En un video que se volvió viral y que está fechado el 18 de noviembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador ya era presidente electo, el tabasqueño afirmaba, en entrevista con Carmen Aristegui, que para la construcción del Tren Maya no se iba a talar “ni un solo árbol”.
La periodista insiste y el entrevistado responde eufórico y hasta molesto que “ninguno…”. Hoy se pide frenar la obra por el daño que está causando a la región. Se estima que son alrededor de 20 mil árboles talados en una mala planeación, cambio de rutas y premura para que López pueda inaugurar su obra en el ocaso de su administración.
Las denuncias sobre el daño ecológico no son nuevas. Aunque han tomado fuerza de nueva cuenta, luego de la inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles, eso le sirvió al Pejelagarto y sus seguidores para decirse nuevamente atacados por parte de la derecha que, según él, se disfrazan de ambientalistas.
Uno de los signos del neoliberalismo fue la destrucción de los ecosistemas enmascarados en el progreso; industrializar indiscriminadamente atropellando los derechos de los pueblos originarios, despojo de tierras y contaminación. Eso lo denunciaba muy bien López Obrador cuando era oposición. Hoy su postura es de un presidente neoliberal que defiende sus caprichos. Aunque le presenten evidencia, él ya decidió.
A principios del año pasado, en este mismo espacio, le daba cuenta de tres testimonios de compañeros periodistas de la región maya donde se construye esa “magna obra”. La coincidencia era que no se había escuchado a los pueblos y tribus que habitan en el lugar, que habían sido engañados y que no estaban de acuerdo con la ruta del tren. Denunciaban la destrucción de la selva y la contaminación de los mantos acuíferos y cenotes. Sin embargo, las autoridades encargadas de la construcción los ignoraron.
En la edificación del Tren Maya ha imperado el desorden. En enero de este año se anunció el cambio número siete, ahora en el tramo 5 norte, el cual implica la suspensión de trabajos a la altura de Playa del Carmen, donde se construía desde hace más de dos meses un boulevard elevado que atravesaría la mancha urbana.
Eso implica la pérdida de recursos para una obra que estaba proyectada en 140 mil millones de pesos y que ahora está en 200 mil millones de pesos. Veremos cuánto termina costando, pero el otro asunto es: ¿cómo resarcir el daño al ecosistema?
Desde que llegó a la presidencia, AMLO se acercó a la ONU para que le ayudara a vender el avión presidencial. No lo consiguió. Los buscó para que le ayudaran a comprar los medicamentos oncológicos. Hoy existe un desabasto como nunca antes. Fue al Consejo de Seguridad para emitir una especie de regaño y presumir de lo que se carece en casa. Hizo caso omiso de las advertencias de asesores de ese organismo en lo importante de contar con todos los permisos y tener certeza del daño ambiental por el Tren Maya.
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Eso sí, a pesar de la evidencia que existe del ecocidio que se comete, se tacha de campaña pagada a los personajes que hicieron un video pidiendo que pare la construcción, y sí, quizá algunos estén ligados a grupos conservadores, fifís, neoliberales.
Quizá perdieron privilegios y sean clasistas y racistas, igual no comen tlayudas, pero la evidencia de que esa obra es un desorden y que está arrasando con parte de la selva, también lo es. Contra el rigor de las pruebas no sirve la narrativa del complot, así funciona el pensamiento crítico, ese que tanto desdeñan… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
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