Ahora sí llegamos a los últimos días del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El tabasqueño se va con buenos números en popularidad y aceptación, pero deja un desastre, le puso una camisa de fuerza y colocó a sus alfiles para operar desde el gabinete de Claudia Sheinbaum que lo ha secundado en absolutamente todo.
El asunto de sumisión de la científica es fácil de entender porque toda su carrera política se la debe a López Obrador y eso no es violencia política de género, es solo la descripción de los hechos.
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La reforma constitucional al Poder Judicial de la Federación ha crispado los ánimos sociales. Aquí se lo dije, como en las tomas de protesta de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto habrá grandes protestas el 1 de octubre.
Así las hicieron en 2006 y en 2012 los que hoy gobiernan, que se decían víctimas de un fraude que nuca probaron, utilizaron y nadie reprimió su derecho a la libre manifestación, así que no podrían negar.
Pero hay otras manifestaciones que ya están en la opinión pública, las editoriales de los diarios internacionales como The Washington Post, The Wall Street Journal, o The Financial Times cuestionando que con esa reforma se pierden derechos.
También están las voces de activistas y organizaciones que hablan de desaparición de órganos autónomos y el retroceso en la transparencia y escrutinio al poder.
Ahí están los columnistas y especialistas que advierten sobre las deudas del país, la salida de capitales, la poca inversión y la posibilidad de una crisis económica al inicio del gobierno de Sheinbaum.
El dólar ronda los 20 pesos, las gasolinas entre los 24 y 27 pesos, la inflación en 4.99% y el crecimiento del país en 1.6%, estamos lejos de lo que prometieron en el 2018.
Hace unos días y rompiendo su silencio de por lo menos 25 años, el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, se pronunció sobre la Reforma Judicial y dijo que “destruirá a la democracia”.
Claro que los adoradores del régimen se lanzaron con la descalificación por delante.
Por cierto, Zedillo es el otro villano favorito de López Obrador por aquello del Fobaproa, un estigma que lleva el priista (y que bueno) que se lo recuerda cada que puede, aunque todavía hay zedillistas redimidos cercanos a López Obrador y trabajando.
Hay que estar atentos con las declaraciones de personajes de esa envergadura, algo sabrán sobre la Presidencia, sus secretos y los pecados.
Ponce de León dijo muy molesto que “la frustración del presidente, al no contar con una Corte sumisa, ha evolucionado hasta transformarse en una venganza brutal: la destrucción de la independencia e integridad del Poder Judicial para que esté al servicio de la fuerza política en el poder”, así lo dijo en su participación en Conferencia Anual de la Barra Internacional de Abogados donde se encontraba la ministra Norma Piña.
Mientras la reforma era publicada en el Diario Oficial de la Federación, el expresidente decía que la verdadera motivación detrás de la reforma propuesta por López Obrador es subordinar al Poder Judicial, comprometiendo así su autonomía y capacidad de contrapeso frente al Ejecutivo.
Calificó esta estrategia como un «objetivo perverso», insinuando que las modificaciones legales buscan consolidar un control hegemónico en detrimento de la división de poderes.
La realidad es que se viene la puesta en marcha de la reforma, veremos cómo se comporta el entorno en las próximas semanas, pero se augura un mal inicio para Claudia Sheinbaum y de turbulencias y errores sabe bien Ernesto Zedillo, aunque sea un impresentable…
Entre Palabras
López Obrador y algunos gobernadores se han querido apropiar del Grito de Independencia gritando “¡viva la Cuarta Transformación!”. Hasta el último momento López y los suyos dividiendo.
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Hasta la próxima.