«Bhinneka Tunggal Ika» (Unidad en la Diversidad) es el lema de Indonesia, un país que tiene bajo su administración nada más y nada menos que 17,000 y tantas islas, las cuales se extienden desde el Mar de Java hasta la mismísima Melanesia.
Unidad y diversidad, dos palabras tan usadas y tan ad-hoc dentro del léxico de la construcción de identidades nacionales actuales. En un país que abarca una tan amplia gama de rasgos asiáticos y africanos, mongoloides y negroides, australasios o melanesios (llámenlo como quieran llamarlo, las clasificaciones van quedando obsoletas y yo ni me entero) lograr la utopía de la unidad ha sido y sigue siendo una misión cuasi imposible.
Para que se vayan haciendo una idea de esta gran diversidad, primero deben saber que en Indonesia existen más de 250 lenguas escritas y habladas. Y que una de las primeras medidas unificadoras de la naciente y bastante reciente República de Indonesia, constituida en el año 1945, después de tres siglos y medio de dominio holandés.
Y después de poco más de medio siglo de una seguidilla de gobiernos marcados por una enorme corrupción, historias de dictaduras mafiosas, ausencia total de justicia social y una despreocupación digamos casi absoluta de los gobiernos por el bienestar de los habitantes de esos miles de pedazos de tierra flotantes que albergan seres humanos, algo no tan ajeno a lo que ocurre en nuestra sentida Latinoamérica.
Sobre los intentos de unidad, decía, una de las medidas de la naciente república unificadora fue la estandarización del lenguaje, misión en la que les ha ido bastante bien diría yo.
Bahasa Indonesio y Balinés, lenguajes distintos
Ya llevamos casi tres semanas en Bali y a pesar que sólo hemos estado en una de las diecisiete mil islas y que hemos aprendido más Balinés que Bahasa Indonesio (la lengua oficial unificada), podríamos decir, gracias a nuestros amigos locales, que la mayoría de las personas habla a la perfección Balinés y Bahasa aquí en Indonesia.
El Bahasa es usado fundamentalmente en ocasiones en que las personas deben dirigirse a un desconocido. Por el contrario, en contextos familiares, amistosos e íntimos, el Balinés constituye el idioma hablado por excelencia.
El Bahasa Indonesio se habla entre extraños en Bali y se habla como idioma principal en las islas del occidente de Indonesia, también se habla en Malasia y en Brunei y dicen que su origen se puede encontrar en el archipiélago de Riau.
En Bahasa Indonesio apenas sé decir tres o cuatro palabras, a pesar de que dicen que es uno de los más fáciles de aprender, debido a la simpleza de sus tiempos verbales: no hay pasado, ni presente, ni futuro diferenciados; para hacer plurales simplemente basta con repetir dos veces la palabra en singular; no hay género en los sustantivos y la pronunciación es exactamente igual a lo que uno puede leer escrito. Esto después de su oficialización, porque antes el Bahasa usaba su alfabeto original, uno bien distinto al de hoy y bien parecido a todas esos símbolos hermosos que uno ve por estas tierra. Parecido al alfabeto Camboyano que fue influido por el sánscrito y que influyó a su vez en el Lao y el Tailandés.
Desa, una amistad más allá del idioma

El balinés que “hemos aprendido” se reduce a una cosa sumamente humilde, nada más que algunos saludos básicos, palabras de cortesía, tres adjetivos y cinco sustantivos que nos quedaron grabados de cuando estuvimos en casa de nuestra amiga Desa, a quién conocimos cuando ella caminaba a su hogar después de una acalorada jornada laboral en el arrozal y cuando nosotros andábamos en nuestra moto temporal, huyendo de los lugares reventados de turismo y exorcizando malas ondas después de un par de días bien «meaos de gato» donde fuimos estafados y mi pie izquierdo aplastado por una moto.
Desa hablaba poco inglés, pero nos invitó a su casa y con escasas palabras, un abanico de adjetivos acotados y multifacéticos, silencios cómplices y códigos encriptados bajo el secreto de nuestra naciente amistad, nos comunicamos igual. Nos bastó sólo una tarde, un par de cafés y una invitación a una ceremonia para querer a Desa, para agradecerle al ateísmo por existir y por no haberle tenido que pedir nada a nadie para que ella apareciera, sólo una tarde para agradecer a Brahma, Shiva y Visnú por inspirar esa enorme bondad de Desa, tan hermosa y desinteresada.

A ella le bastó mucho menos que eso para querernos, para invitarnos a dormir a su casa y a la casa de su mamá, para llevarnos a una boda hinduista como únicos invitados especiales con ropa linda que ella misma nos prestó, para invitarnos al funeral más magistral y espectacular en el que hemos estado en toda nuestra vida.
Le bastó un poco más para estar tan segura de nuestra conexión (o quizás tan aburrida del inglés) y empezar a experimentar repetidos episodios de balines compulsivo. Lapsus que usualmente terminaban con un “understand?”, y a los que nosotros respondíamos no más con risas y hasta creyendo que entendíamos, elucubrando diversas interpretaciones y teorías lingüísticas.

La familia de Desa y la arquitectura local
Desa vive con sus dos hijos y su marido, éste último había trabajado durante muchos años en el atiborrado turístico sector de Kuta y gracias a eso tenía un inglés bastante bueno. En la casa había también otra familia, una pareja de unos 60 años, quiénes tenían algún grado de familiaridad con nuestra amiga del arrozal. Sin embargo, nunca logramos descifrar cuál era exactamente este vínculo, debido a la confusa tendencia de Desa a describir sus relaciones de parentesco con el genérico “brother”, usado indistintamente para indicar lazos de consanguinidad y políticos, para parientes de sexo femenino o masculino o para cualquier familiar que se encontrara dentro de un rango etario de entre 0 a 99 años.
Cada familia habitaba en una casita diferente, en una de esas construcciones tan hinduistas y tan balinesas, esas que hasta en la sencillez económica y en ambientes rurales muestran orgullosos resabios de su pasado real, del arte de sus ancestros, los que huyendo del dominio musulmán llegado a Java en el siglo XVI con las tropas del reino de Demak, encontraron refugio en esta isla.

La aristocracia y las elites artísticas e intelectuales que huyeron a Bali han dejado una herencia impresionante en todas las manifestaciones artísticas, en la literatura, arquitectura y en el atiborrado ritualismo hinduista.
El terreno de Desa, de sus hijos, su marido y la pareja de 60 años es la representación típica de una construcción balinesa, un patio central en medio alberga una especie de quincho alrededor del cual se distribuyen las casas que sirven casi exclusivamente como habitaciones. Cada familia tenía también su propia cocina fuera de la casa, al igual que el baño. Y la vida se desarrollaba fundamentalmente afuera, en las mini terrazas de las casas donde la sombra alivia la humedad de la tarde.
Cada casa balinesa tiene también un templo dentro de los límites de su territorio, el cual en este caso (y creo que en la mayoría de los casos) era compartido entre las dos familias. El templo está dedicado a la Trimurti y otros dioses hinduistas, construido con detallistas esculturas líticas y mantenido por las mujeres de la familia, al igual que toda la vida ritual que sostiene al hinduismo.

Son las mujeres quienes invierten más de un tercio de su vida en satisfacer a los dioses por medio de la preparación de las infinitas ceremonias del calendario Balines y las delicadas ofrendas que se arman en base a elementos orgánicos, tales como flores, palitos de bambú, hojas de plátano, otras hojas que no sé qué son y por supuesto arroz en todas sus formas y versiones: crudo, cocido, pegoteado, trabajado en figuras cónicas, piramidales, circulares y casi todo lo que se les pueda imaginar. Estas ofrendas llenan los templos y las calles y sí se es tan despistado como quien escribe es sumamente fácil pisarlas, patearlas o sentarse arriba de ellas cuando aparecen en la mañana de sorpresa en el asiento de la moto.

Lo más probable es que los integrantes de la otra familia hayan sido el hermano del marido de Desa y su esposa. Por lo tanto, diremos para simplificar que el cuñado y la concuñada de Desa no hablaban una pizca de inglés, ni tampoco de Indonesio. Esto porque la política unificadora sólo ha funcionado en el sector escolarizado de la población. Son los reductos educaciones desde donde el Bahasa Indonesio se ha difundido, por lo que el éxito bilingüe es más rotundo en las generaciones recientes.
Con la cuñada de Desa por ejemplo, fue un tremendo avance para nuestra relación manejar un adjetivo balines, así una relación basada en una seguidilla de «holas», «chaos» y «gracias», acompañados del gesto de palmas juntas en el centro del pecho con una pequeña reverencia, se le sumó un «delicioso» con lo que nos ganamos su simpatía después de que nos llevara un Lawar para acompañar el ya abundante desayuno que nos había preparado nuestra anfitriona.
El Lawar que es normalmente carne de cerdo con leche de coco envuelta en hojas de banana, esta vez venía con carne de pollo y estaba igual de rico. Ella que no se fue de enfrente de nosotros hasta que no nos echamos unos cuantos pedazos a la boca, caminó feliz, satisfecha y repitiendo «yaam» después de escucharnos decirlo una decena de veces.
Funeral y el espíritu en tránsito ayudado por la felicidad
El marido de Desa quien sí hablaba inglés, pero que por vergüenza nuestra, o por olvido, o por la cantidad de temas a aclarar con él en el poco tiempo que lo vimos, no logramos resolver el enigma del parentesco. Pero, en cambio, sí nos ayudó a resolver el enigma del muerto (a pesar de que no fue al funeral el mismo día que nosotros, sino que uno, dos y/o tres días antes).
Interesado él en los funerales de nuestro país e interpretando acertadamente nuestra equivocación en base a la profunda sorpresa que nos provocaba la alegría que mostraban los familiares del abuelo en la ceremonia, donde desde el principio todo es menos dramático porque no hay cajón, ni muerto que mirar, sino sólo unas cenizas en un jarrón parecido a la casa de mi Bella Genio que está en un altar bien alto, resguardado por un sacerdote con pinta de chamán asceta que bendice todo y que está rodeado de ofendas.

Los participantes del ritual todo el tiempo reían, conversaban y no mostraban ningún sentimiento, ni actitud cercana a la pena, la nostalgia, el vacío y todo eso tan definitivamente triste a lo que estamos acostumbrados en nuestras muertes.
Ninguna muestra de un mínimo «sentido pésame» ni de «ayudándolo a sentir» se hacían presentes en la escena. Todos lo estaban pasando chancho, esforzándose las mujeres en sus actividades rituales, los músicos en tocar bien lindo y animado, los hombres de las marionetas en representar lo que creemos eran mitos fundacionales de la religión y que creemos también no eran para ser vistos y disfrutados por el público, porque estaban en un lugar bien extraño y difícil de disfrutar, el hombre de la máscara teatral se esforzaba en ser todo lo que sólo pudimos concluir gracias a las reacciones del público: divertido y gracioso, probablemente irónico y satírico.
En este punto estuvimos más cojos que en ningún otro porque hubo monólogo y muchas risas del público y nuestra traductora que era la misma que nos había recibido al principio haciendo tan bien de anfitriona, llevándonos directo a un buffet de comida tradicional y deliciosa, y explicándonos de una manera muy amable muchos asuntos muy útiles (excepto cuánto tiempo llevaba muerto el muerto), al ratito se aburrió de traducirnos lo que decía el hombre con máscara de juglar hinduista y ya disfrutó de la performance como todo el resto del mundo.
Justo después de este acto empezó el momento de climax ritual, poco antes que terminara y nos retiraramos con nuestra amiga Desa a su casa, pasó que todo el mundo empezó a hacer lo que habían hecho todo el día en momentos diferentes, pero ahora todos al mismo tiempo y con más energía. Como el último y más importante intento colectivo en el que todos daban lo mejor de sí para que el alma dejara definitivamente la tierra, ojalá libre de karma y próximo para empezar un nuevo ciclo de reencarnación.

Así todo se volvió más surrealista que nunca, el gamelan sonaba más lindo y rápido, las mujeres daban vuelta alrededor del altar con cestos en la cabeza llenos de ofrendas, otras entraban bailando al sector del altar donde no entraban los hombres, el sacerdote chamánico asceta bendecía a toda la velocidad que podía y era asistido por dos personas que le entregaban ofrendas.

Por allá escondidos, ajenos a todo los demás, dos especies de sacerdotes, pero no como el chamánico semi desnudo, sino otros más serios y más vestidos leían las escrituras sagradas, rápido también y de espalda a todo el mundo. Los de las marionetas seguían en las marionetas, los que sobraban comían, tomaban café o seguían riéndose y nosotros tratábamos de ir de allá para acá, tratando de sobrevivir a tanto estímulo ritual.
Bueno, el marido de Desa después de escuchar nuestro sorprendido relato y nuestras descripciones que intentaban básicamente demostrarle a él y a todos los demás, que nuestros pueblos no siempre habían sido tan católicos y aburridos, o por lo menos, lo han sido sólo durante una cuarta parte del tiempo de la que ellos han sido hinduistas, que es desde como el año I A.C según algún registro que leí por ahí y que lamentablemente ya no recuerdo donde.
Luego de encontrar semejanzas en el mundo andino y mesoamericano y decirle que también habían otras tradiciones en nuestras tierras para celebrar y conmemorar la muerte de manera hermosa y festiva. Después de todo eso, ya a nuestro amigo le cayó la teja que no estábamos entendiendo nada y nos contó que el abuelo ya llevaba muerto un montón de años, hace más de diez que el jarrón de la bella genio guardaba sus cenizas.
También nos dijo que en muchos casos pasa esta cantidad de tiempo o más hasta que la familia logra reunir el dinero para recibir y agasajar a la familia que viene de cerca, de lejos, a los vecinos, a los amigos, a los de más allá y a los de más acá. Todo con el objetivo de que el espíritu logre su tránsito ayudado por la felicidad de los que lo despiden. Nosotros fuimos invitados al último día, que es el de la ceremonia oficial, donde todos se ponen lindos y dónde la dilapidación es máxima.
Pienso que ojalá el abuelito encuentre el camino a Shiva y que vuelva a la tierra convertido en millonario balinés para ayudar a la familia a salir de la deuda de la salvación de su alma…