Ya pasó un mes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó en la Casa Blanca para reunirse con Joe Biden. Ahí López hizo la mejor de sus rutinas: se aventó un discurso largo y pausado, habló hasta de los adversarios del demócrata, quien no ocultó el tremendo aburrimiento que le provocó el numerito.
Aunque lo niegue, la realidad es que la relación entre México y Estados Unidos se ha tornado difícil. Es verdad que la 4T cuenta con el apoyo del embajador Ken Salazar, que recibe “el beso del diablo” con los elogios del tabasqueño, pero ese funcionario no se maneja solo y hasta puede ser estratégico ese comportamiento.
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Aquí se lo he dicho, la agenda de Biden no es compatible con la de López Obrador. Y como ejemplo está el tema energético. Del otro lado de la frontera buscan nuevas energías junto con Canadá y eso lo llevan al T-MEC; en México se inauguró una refinería, pero todavía no está terminada.
Incluso ya se habla de problemas entre los socios y que estará operando al cien en 2024, según los expertos, para apuntalar nuestra economía petrolizada. Un proyecto muy interesante para finales del siglo pasado donde se quedó atrapado López.
En unos días, uno de los funcionarios más importantes del gobierno de Biden vendrá a México. Se trata de Antony Blinken, nada más que el secretario de Estado, quien llegará entre el 11 y 12 de septiembre para las consultas por la política eléctrica de México y seguramente trae en la agenda la posibilidad de incumplimientos con lineamientos del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá.
Claro que el presidente ya fijó su postura en temas que le cuestan mucho trabajo, que no entiende y que maneja Marcelo Ebrard. Incluso López fingió que no sabía nada sobre la visita del funcionario y le preguntó a Jesús Ramírez. Al presidente no le quedó de otra más que decir que es bien recibido.
López Obrador, igual que sus antecesores, no ha logrado que a México le den un trato de socio comercial, siempre de segundón. Lo que sí hay son pinceladas de ese discursillo como el que han mentado los dictadores latinoamericanos contra el “imperio yanqui”. Ya repitió una y otra vez que “México no es colonia” y eso no es algo que López ni su 4T nos hayan regalado.
Claro que jugar de local lo envalentona, pero cuando fue a Washington con Donald Trump habló de corrido, hizo campaña y luego el republicano dijo que no había visto a nadie doblarse a la hora de negociar. Y resaltó la militarización de la frontera sur para contener a la migración.
Con esos antecedentes viene Blinken, según a temas de comercio. Si fuera así, quien debería hacer la visita tendría que ser únicamente la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, quien, de acuerdo con Marcelo Ebrard, sí acompañará al secretario de Estado.
Las posturas de López rayan en la esquizofrenia. Un día dice que no quiere pelearse con Estados Unidos y luego llama a frenar las políticas intervencionistas de Estados Unidos y Canadá. Al primero lo acusa de financiar organizaciones de la sociedad civil que hacen campaña contra el Pejelagarto.
Qué difícil es creer que Antony Blinken sólo viene a hablar de semiconductores, electromovilidad, equipo médico y otras áreas prioritarias con esos antecedentes… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
De nuevo, manifestación por el asesinato de un periodista más, mientras la indolencia del gobierno se vuelve cinismo. En lo que va de este año suman 15 comunicadores asesinados. Justicia para Fredid Román.
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Hasta la próxima.