Visitar los mercados de Oaxaca es adentrarse a un mundo de colores, aromas y sabores de productos del campo como calabazas, tomates, aguacates, nopales y cacao, así como de algunos platillos y bebidas milenarias, que resguardan la cultura y tradiciones de las ocho regiones de esta entidad.
Los mercados oaxaqueños son los lugares idóneos para que productores del campo, artesanos y cocineras oferten sus productos. La entidad cuenta con una gran variedad de maíz, frijol y chile.
En este lugar también se ofertan textiles, joyas, destilados, flores y demás productos elaborados, usando técnicas ancestrales, entre los que destacan las tortillas, tlayudas, mole, pan y mezcal.
La gastronomía oaxaqueña es reconocida por enriquecer su sabor con hierbas, semillas e insectos que se consumen desde la época prehispánica y que sirven para preparar un sinfín de platillos dulces y salados.
Una muy buena opción para disfrutarlos es el Mercado 20 de Noviembre, espacio fundado en 1893, que se ubica a unas calles del Zócalo de la ciudad capital.
También en los tianguis se puede encontrar una diversidad de productos, como frutas y verduras en fresco, sal de gusano o chapulín, empanadas, tamales y bebidas tradicionales como el atole, tejate o tepache, que elaboran con jugo de fruta, especias y piloncillo.
Otra opción en Oaxaca son los mercados de barrio como el Sánchez Pascuas, en donde se ofertan productos locales y de temporada.
O como el Molino del Sol, lugar que diariamente nixtamaliza maíz, además de realizar las moliendas de cacao, mole o maíz para los diversos restaurantes y familias que ahí acuden. La chef prepara recetas tradicionales con ingredientes oaxaqueños.
«Oaxaca se caracteriza por tener los mercados con mayor tradición y en los que podemos encontrar los mejores ingredientes y productos; son iconos gastronómicos que fusionan exquisitos sabores e historias que encantan a todo visitante».
Otro magnífico lugar es el mercado de Teotitlán del Valle, a tan sólo 30 kilómetros de la capital.
Todos los domingos se reúnen productores locales y de los alrededores para ofertar los productos que cultivan en sus traspatios.
Es posible encontrar ingredientes endémicos como los chiles de agua de San Jerónimo Tlacochahuaya, el chile pasilla de la Sierra Mixe, los quelites, berros y ciruelas de la Sierra Juárez, así como tomatillo verde, betabel, rábanos, lechugas y zanahorias de diferentes tonalidades.
Este mercado se distingue por el trueque, que es el intercambio de unos productos por otros.
«Tras la pandemia, el trueque ha vuelto a Teotitlán del Valle; tenemos la oportunidad de cambiar nuestros productos por frijol, jitomate, frutas o semillas. Esta acción es una forma de concientizarnos, de valorar y agradecer lo que la madre tierra nos regala; una oportunidad para compartir y ofrecer nuestros ingredientes o platillos con el corazón».
También se dan cita los productores de pataxte, que es un cacao blanco que se fermenta por más de nueve meses bajo tierra y que se transforma en el ingrediente que las chocolateras compran para elaborar el chocolate atole, bebida que además lleva canela, maíz, trigo y arroz.
El mercado de Tlacolula de Matamoros, es uno de los más representativos de la región. Cada domingo se dan cita productores, artesanos y vendedores para ofrecer todo tipo de alimentos, bebidas, artesanías y mercancías.
El pasillo de humo nos lleva a través de una experiencia culinaria entre distintos tipos de tasajo o chorizo y, más allá, barbacoa, chocolate de agua, pan de cazuela, pulque o mezcal.
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Sin duda es un espacio que conjunta la magia ancestral de aromas, texturas y sonidos que han emanado de esta tierra desde hace milenios, pues Tlacolula es considerada la cuna de la cultura mesoamericana.