La sopa fría para Jesús Murillo

Marcaje Personal | Si la furia mostrada contra el exprocurador la hubieran aplicado a los responsables materiales del caso Ayotzinapa, muchos sicarios no habrían alcanzado su libertad.

Murillo Karam

Jesús Murillo Karam es un rehén de la ineficacia de la FGR en el caso Ayotzinapa. Es la única medalla que se pueden colgar en la 4T desde que inició la actual administración y trataron de revertir la verdad histórica, pero es un logro envenenado.

Hace unos días un juez le concedió a Murillo Karam llevar su proceso en prisión domiciliaria, pero el fiscal Alejandro Gertz montó en cólera, porque sabe que en Palacio Nacional no tolerarán algo que puede ser visto como una suerte de liberación, aunque para nada lo sea.

Quien fue responsable federal de la indagatoria sobre los hechos ocurridos en Iguala, tiene derecho, por condiciones de edad y salud, a ese beneficio que proviene de una lógica garantista de la ley.

Recordemos que Luis Echeverría, al ser procesado por delitos ocurridos durante la guerra sucia, nunca abandonó su residencia de San Jerónimo, donde fue vigilado por elementos de la AFI, mientras se le decretó un arraigo, toda vez que así lo determinó un juez. Se privilegió, entonces, el aspecto de garantías del inculpado, sin que existiera un afán revanchista de la entonces PGR.

El juicio contra el expresidente terminó en un fracaso, pero ahí quedaron las constancias respecto a hechos criminales del 10 de junio de 1971, entre otros.

Ahora, en cambio, harán todo los posible para que Murillo Karam se quede en el penal de Tepepan, a sabiendas de que la verdad histórica, la que el inculpado estableció ministerialmente, es lo único con que cuentan después del desastre en que convirtieron la indagatoria sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas.

De algún modo se entiende que quieran seguir con el juicio, lo que ya no es decoroso, es pretendan hacerlo más con un afán de castigo que de justicia.

¿Qué arriesgaría la FGR con el traslado de Murillo a su domicilio? En realidad, nada relevante respecto al propio entramado legal. No es posible que piensen, con seriedad, que el también exgobernador de Hidalgo esté en posibilidades o condiciones de darse a la fuga o que se comprometa a las presuntas víctimas por cambiar las condiciones de detención.

El problema, en el fondo, es que el actual gobierno es poco partidario de los derechos humanos y ello se refleja en la sobreutilización de la prisión preventiva. Es más, desde 2019 han aumentado el catálogo de delitos que la permiten, poniendo en entredicho la progresividad de las legislaciones.

Murillo Karam está en prisión por el inverosímil delito de desaparición forzada y por presuntas torturas en contra de integrantes de la banda criminal de los Guerreros Unidos.

En el fondo, no le van a perdonar que su hipótesis sobre lo ocurrido continúe como la más sólida, al grado de que el propio presidente López Obrador la retomó, porque ello sería aceptar que estuvieron haciendo propaganda en lugar de buscar el esclarecimiento de los hechos.

Si la furia mostrada contra Murillo Karam la hubieran aplicado a los responsables materiales de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, muchos de estos sicarios no habrían alcanzado su libertad.

Son esas paradojas macabras que ilustran el México de estos días, donde destaca que uno de los responsables directos y cabeza del crimen organizado tenga el privilegio de vivir en liberad y de contar con calidad de testigo colaborador, mientras uno de los investigadores del caso, que llevó a decenas de consignaciones, esté en un hospital penitenciario esperando, por lo menos, que llegue noviembre de 2024 y que se reanuden, en su caso, las posibilidades no solo de alcanzar la liberación, sino al menos de llevar el encierro en las condiciones atenuadas que permite la ley.

Las vísperas del 24

Pedro Kumamoto, quien logró una posición legislativa como independiente y fundó la organización Futuro, decidió dar un salto al vacío para sumarse, como aliado en Jalisco, a uno de los partidos de prácticas más arcaicas: Morena.

Kumamoto dice que lo convenció el proyecto de Claudia Sheinbaum, aunque lo que en realidad quiere es ser alcalde de Zapopan, aspiración difícil, porque se ve cuesta arriba que en ese municipio quieran aventurase con un político que acaba de refinar las artes del chapulineo.

Pero Kumamoto, a fin de cuentas, está siendo lo que siempre fue, un político, aunque haya engatusado a quienes de modo genuino lo respaldaron cuando irrumpió, con crítica lapidaria, contra el sistema de partidos.

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