En la mañanera de López Obrador se han encargado de repetir una y otra vez que las cosas van bien, que las críticas son infundadas y son parte de una estrategia para descarrilar al gobierno de la 4T. Ante la insistencia de las preguntas de periodistas como Jorge Ramos que le presenta las cifras del mismo gobierno se echa a andar la maquinaria, no para desmentir, sino para acusarlo de neoliberal, de fifí, de estar confabulado con los mafiosos que quieren regresar por sus fueros, así con el que interrogue al mandatario.
Pero la realidad los abofetea todos los días y nos muestra que, aunque hagan maromas para mentir con las estadísticas, la brutalidad cotidiana desnuda la incapacidad de los gobiernos federales, estatales y los municipales, cada quien tiene su parte de responsabilidad, ninguno se escapa de no cumplir a cabalidad la encomienda constitucional de llevar seguridad a sus gobernados. El sexenio en el que se prometió terminar con la guerra de Felipe Calderón ya es el más violento, superando al del panista y al del priista Peña Nieto, contra la evidencia no hay palabrería matutina que alcance.
Las escenas que circulan en redes son dantescas como si se tratara de Ucrania o de Siria, una patrulla de soldados pisa una granada y son lanzados por los aires cayendo mal heridos. Pero no es Europa del Este ni Oriente Medio, el territorio se localiza en México, entre los estados de Jalisco y Michoacán, una de las tantas zonas tomadas por los narcotraficantes, ahí se disputan la plaza entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el de Tepalcatepec mientras la presencia de militares y Guardia Nacional parece anecdótica porque los ciudadanos se quedan atrapados a dos fuegos con la política de brazos caídos que se dicta desde Palacio Nacional.
Los criminales se exhiben cotidianamente en redes sociales, mandan mensajes, se graban cometiendo sus fechorías que luego presumen, algunos otros organizan desfiles para mostrar el músculo a otros cárteles, disparos al aire, ejecuciones. Otros más son captados por ciudadanos que tiene la mala suerte de estar en el lugar incorrecto como el secuestro de transportistas que son hasta ejecutados, pero todo eso se minimiza por parte de los propagandistas de López Obrador, se echa a andar la maquinaria que opera Jesús Ramírez Cuevas para intentar reducir el daño a la imagen del régimen.
De nuevo la cruda realidad se presenta implacable, si no es Jalisco o Michoacán, es Guerrero donde los trasportistas de pasajeros no quieren trabajar por miedo al cobro de piso, como Ixtapa, Taxco y Acapulco en donde regresaron los incendios para los que no cubran la cuota, así el estado gobernado por Evelyn Salgado. Y si vamos repasando en cada lugar tiene sus territorios calientes como Zacatecas, donde la ola de violencia les ha pegado hasta a la familia Monreal, eso sí, ya llegaron refuerzos y vehículos para endurecer la lucha que se vive todos los días.
En el país ya suman más de 170 mil muertos, pese a eso el presidente ha señalado que violencia que se vive en la frontera sur de México haya orillado a un desplazamiento «significativo» de personas que viven en la zona que limita con Guatemala.
Así las cosas, en el cierre de sexenio del presidente más humanista, el que prometió terminar con la violencia que nos consume y no hay evidencia de que los programas sociales sean la solución para arrancar de las garras de los narcotraficantes a los más jóvenes. En aquello de pacificar al país puros cuentos del ganso… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.