Los gallos apenas empiezan a cantar, todavía no amanece y Rosalía Raymundo ya está preparando la harina, la manteca, la panela, la levadura, el tepache de maíz y los ingredientes que utiliza para preparar el tradicional pan de pico de San Pedro Atoyac, Oaxaca.
Casi al mismo tiempo también prepara el horno de barro que ha tenido en su casa por largos años; coloca ahí las leñas necesarias, las enciende y se empieza a calentar mientras ella continúa preparándose para elaborar este manjar oaxaqueño.
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Originaria de este municipio de la región Costa, la panadera indígena lleva más de 20 años haciendo este pan, luego de que su madre le enseñara la receta y cada uno de los procedimientos; en su casa, sus cuñadas también aprendieron esta labor y hoy es su fuente de ingresos.

Una vez que tiene todos sus ingredientes listos, con sus manos Rosalía empieza a mezclar cada uno de ellos; concluye este proceso cuando introduce la masa en un pequeño molino para que tome la consistencia adecuada
Al terminar, empieza a hacer los bollos, como se le llama a esta pequeña bola de masa dulce y esponjosa; posteriormente empieza a darle forma a los tres picos de lo que se será un delicioso pan que actualmente es distribuido en los municipios de la región Costa de Oaxaca, pero también a otros estados, incluso, hasta en el extranjero.
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Termina de tortear y darle forma a las decenas de panes y luego los coloca sobre una tabla, la cual previamente fue bañada en harina para evitar que se pegue la masa; de ahí espera a que se inflen y así se puedan hornear.
Mientras esto sucede, Rosalía va preparando el horno, calculando sabiamente la temperatura adecuada para que los panes queden perfectos y no se quemen
Con su pala de madera y en un ambiente sumamente caluroso, Rosalía coloca uno por uno los panes sobre el suelo del horno, donde no tarda más de cinco minutos y el manjar tiene que ser retirado y queda listo para conquistar el paladar de cientos de personas.
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Son muchas horas, cerca de nueve, las que dedica la panadera oaxaqueña para llevar a cabo todo el proceso; ella dice que prácticamente tiene que dedicarle todo el día, porque termina muy agotada y está indispuesta para hacer labores pesadas, además de que no puede estar a la intemperie, debido a que estuvo expuesta a altas temperaturas.
Rosalía se dice feliz porque, además de que con su labor obtiene ingresos para el sustento de su familia, también preserva esta receta ancestral que forma parte de la cultura oaxaqueña.