El principal problema del que adolesce ‘The First Lady’, la serie de Paramount+ centrada en las esposas de tres expresidentes —Michelle Obama (Viola Davis), Betty Ford (Michelle Pfeiffer) y Eleanor Roosevelt (Gillian Anderson)— queda patente en los primeros segundos del primer episodio, dirigido por la oscarizada Susanne Bier.
Éste comienza mientras Michelle Obama posa para una sesión de fotos de la retratista Amy Sherald en una pose familiar para la mayoría de los estadounidenses: vestido largo y vaporoso con estampado geométrico, cabello en ondas sueltas, barbilla apoyada en el dorso de su mano. Cuando Obama le preguntó por qué no quería pintar el retrato de su esposo, Sherald respondió: “No quiero pintar solo al oficial. Estoy interesada en la realidad”.
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Esa «realidad» deviene en una imitación tediosa en el transcurso de 10 episodios que luchan por encontrar algo interesante, complicado, auténtico, que ofrecer, debajo de las mímicas malas que hacen Davis y Anderson (las dos tremendamente afectadas y fingidas en sus gestos, en sus ademanes y hasta voces).
Hay una ineptitud narrativa en la serie para contar hechos reales, particularmente la historia muy reciente a la que alude el segmento dedicado a los Obama. Suspender la incredulidad es difícil cuando el personaje es una figura conocida, y casi imposible con alguien tan vibrante públicamente, fotografiado con frecuencia y aún relevante como Michelle Obama, es presentada como una caricatura aburrida por parte de la usualmente impecable Davis, que por alguna inexplicable razón aquí está pésima.
Luego está el tema de la intención de ‘The First Lady’ de ofrecer una «reformulación reveladora del liderazgo estadounidense» a través de la lente de tres primeras damas, para presentar sus luchas y triunfos personales: el pensamiento independiente de la formidable Eleanor Roosevelt en un mundo de hombres, la franqueza innovadora de Betty Ford sobre la adicción y el cáncer, La resiliencia de Michelle Obama frente al racismo persistente, como anclas históricas. Hay aquí una intención absolutamente noble de centrar a las mujeres que con demasiada frecuencia han sido relegadas a los márgenes de la historia, incluso con inmensos privilegios.
Pero la intención noble en nombre de las mujeres, incluso la Obama, no puede rehusar una serie de diálogos vergonzosos, resoluciones banales, y actuaciones de nivel de parodia (Kiefer Sutherland como FDR es particularmente malo).
La serie, creada por Aaron Cooley y con la producción ejecutiva de la Davis Herself (aunque usted no lo crea), alterna entre telenovelas históricas melodramáticas (pero sin humor) y la hagiografía formal. Es una pena, porque el elenco es increíblemente bueno para que el programa sea tan decepcionante.
Algunos actores desperdiciados por este decepcionante programa son Ellen Burstyn, como Sarah Roosevelt la dominante madre de FDR; Aaron Eckhart como Gerald Ford, poco más que un esposo distraído pero devoto de Betty; Dakota Fanning como su hija, Susan; Regina Taylor como la madre de Michelle, Marian; Jayme Lawson como la joven Michelle; y Kristine Froseth como la joven Betty. Sin duda, Davis es fabulosa, y su intención aquí parece alinearse espiritualmente tanto con Michelle Obama, el ícono, como con Obama, la persona real, pero la actuación no cuaja.
Si hay algo que vale la pena de la serie ‘The First Lady’ es la atención que se le presta a Betty Ford, la menos conocida y políticamente menos ambiciosa de las tres y a la que la historia solo ha tratado como una ebria. En su segmento, el programa al menos insinúa que debajo de estos atributos hay una mujer con una personalidad real, y una ansiedad asfixiante que trata de hacer lo mejor posible.
La interpretación de Michelle Pfeiffer (que seguro será nominada a cuanto premio haya, y lo merece) es vulnerable, afectuosa y fascinantemente sencilla, aunque esa actuación está dispersa entre flashbacks. Pero realmente es la única razón para verla: Michelle Pfeiffer es una institución.
Esta serie pudo dar a cada una de estas mujeres reales la oportunidad de llenar toda una serie con sus dualidades, tensiones y complicaciones. Pero hay muy poco de esa realidad aquí y pues, lástima: se queda corta. Muy corta.
‘The First Lady’ está disponible en Paramount+
