No cabe duda de que los desastres siempre dejan mucho que pensar. Ahí está el de Tula de Allende, donde el desbordamiento del Río Tula provocó una verdadera tragedia. A la mañana siguiente de ese seis de septiembre, cuando el sol llegaba a su cúspide, empezaron a llegar prácticamente todos los miembros del gobierno del estado de Hidalgo.
Lo hicieron en sus camionetas 4X4 y ya los esperaban lanchas que bien pudieron servir para rescatar a cientos de personas que habían quedado atrapadas en las azoteas de sus casas.
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Disponían de logística, de ayudantes que siempre buscaban la forma de que no se mojaran ni los zapatos.
Llegaron prácticamente como invitados incómodos a un lugar que poco o nada tenían que hacer, salvo estorbar.
Se tomaron fotos, muchas fotos y videos para difundir una falsa cercanía del gobierno con los ciudadanos. Secretarias o secretarios que casi siempre son incapaces hasta de cargar su propio bolso o portafolio ahora aparecían bajando despensas de camiones.
Cinco, diez minutos, nada más porque no están acostumbrados y hasta se cansan.
Cinco días después de la tragedia hasta el gobernador se indignó porque los artesanos de Tula no habían recibido despensa, por lo que instruyó a dotarles de manera inmediata.
¡Despensa, nada más y rapidito, porque urge!
Y secretarios como el de Economía, Desarrollo Social, Agricultura, Obras Públicas, Educación, Salud, y Trabajo, entre otras ahí están, acuartelados por instrucciones superiores del señor gobernador.
Cargan despensas y se toman fotos.
Quizá mejor deberían estar en sus oficinas elaborando estrategias para de adeveras ayudar a los más de 70 mil damnificados que dejaron las inundaciones en el Valle del Mezquital.
Pero bueno, así se acostumbra hacer política.
Y más en vísperas de elegir nuevo gobernador.
Por cierto, en sus fotos y videos salen muy bien, esforzados y comprometidos.
Ojalá así de bonitos y eficaces resulten sus respuestas a la población que hoy lo requiere.
Pero como bien dijo el señor gobernador Omar Fayad: urge, porque la gente no come sólo cuando hay tragedia.
Y que conste, no se trata de dar dádivas y sí de ofrecer respuestas y oportunidades de vida.
REFIL
HASTA HACE POCO era común que antes de concluir su gestión, los gobernadores se servían con la cuchara grande concesiones de Taxis y notarías. El Congreso de Tamaulipas, sin embargo, decidió repartir guaruras para su gobernador, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, así como para los secretarios de Gobierno, Seguridad y para el fiscal del estado. Y como hay cariño verdad, y la inseguridad verdaderamente es mucha en la entidad, la protección será de por vida, ¡faltaba más!
A FINALES DE julio, en plena cresta de la tercera ola de contagios por Covid 19, el presidente Andrés Manuel López Obrador estaba convencido de que podría realizarse una magna celebración de las fiestas patrias. La controversia sigue y hay quienes recomiendan mesura para no dar pie a que el bicho se multiplique y otros que, como en el retorno a clases, no ven mayor problema para que decenas de mexicanos salgan a las calles a echar cohetes y hasta balas. Habrá que ver qué deciden las autoridades federales, estatales y municipales.
ESTE FIN DE semana asumió como gobernador de Zacatecas, David Monreal Avila, cargo por el que afanosamente luchó al menos dos los últimos lustros. En la ceremonia dejó sentir el poder de su hermano, Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, también ex gobernador. Asistieron nada menos que el canciller Marcelo Ebrard y Mario Delgado, dirigente nacional de Morena. En su discurso, David dejó claro el reto que enfrenta: «Zacatecas agoniza, no me dejen solo«, expresó.