La neozelandesa Hubbard, única atleta trans en las Olimpiadas de Tokio 2020, no pudo completar ninguno de sus tres primeros levantamientos, lo que la descartó de la lucha por medallas.
Esto, en la división de más de 87 kilos de la halterofilia femenina.
Hubbard hizo un corazón con las manos a la audiencia antes de abandonar el escenario de la competición.
Incluso sin completar un levantamiento, fue una pionera entre los deportistas trans.
La neozelandesa no es la única trans en los Juegos de Tokio, pero su caso se conoce desde hace años y ha sido el centro de atención por sus aspiraciones de medalla.
“Por supuesto, no soy totalmente ajena a la polémica que rodea mi participación en estos Juegos”, dijo Hubbard tras finalizar su participación olímpica.
«Gracias al COI por, creo, afirmar realmente su compromiso con los principios del olimpismo y por determinar que el deporte es algo para todos»
“Y, por ello, me gustaría dar las gracias al COI por, creo, afirmar realmente su compromiso con los principios del olimpismo y por determinar que el deporte es algo para todos. Es inclusivo. Es accesible”.
Hubbard agradeció también a la Federación Internacional de Halterofilia porque “ellos han demostrado también que la halterofilia es una actividad abierta a todo el mundo”.
La neozelandesa se excedió en su primer peso, 120 kilos, llevando la barra por detrás de los hombros.
Su segundo intento, sobre 125 kilos, fue declarado inválido por decisión mayoritaria de los árbitros. El tercero fue prácticamente una repetición del primero.
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En 2015, el COI elaboró una serie de directrices para incluir a los deportistas trans.
Muchos organismos deportivos, incluyendo la IWF, han puesto en marcha políticas similares. Cada disciplina puede establecer sus propios requisitos.