La riqueza tradicional de un estado como Oaxaca se debe, sin lugar a dudas, a la vasta herencia de las culturas que convergen en su territorio.
Oaxaca se ubica en la región mesoamericana en donde se manifestó la cultura zapoteca, que floreció en el área de Monte Albán a partir del año 900 a. C. y más tarde, en el año 1300, la cultura mixteca, que a su vez se desarrolló hasta su posterior dominación por parte de los conquistadores españoles.
Aunque los pueblos originarios de Oaxaca siempre han manifestado su orgullo por su tradición, lo cierto es que poco se sabe de la cultura zapoteca, quienes aseguraban nunca haber migrado, sino que creen que nacieron en la región de la sierra, de las piedras y los árboles.
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Por su parte, la cultura mixteca se sabe que se originó en la región entre los estados de Oaxaca y Guerrero, consolidando uno de los pueblos más grandes de la región de Mesoamérica.
Quizá la zona más destacada de toda la arqueología presente en Oaxaca es la de Monte Albán, reconocida por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.
La majestuosidad de este lugar está al alcance de todo el mundo, pues se puede visitar todos los días de 8:00 a 17:00 horas.
La zona arqueológica consta principalmente de los restos de las plataformas piramidales que sostuvieron las edificaciones dedicadas al culto religioso, a la administración pública o los restos de conjuntos habitacionales dedicados a los estratos dominantes de la sociedad.
Dos de sus principales atracciones son la Plaza Central que se encuentra sobre la cumbre del cerro de Monte Albán, a 400 metros sobre el nivel del valle.
La segunda atracción que más destaca de toda esta zona arqueológica es el Juego de Pelota Grande, cuyas dimensiones son de aproximadamente 25 metros de largo y de 7 por 22 metros en los extremos conocidos como cabezales, y que fue construido aproximadamente en el año 100 a.C.
Cultura Zapoteca
Además de la construcción de Monte Albán, los zapotecos desarrollaron un calendario y un sistema logofonético de escritura que utilizaba un carácter individual para representar cada sílaba del lenguaje, considerado como la base de otros sistemas de escritura mesoamericanos.
Al igual que todas las culturas mesoamericanas, los zapotecos tenían una religión politeista, en la que su principal dios era Xipe Totec, a quien se le conocía también con los nombres de Tlatlauhaqui y Quetzalcóatl.
Además de Xipe Totec, tenían otros dioses como Pitao Cocijo, Pitao Cozobi, Coqui Xee, Xonaxi Quecuya y Coqui Bezelao.
Llegaron a desarrollar una agricultura muy variada que principalmente se enfocaba en chile, fresa, calabaza, cacao y maíz, por las que rendían culto al sol, la lluvia, la tierra y hasta al maíz mismo.
Vivían en las aldeas y estaban obligados a entregar como tributo maíz, guajolotes, miel y frijol. Además de agricultores, los zapotecos destacaron como tejedores y alfareros. Son famosas las urnas funerarias zapotecas que eran vasijas de barro que se colocaban en las tumbas.
Alcanzaron un elevado nivel cultural y fueron, junto con los mayas, el único pueblo de la época que desarrolló un sistema completo de escritura. Por medio de jeroglíficos y otros símbolos grabados en piedra o pintados en los edificios y tumbas, combinan la representación de ideas y sonidos.
Cultura Mixteca
Los períodos históricos de la cultura mixteca son tres (preclásico, clásico y posclásico), mismos en los que lograron desarrollar distintas variedades del idioma mixteco, lo que se refleja hoy en día en las grandes diferencias entre los idiomas de este pueblo.
La primera escritura fonética de estos idiomas se la debemos a los frailes que fueron enviados a evangelizar la región tras la conquista española.
Además de la variedad lingüística, los mixtecos también cultivaron la literatura, mediante la escritura pictográfica, de la que se conocen obras como los códices Nuttall, Selden y Vindobonensis, todos los que se conservan se encuentran en museos de Europa.
Tenían una religión animista que comparte con otras religiones mesoamericanas algunos rasgos muy característicos, entre ellos, la creencia en un principio dual o la creencia en que el mundo ha sido creado y destruido en varias ocasiones.
Su principal dios era Dzahui, divinidad de la lluvia y del agua celeste. Tan importante fue el culto a la lluvia para los mixtecos que su nombre nativo los califica como el pueblo de la lluvia.