Sheinbaum, como con Calderón y Peña Nieto

Palabras Más | En el equipo de Sheinbaum hay incertidumbre para presentarse el 1 de octubre en el Palacio Legislativo, planean un gran operativo para no tener inconvenientes

Sheinbaum, como con Calderón y Peña Nieto

La toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador fue tersa, incluso desde que ganó la elección comenzó a operar porque Enrique Peña Nieto se hizo a un lado. Los meses de espera fueron con gran expectativa y el 1 de diciembre se vivió una verdadera fiesta de la democracia, hubo la legitimidad que dan 30 millones de votos y los opositores tuvieron que aceptar la nueva realidad del país.

Con un poco de memoria recordemos que, con un México convulsionado, la oposición le impidió a Vicente Fox Quesada en 2006 la entrada a la Cámara de Diputados a entregar su último informe, su corrupción era un escándalo y el guanajuatense operaba descaradamente la sucesión para Felipe Calderón.

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Desde aquella fecha los presidentes no regresaron a rendir informe ante el Legislativo, a cambio de ello se inventaron sus fiestas con público a modo para no padecer. Solo se presentan para rendir protesta a la máxima magistratura.

Con una elección tan apretada como la del 2006 y la idea implantada por el Pejelagarto de fraude electoral, pero nunca entregó evidencia de tal cosa, sacó a la calle a sus seguidores, les mandó hacer el plantón de Paseo de la Reforma, cuando ya no había de otra se inventó su toma de posesión en el zócalo de la Ciudad de México, presentó gabinete y desde ahí calificó a Calderón como “pelele” y “espurio”.

Sus legisladores, en ese entonces del PRD y PT quisieron impedir la toma de protesta, se apostaron a las afueras de San Lázaro para que Felipe no ingresara. El panista terminó por jurar el cargo entre gritos y silbidos, llegó a hurtadillas por la puerta de atrás.

Para la campaña del 2012, con un país ensangrentado por la guerra contra el narco, el movimiento Yo Soy 132 encabezado por estudiantes de distintas universidades, que varios hoy son funcionarios en la 4T o aplaudidores del régimen, se realizó la elección que Peña Nieto le ganó a López Obrador, se vino el escándalo de las tarjetas Monex y el tabasqueño se dijo, de nueva cuenta, víctima del fraude, tampoco lo comprobó.

Con aquel marco se realizó la toma de protesta, en San Lázaro se desplegó un gran equipo de seguridad, granaderos y Policía Federal, aunque en los alrededores hubo enfrentamientos y así se fue parte del sexenio de EPN por las Reformas Estructurales del Estado y luego por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Sí alguien hizo política y campaña con la desgracia fue el movimiento de López Obrador.

En las últimas semanas hemos sido testigos de cómo el presidente ha ido descomponiendo el ambiente. Lo que debería ser una emotiva despedida la ha convertido en confrontación.

Todo por la reforma al Poder Judicial que bien pudieron discutir y aprobar con toda calma en las semanas siguientes a que Claudia Sheinbaum jure como presidenta. López Obrador juega al vocero, le deja herencias malditas como el sector Salud, la inseguridad, la relación con EU y protestas en las calles como en los tiempos de Calderón y Peña Nieto.

Me dicen del equipo de Claudia Sheinbaum que hay incertidumbre para presentarse el 1 de octubre en el Palacio Legislativo, planean un gran operativo para no tener inconvenientes.

Esperan protestas en la calle, provocadores y hasta tienen planeado una sede alterna, cabe destacar que es una oposición con muy pocos legisladores, pero con todo y eso le pueden hacer pasar un mal trago a la científica. Vaya favor y todo lo calentó el que se va… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.

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