El 10 de diciembre de 1948 se aprobó la Declaración de los Derechos Humanos en la ONU, a poco más de tres años de haber terminado la Segunda Guerra Mundial en el inicio de la llamada Guerra Fría. Sin embargo, en México se instala la Comisión de los Derechos Humanos hasta 1990, con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, justo en el mayor impulso al neoliberalismo.
Los derechos humanos y el neoliberalismo tienen como denominador común la desconfianza en el Estado. Si un policía mata a un civil, el asunto entra en primer plano a ser un asunto de los derechos humanos, si es al revés, es un asunto del fuero común, porque la idea es detener los excesos del Estado. Aunque si el Estado es territorio, sociedad y gobierno, más bien deberíamos decir: detener los excesos de los órganos de gobierno.
Los medios son manipuladores: en la forma de dar una noticia está la intencionalidad; en la jerarquización, la frecuencia; en donde hacen hincapié, en donde subrayan, y en el tono que le imprimen a su voz, está presente el deseo de que aceptemos lo que transmiten.
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De pronto se inició un lenguaje contra el Estado, se habló y mucho del Estado de derecho, curiosamente disminuyendo el derecho al Estado. La tendencia inhibió el Estado de bienestar social a grado tal que los partidos de izquierda se declararon de centro izquierda, justo cuando lo que más hace falta es una izquierda centrada, eficaz y objetiva. El centro como eje político no conlleva esperanza.
Los derechos humanos protegen los derechos de las minorías sexuales, étnicas y de grupos vulnerables, con especial atención a la diversidad sexual y a la mujer, incluyendo el derecho al aborto y a los migrantes, aunque en la mayoría de los casos las mujeres son más que los hombres.
No critico estas acciones. La democracia se realiza en donde hay igualdad jurídica, equidad social y derecho a ejercer una identidad que se da en un clima de respeto al sentir de terceros, con la condición de que la voluntad no sea un capricho que atenta contra el derecho universal de gozar de bienes materiales y espirituales con dignidad social.
Es decir, cuidando que la avaricia de una minoría no genere la pobreza de la mayoría y me parece que, casual o intencionalmente, la minoría que protege el neoliberalismo es a la oligarquía económica.
El aborto, la descontextualización de la familia, la privatización de prestaciones sociales, las emigraciones masivas lo ven como síntomas de su diagnóstico.
¿Qué tanto son fenómenos sociales naturales? ¿Qué tanto son fenómenos políticos provocados?
Voces insistentes afirman que detrás de la actual situación está George Soros, y la fundación Rockefeller, entre otras entidades a quienes unos consideran como filántropos y otros como misántropos.
Con sus grandes fortunas, producto, sobre todo, de la especulación, han financiado movimientos feministas, ecológicos y arengado contra la discriminación.
Se dice que apoyaron la campaña de Obama y desde luego estuvieron en contra de Donald Trump, que más bien pertenece al mencionado grupo calificado como de la ultra derecha. George Soros afirma simpatizar con el partido demócrata de su país adoptivo.
En el marco del neoliberalismo se crearon muchas organizaciones no gubernamentales y lo que se esconde detrás de ellas no está claro. Hay un discurso que maneja la idea de un futuro sin fronteras en donde todos seremos iguales o quizás igualmente manipulados.
Por lo pronto, lo que cabe analizar es si el mundo con más derechos humanos, con ONGs, y menos Estado, es mejor que cuando los derechos humanos estaban latentes, pero no tan mencionados.
Con Barak Obama, quien se acerca de mayor manera al partido en que participa George Soros, el número de inmigrantes deportados fue mayor que con Donald Trump.
En realidad, no hizo mucho por los afroamericanos a pesar de ser mulato. La aprobación al golpe de Estado en Honduras demostró qué tan sinceros son cuando se dicen demócratas y ordenó bombardear varias ciudades. Es aquí en donde comprobamos que el color de piel, el género, el aspecto físico, la preferencia sexual, no determinan las convicciones.
Si en vez de meter dinero en apoyo a los migrantes y acabar con las fronteras, se hiciera un proyecto en sus países de origen para que no migren, este mundo subdividido en países sería mejor. Cada entidad tiene derecho a fijar sus condiciones para admitir refugiados o asilados económicos en un estudio serio de sus necesidades y posibilidades.
A pesar de que hay leyes y recursos destinados a la paridad de género, lo cierto es que los femicidios no cesan y las relaciones de género no son menos violentas.
Me atrevo a pensar que, en la carta de los derechos humanos, los derechos individuales son más mencionados que los derechos sociales y económicos y el centro de la generación de los derechos está en la economía.
Este año el único país que no bajó en su PIB fue China y si nos preguntamos qué tuvo China que no tuvieron las otras entidades, les diré que un Estado fuerte, aunque desafortunadamente no democrático. Si pensamos con menos frivolidad, los países con mayor desarrollo humano son los que mantienen un Estado democrático con políticas de bienestar social.