Es curioso que, al hablar de inflación, el presidente Andrés Manuel López Obrador utilice el índice Big Mac, un instrumento de la revista británica The Economist, para medir el poder adquisitivo, ya que esa publicación lo considera un peligro populista. Pero el mandatario sí ha despreciado la costumbre neoliberal de mantener el salario mínimo abajo, para evitar, según, las cargas inflacionarias.
Desde que llegó al poder, López Obrador ha aumentado el salario mínimo en cuatro ocasiones y en la más reciente, la quinta, que quedó establecido el 1 de diciembre, se llegó a una suma total de 90 % más. AMLO ha usado como medida el número de kilos de tortilla que un trabajador puede pagar con su jornal, que en 2023 será de 10.2 kilos por día.
Este 2023, el salario mínimo pasará de 172.87 pesos diarios a 207.44, y en la Zona Libre de la Frontera Norte (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), irá de 260.34 a 312.41. Una suma de 20 % más en ambas zonas, donde también el precio de los energéticos se mantiene menor a la media nacional, debido a la competitividad de empresas mexicanas con estadounidenses.
Desde el mismo gobierno admiten que la mayoría de la población en edad laboral gana más del salario mínimo, pero funciona como herramienta que ha usado la 4T para medir el proceso de lo que han llamado “redistribución del ingreso”, como parte del plan de Economía Moral del presidente, que pugna no sólo por el crecimiento de la economía (aunque no lo descuida), sino por la justicia social.
El plan del tabasqueño es que al final de su gestión, en 2024, se haya incrementado el monto en un 100 %, tanto de su programa estrella de asistencia social, la Pensión a Adultos Mayores, como del salario mínimo, que llegó a ser de 70.1 pesos por día en el sexenio de Felipe Calderón. Ahora, el aumento del poder adquisitivo es de 90 %, comparado al último año de Enrique Peña Nieto.
Fue la tercera de cinco ocasiones en que los sectores patronal, obrero y gubernamental estuvieron de acuerdo en ese incremento del 20 %. En 2019, el salario pasó de 88 pesos diarios a 172, un incremento de 62% en términos reales, mientras que en la frontera fue de más del doble. El nuevo aumento, según informó la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, es de mil 52 pesos al mes, totales.
En suma, en 2019, en el primer año de López Obrador, el incremento fue de 16.2%; en 2020, 20%; en 2021, 15%; en 2022 de 22%; y en 2023 será de 20 %. A decir del Ejecutivo, “algo nunca antes visto en los últimos 40 años”, según explicó en su Cuarto Informe desde el Zócalo capitalino el pasado 27 de noviembre. La medida no sólo es su política de gobierno, sino reforzar a las clases populares para años que vienen difíciles.
Resistir la inflación
Como suele admitir López Obrador en sus conferencias mañaneras, el beneficio de un saludable salario mínimo decrece con la inflación mundial, causada por la pandemia de Covid-19 y el conflicto armado entre Ucrania y Rusia. De acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), el aumento de precios de las mercancías alcanzó el 11.50 %, la mayor alza desde la segunda quincena de agosto de 2000.
El anuncio del aumento salarial, llega luego de que, en la primera quincena de noviembre, sumaran 75 días en fila con la inflación a la baja, el mayor decrecimiento desde junio de este año. La estrategia del gobierno ha consistido en no permitir que el poder adquisitivo, y con ello el consumo, se vea afectado, por ello los programas sociales y el subsidio a energéticos juegan un papel capital.
En el cálculo de Obrador, una receta que luego también implementó el gobierno de Estados Unidos, subsidiar las gasolinas pagando el 100 % del impuesto a combustibles, IEPS, evitó la inflación en muchos otros géneros. El presidente ha mencionado que mientras el plan de autonomía energética ha funcionado, el alimentario no ha despegado, lo que ocasionó aumento de precio en alimentos.
Según el INPC, en la segunda quincena de noviembre se vieron incrementos en alimentos como café tostado, aceites, tortillas de trigo, huevo, pan blanco, papa, naranja, entre otros, lo que llevó la inflación general al 8.14 y la subyacente a 8.66, con un ambiente en que expertos advierten que en 2023 y aún 2024, el alza seguirá siendo un factor en el aumento de precio de artículos de consumo básico.
En su proyecto de gobierno, el presidente ha declarado que, en las crisis, prefiere “rescatar al pueblo” que a los banqueros y empresarios. Se menciona que en Palacio Nacional tienen información de que la crisis inflacionaria no ha cedido y el aumento del salario mínimo forma parte de una estrategia para ayudar a la población a soportar la inflación, de 7.6 % para el primer trimestre de 2023.
Capacidad de consumo
Según el columnista de El Financiero, Guillermo Knochenhauer, en México las empresas pagan, en promedio, sueldos más bajos en términos de poder adquisitivo, que en Guatemala y el resto de América Latina. La economía neoliberal explica que el pago de las prestaciones de ley del trabajador es un costo que la productividad media de las empresas no podría solventar si se aumentan los salarios.
Desde esta perspectiva, que estuvo en boga durante 40 años de modelo neoliberal, los golpes al poder adquisitivo de los salarios se deben a los intermediarios, que terminan encareciendo la canasta básica. Por lo que la economía en estos postulados, señala que la solución al problema es mayor productividad, porque la pobreza salarial suele ser el “castigo del mercado”, por la baja producción.
Contrario a este fundamento, Obrador ha cuidado que la capacidad de consumo no se debilite, por medio de los programas sociales, subsidios energéticos, remesas (ver recuadro) y precio estable en una canasta de productos. El aumento de la actividad industrial, recuperación del consumo privado y el valor de exportaciones, hicieron que Banxico (Banco de México), modificara su pronóstico de crecimiento.
Según la institución, en 2022, el Producto Interno Bruto (PIB) del país crecerá 3 %. De continuar la tendencia, la inflación -mortal enemiga del salario mínimo- irá decreciendo, hasta llegar al anhelado 3.1 para el tercer trimestre de 2024. No obstante, numerosos analistas discrepan y ven en los siguientes meses el incremento inflacionario, para el que Obrador parece estar preparándose.
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Remesas, otra bendita salvación Por algo López Obrador cataloga a los migrantes como “héroes vivientes”. Según datos de Banxico, octubre de 2022 vio el envío de remesas alcanzar una cantidad récord de 5,400 millones de dólares, lo cual representa un aumento del 11.2 % con respecto al mismo mes del año pasado. Hasta octubre, un total de aumento de 48,338 millones de dólares en lo que va de 2022, con respecto a 2021. Cálculos presidenciales señalan que, para el final de este año, la cifra de envíos de dinero desde el extranjero, llegará a los 60 mil millones de dólares, una cifra mayor a los 51 mil 585 mdd de 2021. Un estudio de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) explica que, en ese año, 30 mil 746 mdd provinieron de estados de la Unión Americana como California, Texas, Minnesota, Arizona y Florida. Sólo basta pensar que en 2021 la economía sufría aún los estragos de la pandemia, lo cual puede reflejarse en ese aumento para este ciclo. Y un aumento que sólo ha beneficiado a la Hacienda Pública, pues son recursos que se inyectan en la base poblacional, en las llamadas clases populares, y cae como anillo al dedo a la estrategia del Obradorismo de socorrer a los más desfavorecidos. Datos de la Procuraduría del Consumidor, el promedio de dinero por envío es de 391 a 400 dólares (de 7,711 a 7,906 pesos), un gran empuje para la economía, a tal grado que las remesas son ahora el primer ingreso para la economía de México y gracias a estas el país no registró una crisis de consumo debido a la pandemia, contrario a la mayoría de los países.