Ya está próximo el inicio de la campaña que nos llevará a las urnas el próximo 2 de junio, ahí se habrá de definir el proyecto para el país para los próximos seis años, son como dice el inquilino de Palacio tiempo de definiciones porque así como el sexenio de la 4T va a dejar una estela de corrupción, atraso y muerte que arrastraremos por años, así nos vamos a jugar el futuro inmediato y por lo menos el de los próximos 20 años en una continuidad de fracasos o el intento de recomenzar de cero, pero con una historia de malos resultados en los tiempos del PAN y del PRI que le abrieron la puerta a lo más rancio, pues ahí y a fuego lento se gestó quien hoy gobierna.
Se sabe que el presidente es el jefe de campaña de Claudia Sheinbaum porque le representa la continuidad para que la nueva mafia del poder siga por el mismo camino, corrupción enmascarada en una supuesta transformación y de un giro de modelo neoliberal, aunque no se va a crecer más allá del 2%, desabasto de medicamentos, violencia y el narco operando a sus anchas en la mayoría de los estados mientras el gabinetazo volcado en ayudar a Sheinbaum. Pero al presidente se le ve molesto y preocupado, en su loca cabeza siente hasta que lo pueden emboscar y por eso prefiere permanecer amurallado a piedra y lodo en Palacio Nacional o la protección de la base naval en Acapulco, ya no viaja en líneas aéreas, ¿pues que pasó con el rey de la calle y la protección del pueblo bueno? La respuesta no es nada complicada, es que no cumplió y estamos en campaña, ahora es presa de la polaridad de cinco años.
Y ahí va Sheinbaum, hecha a imagen y semejanza de su creador, no la hemos visto en confrontación sus ideas con su contrincante, a la primera provocación aunque sea por redes sociales brincan sus personeros para hacerle el trabajo, sus voceros qué la tachan de gigante pero que no la sueltan, sabe que tarde o temprano Xóchitl Gálvez le va a reventar una bofetada con los muertos del Colegio Rébsamen y las víctimas de la Línea 12, el caso del fármaco suministrado a capitalinos en plena pandemia y otras cosas que le están preparando para pegarle con todo.
En el cuarto de guerra que le opera el tabasqueño saben sus debilidades y por ello no quieren los debates, ahí no se siente cómoda la científica y al igual que López Obrador no quiere que la confronten, por eso el cerco para que los reportes no la cuestionen fuerte, ya la vimos temblar ante la pregunta de la corrupción de los hijos del presidente.
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Por ahora las encuestas le dan la ventaja, algunos kilómetros y otras de diez puntos o menos sobre Xóchitl Gálvez, falta mucho y aunque dicen que los debates no cambian las tendencias si es una buena oportunidad y una gran herramienta para que los indecisos reflexionen su voto. Ahí enfrente tendrá a Xóchitl Gálvez la reina del telepromter y arrastrando dos marcas asociadas a la corrupción el PRI y el PAN… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Álvarez Máynez no representa una nueva política, aunque usen tenis naranjas, menos cuando la mano que mece la cuna es un operador amigo de López Obrador que juega al esquirol.
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Hasta la próxima.
