Pleito de chachalacas…

Pleito de chachalacas…

La antipatía entre Vicente Fox Quesada y Andrés Manuel López Obrador es añeja. En la primera década de este siglo, lo que parecía la transformación de la política mexicana pronto nos desengañó y nos presentó a dos personajes de nivel bajo. Uno llegaba a Los Pinos después de sacar al PRI y el otro a la Jefatura de Gobierno para darle continuidad a la “izquierda” en el Distrito Federal.

Desde ahí se enfrentaron muchas veces hasta llegar al desafuero porque querían evitar a toda costa que López Obrador llegara a la presidencia en el 2006 y lo consiguieron. Advertían que era un peligro para México.

Cuando terminó el sexenio de Fox desapareció del escenario político porque los escándalos de corrupción fueron muy grandes. Los hijos de su esposa hicieron negocios al amparo del poder. Martha Sahagún terminó mandando no solo en su relación, sino en el país, por lo menos esa era la impresión, tanto, que intentaron imponerla como candidata. Luego no pudo señalar a Santiago Creel como sucesor porque Felipe Calderón le ganó la partida.

Calderón se impuso a López Obrador, que nunca pudo demostrar que hubo fraude. Ante las intromisiones de Vicente Fox y la rabia de López Obrador, este le recetó aquella frase de “Cállate, chachalaca” y por un tiempo se le quedó como mote.

Las chachalacas son aves escandalosas y por eso el tabasqueño señaló al guanajuatense, quien luego, orgulloso, declaró que hizo todo lo posible para cerrarle el paso en 2006 y en 2012, con Calderón y Enrique Peña Nieto.

Con la llegada de López Obrador en 2018, a Vicente Fox se le volvieron realidad sus peores pesadillas, como aquella de quedarse sin pensión y servicios que por años habían recibido los expresidentes; al “zorro” no le ha quedado de otra más que seguir declarando. Cuando ve una cámara no pierde oportunidad o lo hace desde sus redes sociales, pero esos mensajes no le ayudan en nada a los opositores, le restan al PAN y a Xóchitl Gálvez.

Aunque no les guste a los panistas, Fox se ha convertido en un lastre. Aquella simpatía de la campaña del 2000 se esfumó ante el fracaso de su gobierno. Ahora, cuando aparece en los spots de televisión de Acción Nacional, se siente repulsión por un personaje que permitió la corrupción y el nepotismo.

Pocos, aunque sean anti 4T, se pueden sentir atraídos por esa figura del pasado que, dicho sea de paso, se los recuerdan cada que pueden desde la mañanera, aunque el presidente se ha convertido en un clon al entrometerse en el proceso electoral y haya repetido algunos patrones.

En 2016 estuve en San Cristóbal en Guanajuato, que es el rancho de Fox, para hacerle una entrevista. Unos minutos antes de iniciar la charla, se acercó su asistente y me dijo que al “señor” le gustaba que lo presentaran como “presidente”, aunque su periodo había terminado en 2006.

Así lo hice, lo presenté como presidente de México en el periodo 2000 al 2006. Después paseamos con él y en un momento nos llevó a donde tiene una réplica de lo que fue su despacho presidencial, un maniquí con la banda presidencial, que le recordaban sus años de poder. Una muestra del culto a la personalidad.

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Ese es Vicente Fox, un personaje que añora aquellos años y que le gustaría sentir de nuevo el magno poder. Piensa que hizo un buen trabajo, quizá son las secuelas del cargo, porque otros expresidentes creen lo mismo -incluyendo incluso al mismísimo Gustavo Díaz Ordaz- quienes murieron pensando que salvaron a México.

Todo tiene su tiempo y el de Vicente Fox ya fue. Con aciertos y errores fue el que sacó al PRI de Los Pinos en una alternancia que afortunadamente vivimos. Ya sabemos que le gusta el reflector, pero Fox poco puede abonar al proyecto de Xóchitl Gálvez, aunque él asuma la paternidad política de la hidalguense. Si es verdad todo lo que pregona Xóchitl, deberá tomar distancia de personajes como Fox y hasta señalar sus pifias como sus tuits llenos de racismo y clasismo.

Si Fox no salvó a México durante su sexenio, no lo va a hacer ahora; solo le queda la guerra de declaraciones con el inquilino de Palacio Nacional, un pleito de chachalacas… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.