Notimex y «la extinción» del periodismo

Marcaje Personal | En Palacio Nacional consideran que la explosión de informaciones que corren por las redes puede suplir las labores que hacen los periodistas

Notimex

Conviene leer la exposición de motivos de la iniciativa que envió el presidente López Obrador para extinguir (es la palabra que usan) a Notimex.

En unos cuantos párrafos se decreta la muerte de una agencia que alguna vez tuvo calidad y presencia internacionales. Para López Obrador no tiene caso mantener a Notimex, porque “hoy en día la diversificación de fuentes y medios que proporcionan información en tiempo real y con acceso casi universal, han evidenciado que se puede prescindir de una agencia estatal de información.”

Es decir, en Palacio Nacional consideran que la explosión de informaciones que corren por las redes puede suplir las labores que hacen los periodistas.

Señala el documento presentado en la Cámara de Diputados apenas el 17 de octubre que “hoy más que nunca, la labor informativa puede ejercerse sin necesidad de intermediarios como agencias, incluso sin los medios profesionales que en otros momentos fungieron como canales exclusivos de la información”.

No es una falla teórica, es una posición política.

En “El fin de los periódicos”, Arcadi Espada escribió en 2009: “la desaparición del mediador ha sido desde hace mucho tiempo una reivindicación de los más poderosos. Desde que fue técnicamente concebible la comunicación directa con los ciudadanos, los poderosos han tratado de eludir de mil maneras la aduana del periodismo.”

En la iniciativa López Obrador sostiene: “los avances tecnológicos han creado y fortalecido redes sociales y canales digitales de información que permiten a la sociedad acceder en forma directa a distintas fuentes de información y a producir sus propios contenidos informativos”.

Es un error y una ilusión pensar que las redes pertenecen solo a los ciudadanos. Hay ejemplos de control que evitan caer en romanticismos. En Palacio Nacional lo saben, porque han utilizado a las redes para sembrar mensajes nada edificadores contra los que llaman sus adversarios, una lista, por cierto, que se va engrosando cada día.

En el fondo, se aprovecha la extinción de Notimex para esbozar la del propio periodismo, al menos como pronóstico o deseo.  “los acontecimientos son observables mientras suceden, las redes sociales han permitido que cualquier persona pueda generar y difundir información, no solo las personas que ejercen el periodismo (…) y los medios han perdido la facultad que ejercían de discriminar, filtrar, ocultar, censurar, la información”.

Al presidente López Obrador le gustaría que no hubiera medios de comunicación, en particular le molestan los diarios impresos y los portales informativos. Para los fines de su estrategia, con la conferencia Mañanera basta y sobra para que el pueblo sepa lo que tiene que saber.

¿Para qué Notimex si están para lo que ofrezca una corte de payasos que replican y celebran todo? En efecto, ya no interesa el cuidado y la calidad de las informaciones, sino su utilidad propagandística.

Ahí reside el conflicto, porque los periodistas no han dejado de hacer su trabajo.  Por eso sabemos que los fideicomisos del Poder Judicial son en realidad para los trabajadores, que la violencia no amina, que la refinería de Dos Bocas no refina nada, que el Tren Maya ya generó daños al medio ambiente, que la supuesta austeridad esconde uno de los dispendios más grande de la historia, que la corrupción ya no se combate, por señalar los más vistosos.

El periodismo es necesario en las sociedades democráticas, pero además es indispensable para tener una idea aproximada de lo que ocurre. “Descubrir la verdad es un proceso, no se hace instantáneamente en cuestión de segundos y minutos. Lleva tiempo, dedicación y compromiso”, como explicó Marty Baron, el exdirector de The Washington Post.

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Hay que registrar que en la iniciativa que termina con Notimex no hay un ápice de crítica. Ni una muestra de empatía contra los trabajadores que defendieron su fuente de empleo y estallaron una huelga. Nada se dice del desastroso comportamiento de quien nombraron directora, Sanjuana Martínez, tampoco del daño patrimonial que seguramente se desprenderá una vez que se pueda indagar el proceso de destrucción que se llevó a cabo.

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