El INAI proporciona herramientas muy útiles al periodismo. Antes de que esa institución existiera, muchos de los documentos en poder de los gobiernos eran muy difíciles de obtener, o su divulgación respondía a pleitos entre las burocracias.
La posibilidad de impugnar las negativas a proporcionar información que debe ser pública significó un cambio de rutinas en la búsqueda de historias, donde se abrieron perspectivas para el análisis de datos, para el contraste sobre lo que se decía.
Así descubrimos que algunos funcionarios declaraban con enorme ligereza, dando informaciones que luego no podían sustentarse con los respaldos adecuados.
En ese sentido, el INAI, de modo indirecto, ayudó a mejorar el discurso de gobierno, porque lo sujetó a rigores cotidianos, a ejercicios de comprobación que derivaban en mensajes de mayor calidad para la ciudadanía.
Fue así como los equipos de los altos funcionarios, las coordinaciones de asesores, las de comunicación social y las áreas respectivas de cada temática, se tenían que responsabilizar de los datos, porque se debía trabajar ante la eventualidad, más que probable, de que vía trasparencia se solicitaran los más diversos informes.
Siempre quedaba el recurso de negar la existencia de lo solicitado, o de clasificarlo como asunto de seguridad nacional y, por ello, susceptible de ser resguardado.
Es ahí donde entra una de las tareas más relevantes del INAI, ya que se pueden impugnar estas determinaciones y es donde los consejeros estudian cada petición y de modo colegiado deciden que es lo procedente en cada caso.
Por regla general se opta por la máxima transparencia, y es lo que suele indignar a los burócratas, porque el escrutinio público es disruptivo, pero a la vez indispensable en democracia.
Infortunadamente, el consejo del INAI no puede sesionar y cualquier recurso tendrá que esperar a que el problema se resuelva algún día, aunque parece difícil por la actitud de los senadores de Morena.
¿Por qué les molesta que se garantice la trasparecía? Es factible que sea porque saben que hay y que habrá una verificación sobre proyectos claves como el Tren Maya y Dos Bocas, que se tendrá que revisar el desastre que significó el INABI y no se diga sobre el Instituto Nacional de Migración o Segalmex.
A estas alturas es evidente que se configuran, ya desde ahora, daños patrimoniales diversos y que los servidores públicos tendrán que responsabilizarse de lo ocurrido, pero creen que sin el INAI pueden escabullirse de la rendición de cuentas.
Es más, por eso también quieren terminar con el Sistema Nacional Anticorrupción, pues resulta que el gobierno que más habla de ese tema está poco dispuesto a hacer trasparente su actuación cotidiana.
Los ciudadanos tenemos derecho a conocer sobre cada aspecto de la labor del gobierno, porque ello está contemplado en la Constitución. Es decir, no es que quieran o no quieran, sino que en la administración pública tienen la obligación de no impedir que eso suceda.
Necesitamos al INAI, eso es evidente, y por ello sería loable que la sociedad en su conjunto deje claro que poner obstáculos a su funcionamiento tendrá un consto político y jurídico.
Es importante recordar todo lo que se ha hecho a lo largo de los años, las batallas puntuales que permitieron conocer tramas que habían permanecido en la oscuridad.
Un aspecto en que mayores avances se han logrado es el relacionado con los Derechos Humanos. En la página del INAI se puede consultar, en el micrositio de Memoria y Verdad, documentos relacionados con Acteal, Atenco, Apatzingán, Ayotzinapa, Cadereyta, Campo Algodonero, Guardería ABC, Guerra Sucia, El Halconazo, San Fernando, Tlatelolco y Tlatlaya.
Cada uno de estos expedientes tiene un alto y obvio significado, ya que su sola enunciación refiere de sucesos más que macabros y en los que hubo una participación del Estado por acción u omisión.
De ahí que el solo listado muestre que se tiene que proceder con muy mala fe para señalar que el INAI solapó conductas indebidas en el antiguo régimen.
Nunca lo hizo, pero tampoco es una tapadera de las trapacerías de quienes ahora gobiernan y por ello en la 4T están empañados en su destrucción.
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Es más, la explicación de la andanada que se desató desde Palacio Nacional es probable que tenga que ver con lo que hicieron los comisionados del INAM a lo largo del tiempo, pero, sobre todo con lo que están haciendo y pueden hacer en el futuro.