La pieza que acompaña este texto, titulada Tenesse (Ociosidad), que proviene de su más reciente disco, Deran (Partisan, 2018), puede decirnos mucho del estilo musical de Omar al-Moctar, alias Bombino. Comienza con el rasgueo de la guitarra eléctrica, que precede a la entrada de una batería, tocada con la contundencia del mejor rock clásico y un bajo que se engarza con gran sentido rítmico en el espíritu de la música reggae.
Luego aparece la voz de Bombino, cantando en bereber, mientras en el fondo un coro responde a la arenga de la voz principal y el coro mismo es respondido con un arpegio de guitarra, contundente, filoso, sencillo, no demasiado protagónico, apenas un comentario a lo expresado en la línea principal.
Es un estilo pegajoso en extremo, pero lleno de tonalidades y posibilidades. ¿La nueva música del amor y la paz para una generación que no vivió el fenómeno en los sesenta? Es la manifestación cultural más exportable de los Tuareg, pueblo marginal que ocupa partes del desierto en Algeria, Libia, Burkina Faso, Malí y Nigeria, de donde es Bombino.
Andy Morgan, periodista de The Guardian, escribió sobre el artista en abril de 2013: “Con la juventud de Níger respaldándolo, Bombino quiere convencer al mundo que los Tuaregs son gente amante de la paz, que tratan de proteger su cultura y su libertad”. Unas líneas que nos ayudan a entender lo que Omar al- Moctar ha realizado en su obra desde su álbum debut Agadez (2011).
Por una asociación mental, Bombino encabeza la oleada de bandas Tuareg, emanadas del movimiento pionero de la legendaria banda Tinariwen y es en estos momentos todo un fenómeno cultural en occidente. Es fácil saber por qué Bombino -que se encuentra de gira en la actualidad y dándole los últimos toques a su rumorado nuevo disco- tiene una gran popularidad en Nigeria y el África subsahariana.
Y sin duda es su notable destreza al tocar la guitarra eléctrica enfundado en la ropa tradicional de su etnia, en telas de colores azules claros, con esa estampa de James Dean del desierto, en moto; su mensaje de amor y paz proveniente de un pueblo escindido por la guerra, en constantes transformaciones sociales y con una marcada creencia en el Islam.
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Los Tuaregs son un pueblo segregado que no tiene acceso a la educación y vive en el desierto. Ni siquiera cuentan con representantes populares en los puestos de gobierno. Pero a pesar de todos los problemas y rezago de su gente, Bombino le dijo al periodista Eddie García, de wfdd.org, hace apenas unas semanas:
“Si la gente viene al concierto, bailarán. Bailarán toda la noche, olvidarán sus problemas. Y aprenderás que el mundo no es sólo tu ciudad, el mundo es enorme. Todos somos diferentes, pero todos somos humanos. Y podemos vivir juntos, ¡y bailar!”.
Deran, su más reciente trabajo, continúa las exploraciones de Azel (2016), en los que una base rítmica proveniente del reggae (el ya llamado tuareggae) se une a círculos y riffs de guitarra eléctrica, que van a aterrizar perfectamente en la festividad de los cantos locales de los Tuareg, música y palmadas a la luz de la fogata en el desierto. No es difícil saber por qué el movimiento Tuareg se ha convertido en algo notable e interesante.
En Deran, Bombino funge como antropólogo y lingüista de su pueblo, como si estuviera esforzado en demostrar en cada canción una suerte de principio en la ideología de su gente. Y presentarlos como un pueblo amante de la tradición, la paz y no cerrado a la modernidad, sino todo lo contrario.
Esta intención se nota en el disco mismo, en que, por conocimiento etnográfico, el que el tema en su idioma Tuareg repose ante el significado en inglés, no sólo es una gran forma de vender el disco ahora que Bombino y su música ya ha arrancado cientos de reflexiones a críticos de Londres, París, Nueva York, y ya se ubica como la suerte de ícono del movimiento, quizá porque sea tan fácil hacer esa relación mental: Hendrix-desierto.
Cultura e inspiración
El alias de Omar al-Moctar, Bombino, le viene como su nombre artístico inspirado en el gentilicio italiano bambino, obtenido durante su tutelaje con el guitarrista Haja Bebe. Las influencias musicales de Bombino son principalmente Dire Straits y Jimmy Hendrix, y su creación tiene una marcada influencia y fascinación por el blues, el rock, el funk y el reggae, pero su espina dorsal está en el rock de guitarras y virtuosos arpegios.
No es ocioso que su disco Azel haya sido producido en los estudios Applehead de Woodstock, Nueva York. Bombino conserva esa frescura de las bandas de rock de los sesenta, lo lleva a flor de piel.
Pero el músico mezcla la estilística del rock y géneros afines con los cantos del desierto; los coros parecen cánticos realizados alrededor de una fogata mientras las dunas del desierto del Sahara enmarcan las sonrisas del pueblo tuareg y, de manera inherente, el canto. Basta dejarse llevar para involucrarse también en sus luchas.
Es como si esa cultura ancestral del pueblo nómada del desierto se mezclara con la buena vibra cool de occidente, buscando cambiarle el rostro a la cultura tuareg, más en las páginas de la sección internacional por la guerra, el subdesarrollo y otras causas, que por su relajante cultura de estoicismo.
Bombino crea una propuesta que no sólo es su intento de conquistar occidente -algo que está logrando con creces-, sino también una creación que proyecta el sentir cultural de su pueblo, que es la razón por la que vale mucho la pena echarle una buena escuchada a su obra.
Escucha aquí Tenesse de Bombino: