana de Oaxaca de Juarez” que operaría de manera pública privada, es decir, con recursos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP), y del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) mediante el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) e inversión privada.
Proyecto al que de a cuerdo a los distintos reportes de prensa se destinaron 6.5 millones de pesos para la asesoría, la cual resultó inexistente ya que actualmente, por lo menos 25 municipios de la región, enfrentan contratiempos por dicha crisis causada por la mala gestión de residuos sólidos urbanos, entre los cuales se encuentra la capital.
A propósito, los sitios de disposición ubicados en El Tequio, Río Salado y Zachila se encuentran cerrados desde hace días, afectando a la población, causando que ante la necesidad por desaparecer la basura generada en la ciudad, sea incinerada o bien, depósitada en diferentes puntos de manera ilegal.
Y esta terrible situación no se limita a Oaxaca, ya que es común encontrarla en el resto del país, sin que SEMARNAT ponga cartas en el asunto.
De manera que la postura de las autoridades se repite, como tomada de un guión duplicado en diferentes administraciones, municipios y latitudes en este país, que tiene como protagonistas a políticos que hablan del “interés” por resolver el tema de la basura, sin tomar en cuenta que no se trata solo de encontrar predios donde arrojar la basura, sino de su correcta disposición.
Apenas el primero de noviembre de 2022 anunciaban el gobernador Murat y el alcalde Francisco Neri que el gobierno municipal y el estatal contaban ya con una estrategia para resolver un tema que les venía reventando en la cara un día sí y otro también.
En aquel evento se habló de un centro de acopio que separaría y aprovecharía los residuos sólidos urbanos para evitar problemas ambientales a corto y largo plazo, todo ello a partir del análisis tanto de sus experiencias como de otros casos.
Según se refirió, este nuevo sitio de disposición final cumpliría con la NOM-083 y sería funcional por 20 años.
Otra vez la opacidad
Sin embargo, este proyecto como los anteriores relacionados al manejo de los residuos sólidos urbanos estaría enmarcado por la opacidad, pues no se dieron detalles ni de la ubicación de tal espacio, ni de las estrategías sobre cómo se capacitaría a la ciudadanía para aplicar el correcto manejo de residuos en la entidad.
Mucho menos el tiempo que se destinaría para la habilitación del espacio o algún plan de acción.
Por último, es importante subrayar que si bien es cierto la solución del problema se dará cuando empresas, gobiernos y sociedad civil actúen en conjunto, México aún tiene un largo camino por recorrer.
Es necesario y urgente mejorar políticas públicas, educación ambiental y hábitos de consumo.
Entender que el tema de los residuos sólidos urbanos convertidos en basura va más allá de ciudades que acumulan desechos que resultan incómodos de ver y que se tienen que ocultar.
Hablar de ello significa poner atención, no solo en el medio ambiente, también es actuar para mejorar las condiciones de vida de grupos marginados, y proponer condiciones de vida digna para sectores desprotegidos, hacer coherentes, existentes y válidos los derechos humanos de la sociedad en general.
Es reducir costos operativos, trabajar para garantizar la salud pública y, sobre todo, habitar un mundo mejor.