“La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”.
Edmond Thiaudière
Desde que Andy López Beltrán asumió la secretaría de Organización de Morena, su nombre ha dado de qué hablar, no solo por los lujos en su viaje a Japón, sino desde el momento que solicitó que le llamaran “Andrés Manuel”; y al responsabilizar a la oposición de usar «Andy» para “minimizarlo”. El hijo del expresidente de México, de extracción morenista, “no entendió que el respeto no se ordena: se gana”.
Cayetana Mars, en su columna “La Rueda del poder” destaca que ANDY tropieza con su sombra, por que no ha entendido que “en política, la herencia de un nombre no es un título nobiliario: es una carga que se honra con inteligencia, temple y prudencia. Andy no ha entendido nada de esto. Cree que la política es una foto heredada, no una conquista personal; que basta con copiar el estilo del padre para merecer el lugar que él construyó a base de colmillo y cálculo”.
Asimismo, indica que el hijo del expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y líder moral de Morena, ignora que la política es un oficio severo y donde cada paso en falso cobra factura. “Lo lanzaron a las grandes ligas sin el abecé elemental y su debut lo exhibió: inexperto, verde, incapaz de navegar el oleaje real del poder”, resalta en su columna.
Destaca con certeza que a “Andy le entregaron la Secretaría de Organización del partido, para ejercer un poder real por encima de la propia presidenta. El objetivo era claro: proyectarlo como figura de relevo, como carta de continuidad. Pero él, en vez de aprender a caminar, quiere correr el maratón”.
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Finalmente, con palabras finas refiere que “el país escuchó sus frases y entendió su desconexión: “merecidas vacaciones” después de “extenuante trabajo” y la extravagante denuncia de que “la derecha” le puso espías. En política, esas palabras no se olvidan. Se archivan. Y se usan.