Encontré más dignidad en la miseria, en quien no tiene nada: Antoine d’Agata

Encontré más dignidad en la miseria, en quien no tiene nada: Antoine D’Agata

Con el cuerpo deteriorado, raquítico -el precio que debe pagar por entregarse al mundo hasta las últimas consecuencias-, el fotógrafo francés Antoine d´Agata (Marsella, 1961) acepta su deterioro físico y la vulnerabilidad en la que se encuentra.

Sin embargo, asegura en entrevista, “sigo siendo muy ambicioso tratando de vivir mi vida a la altura de la ficción, de la literatura y de mi filosofía”.

D´Agata es un ser extraño, pues contrario a lo que los humanos hacen por instinto -protegerse y mantenerse a salvo-, él prefiere vivir al máximo cada día en todos los aspectos posibles: el social, el físico y el orgánico. No tiene límites y en ello su integridad ha ido de por medio.

Desde hace más de tres décadas se sumergió en los infiernos de diferentes países para probar en carne propia todos los excesos que podamos imaginar: alcohol, grandes cocteles de drogas, sexo… Hubo de todo, pero no fotografías. Esas vinieron después, cuando ya se encontraba sumergido en un mundo que ni siquiera imaginaba que existía.

En México, su experiencia fue alucinante. Ejemplo de ello es la obra que compone Codex 1986-2016, que da cuenta de la sordidez que D´Agata encontró en mundos colmados de miseria y horror, y que él miraba, sí, estupefacto, pero también con curiosidad y fascinación.

D´Agata, titubeante y con una mirada que se extravía fácilmente, reconoce que sigue siendo presa de todo lo que ha fotografiado. Alguien más ya hubiera claudicado, pero él no. Afirma que sigue siendo muy ambicioso en vivir su vida más allá de cualquier límite. “Mi cuerpo, mi alma y mi corazón están débiles, pero yo no paro, sigo pensando que es un privilegio ir más allá de lo normal, más allá de lo razonable”, señala.

“Vivo con pesadillas y mucha tristeza”

“Mi estrategia al fotografiar siempre ha sido vivir todo, hasta las cosas más feas. Actualmente, física y mentalmente estoy dañado, y harto de toda la violencia que ahora es parte de mi manera de vivir el mundo. Vivo con pesadillas, con fantasmas, y con mucha tristeza de todo lo que vi”.

D´Agata no sólo documentó la violencia y la marginalidad de un mundo lleno de alcohólicos, drogadictos y prostitutas; él mismo es el protagonista de sus imágenes en una suerte de diario personal en el que descendió hasta lo más profundo de este infierno. El resultado: una obra triste e inhumana, crítica y comprometida.

También lee: El bailarín Raúl Tamez, primer mexicano en ganar un Bessie Award

“El arte sólo se justifica como acto de supervivencia. No se trata de crear belleza o de hacer cosas bonitas. Se trata de contar cosas que nadie quiere ver, de hacer guiones de vida que puedan ser tan salvajes como un escrito de Bataille, de Artaud, de Céline, de Lautréamont. No se trata de mirar el mundo de una forma bella e inteligente sino de tomar posición y confirmarla a través de la cámara”.