Lo recuerdo como si fuera ayer. Iba en la moto a toda velocidad, impulsado por el sonido bestial de Two Minutes to Midnight de Iron Maiden y a mi paso sólo dejaba muerte y destrucción, disparando mi ametralladora, mientras las sustancias químicas en mi torrente sanguíneo me pedían expiar la culpa de los indefensos peatones, y yo me entregaría a ello hasta el último aliento… Luego mi mamá me gritó: “¡Chucho, a comer!”.
Disfrute de esta auténtica inyección de energía que es Two Minutes to Midnight:
Bueno, sí, sólo otro ensueño nerd de la infancia (ajá). Jugaba al Grand Theft Auto: Vice City, y las sustancias en mi torrente eran un yogur light con granola. Pero he de decir que la música era auténtica; era proveída por Bruce Dickinson, el sumo sacerdote creador de Eddie, teniendo al excelso guitarrista Adrian Smith como artífice principal. Y sí, no me equivocaba, los sonidos proferían un inmediato, vertiginoso y dulce deseo de aniquilación, pero en el arte, para que no saliera a practicar eso con el microbusero.
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La canción está contenida en Powerslave (1984), el quinto álbum de la banda británica de heavy metal, y aunque sería en el espectacular track homónimo en donde la banda vertería toda su experimentación, inspirada por el viaje de la banda a Egipto y más cerca de las suites del rock progresivo -con un solo de Smith que es para muchos uno de los mejores que interpretó en su carrera-, Two Minutes… es un auténtico rito de preparación.
Two Minutes to Midnight fue el primer sencillo, anticipando unos meses el lanzamiento del álbum, y es desde su sencillez (que no simpleza) sólo una viscosa dosis de vertiginosidad, tragedia y desesperación que no para nunca y encuentra un final contundente, que nos prepara para lo que viene en el disco, (cuando ya Bruce y la banda habían “matado” a patadas a Eddie), ya que es apenas el segundo track, después de la extraordinaria abridora Aces High.
El momento en que Eddie cuelga los tenis:
“Básicamente es una canción hard rockera”, explicó Adrian Smith a Martin Popoff en su libro: 2 Minutes to Midnight: An Iron Maiden Day-by-Day. Smith señala un detalle que no ha sido ignorado por los fans del heavy metal: que, en esencia, el ritmo y estructura de Two Minutes…, no es heavy metal; para muchos críticos era sólo un gancho para lograr mejores ventas. Lo cierto es que, con el tiempo, es la canción que la mayoría conoce de la banda, y es magnífica.
“Estaba sentado en mi habitación de hotel en Jersey (Inglaterra) trabajando en un riff y había alguien tocando la puerta”, explicó Smith a Popoff. Quien tocaba no era otro que Dickinson, que al escuchar la idea que Smith bosquejaba, pidió participar.
“Así que le toqué la música y él le puso un montón de letras y comenzó a cantarla. En 20 minutos teníamos toda la canción”, señaló. Y las letras aludían a nada menos que el Doomsday Clock, en plena era del presidente estadunidense Ronald Reagan, cuando este demonizaba a la Unión Soviética en sus discursos, y en todas partes se aludía a que estábamos a dos minutos antes de la destrucción total.
Amén de las letras, cantadas con absoluto control, poder, angustia y estilo por Dickinson, la banda toca a toda su potencia, con la guitarra incendiándose a un ritmo de 188 latidos por minuto, lo que garantiza un seguro cansancio en la mano del guitarrista al final de la interpretación. El ritmo está compuesto de múltiples acordes de guitarra rítmica, que incluye pisadas difíciles, algunas de pura maña y cuya ejecución con tal velocidad demandan mucha práctica.
Tal es la paradoja de Two Minutes…, una de las canciones más populares de la agrupación, que llegó al número 11 de los charts británicos en 1984: que posiblemente todo guitarrista de rock en ciernes se la imagine tocando, y que es despreciada por los puristas del heavy metal, por ser esa ‘despreciable’ canción que nunca falta en los discos, que suena a ‘hard rock’ y sólo está ahí para vender.
Hacia el fin del mundo, pero que sea rápido
La velocidad y sentido del movimiento es lo que le otorga músculo y mucha identidad a la canción. De hecho, si se escuchan los acordes de la guitarra rítmica en forma lenta, podrían hasta pertenecer a una canción de Def Leppard o Skid Row, lo que hace que muchos heavy metaleros pongan cara de asco y corran a sacrificar otro Nenuco a su dios bicornio para apaciguarle.
Esa idea musical de la velocidad, con una exigencia técnica impecable a los músicos y que se corresponde con la poderosa expresión vocal de Dickinson y el complicado solo de Smith, es lo que hace de Two Minutes to Midnight una de las canciones más versionadas en el género y aquella que todo aprendiz sueña con tocar moviendo su mata.
“Es una canción sobre la experiencia de la guerra”, señala Dickinson en su autobiografía What Does This Button Do?, “y sobre el romance que hay en ella y su horror, las dos cosas juntas y el hecho de que, desafortunadamente, somos repelidos y a la vez fascinados por ello”.
Luego vendrían los dechados de virtuosismo presentes en el álbum, con la instrumental Losfer Words (Big Orra), Flash of the Blade o Powerslave y la cerradora Rime of the Ancient Mariner, todas ellas piedras de toque de géneros derivados del heavy metal de la Doncella, pero ya sus dos minutos para la media noche nos habían preparado para llegar a semejantes alturas.
Y disfrute aquí el video oficial de Two Minutes to Midnight: