La reforma que tanto ansiaba el presidente Andrés Manuel López Obrador para que las Fuerzas Armadas se queden en las calles hasta 2028 pasó y es una realidad. Queda claro que el Legislativo esta arrodillado ante el poder Ejecutivo y hacen lo que sea para agradarle al caudillo de Palacio Nacional.
Ahí queda el registro para la historia de quienes son los responsables de la militarización del país, que son aquellos que en sexenios pasados se rasgaban las vestiduras, criticaban a Peña y a Calderón, pero terminaron por dar la razón a los neoliberales.
Aquí se lo he dicho, los de la 4T son los amos del relativismo. Se mueven a contentillo como lo hace su máxima figura, quien se quitó la máscara y aceptó que cambió de parecer con respecto a las tareas del Ejército. Se hizo de todo para que Adán Augusto López y Ricardo Monreal, por cierto, del club de las “corcholatas”, le cumplieran a López. Con esto ganan puntos en aquello de la sucesión presidencial.
Cómo estarían las cosas que el mismo titular de la Secretaría de Gobernación andaba de cabildero en el hotel Emporio que se encuentra frente al Senado de la República y sus personeros iban y venían de las oficinas de los legisladores.
Ahí quedan las imágenes cuando en la Cámara de Diputados Adán Augusto se acercó al tal “Alito” Moreno y algo le cuchicheo al oído; días después se terminó la persecución sobre el líder del PRI.
Luego la diputada Yolanda de la Torre presentó la iniciativa para que el Ejército estuviera en las calles hasta el 2028. Hoy la legisladora tiene licencia y despacha en el poder Judicial de Durango. Apenas dos semanas atrás los morenos se quedaron a 10 votos, pero ya se anticipaba la presión que iban a ejercer sobre senadores tricolores y los del Sol Azteca para lograr su objetivo.
El otro que se cuelga la medalla es el zacatecano Ricardo Monreal que cayó de la gracia de López Obrador, ya que ni lo considera en su búsqueda de la candidatura del 2024. Pero Monreal es hábil y sabrá vender bien los puntos que gana haciendo un trabajo que termina por romper a Va por México. Es probable que pronto lo veamos de nueva cuenta en Palacio Nacional desayunando como presumía en sus redes sociales.
El asunto no es menor porque se da en un contexto enrarecido sobre las Fuerzas Armadas. Primero, López Obrador los ha encumbrado, les ha dado poder como nunca y recursos. Hoy manejan el AIFA, construyen las obras de la 4T, y hasta su línea aérea quieren operar. Segundo, la dependencia más poderosa del “obradorato” se mostró vulnerable con el hackeo de seis terabytes de información por “Guacamaya”.
Primero lo negaron, pero el comandante supremo de las Fuerzas Armadas terminó por aceptarlo.
Tercero, la historia de represión que arrastra el Ejército y que fue bandera para muchos de los que hoy votaron a favor y que apenas el domingo gritaban o escribían “2 de octubre no se olvida”.
Cuarto, hicieron presión para que López defendiera y metiera las manos en Estados Unidos para traer y exonerar al general de Peña, Salvador Cien Fuegos. Quinto, las acusaciones de periodistas y activistas sobre el espionaje que la Sedena habría hecho con Pegasus.
En una sesión maratónica y ríspida, porque se dijeron de todo y hasta cosas personales, Morena y sus aliados hicieron mayoría. Así con 87 votos a favor, 40 votos en contra y 0 votos en abstención, se aprobó la propuesta.
Para que se obtuvieran los votos, el PRD aportó los sufragios de Miguel Ángel Mancera Espinosa y Antonio García Conejo. Mientras que, del PRI, votaron: Carlos Humberto Aceves del Olmo, Manuel Añorve Baños, Eruviel Ávila Villegas, Sylvana Beltrones Sánchez, Ángel García Yáñez, Verónica Martínez García, Nuvia Magdalena Mayorga Delgado, Jorge Carlos Ramírez Marín y Mario Zamora Gastélum, ¿Cómo los presionaron? ¿Qué les ofrecieron?
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En casi 16 años que tiene el Ejército en las calles, no hay evidencia de que se hayan reducido los índices de violencia. Por el contrario, han aumentado. Con Calderón, 120 mil 463 muertos; con Peña Nieto, 156 mil 437 homicidios dolosos; y con el pejelagarto, 135 mil 423 y le faltan casi dos años.
Con esto, el presidente tiene lo que quería y es la antesala para modificar y sujetar al Instituto Nacional Electoral con miras a la presidencial de 2024. Espero de verdad no sea una gran equivocación y después nos estemos lamentado. Por ahora hay que recordar que los responsables tienen nombre y apellido, y si fallan serán corresponsables de las atrocidades y sangre derramada…, pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.