México y Panamá: diplomacia y otras cosas

México y Panamá: diplomacia y otras cosas

No acostumbro escribir sobre temas que son coyunturales, porque estos tienen una razón de raíz que en medicina se llama etiología, refiriéndose al estudio sobre las causas de la enfermedad o trastorno, y excavar de dónde nacen tiene mayor sentido que conocer sólo los síntomas. Sin embargo, lo que sucede hoy entre Panamá y México en el campo de la diplomacia merece una atención especial y este es el momento de revisar qué hay de fondo.

Hay que definir si un embajador representa los valores del país que representa o del país en que se ubica. No hay una actitud de menosprecio al país donde está la cintura de nuestro continente, por eso se designó como embajador a uno de nuestros mejores historiadores, pero la encargada de las relaciones exteriores de Panamá juzgó sin que le conste la veracidad de la acusación de acoso sexual que tiene Pedro Salmerón, saltándose una regla de justicia que dice” todos somos inocentes hasta que se nos pruebe lo contrario”.

Y así, sin que le conste si la acusación es cierta, adelantó el juicio, dejó en estado de indefensión al acusado, y manifestó que no era bienvenido.

En consecuencia, Salmerón desistió ser el embajador en ese país y el gobierno federal seguramente pensó: si la canciller panameña es feminista, hay que enviarle una feminista, y como ya saben, propuso a Jesusa Rodríguez, una feminista que suele vestirse como Sor Juana Inés de la Cruz, afirmando con esa imagen que la inspirada poetiza era homosexual; una feminista abiertamente lesbiana que ha promovido el derecho al aborto y la legalización de la mariguana y que encabeza las marchas del orgullo gay.

La reacción es que la Alianza Panameña por la vida y la familia, a través de una nota firmada por su vicepresidente Rupert Neblett, expresó su rechazo tanto por Salmerón como por Rodríguez. Afirmó que la designada no tiene ningún respeto por los valores y creencias religiosas ni de México ni de Panamá. Y hasta hizo eco de las opiniones del expresidente Felipe Calderón y de Lilly Téllez, quien fue senadora por Morena, pero que pronto decidió irse a un partido pro eclesiástico, lo que resultó un engaño para los electores.

Lo lamentable es el juicio o prejuicio de estos actores políticos. La mencionada Alianza por la vida y la familia habla de los valores de la sociedad panameña como contrarios a la de Jesusa Rodríguez y me parece que cuando una sociedad es firme en sus valores no tienen que temer la convivencia con otros valores externos. Cuando ese temor ocurre, significa que internamente sienten que su cuerpo no tiene defensas frente a quienes piensan distinto.

En esta ocasión vamos a darle la razón al presidente de México, a pesar de que tiene la mala costumbre de calificar automáticamente de conservadoras las opiniones que no son las suyas.

La Alianza Panameña por la vida y la familia debe entender que un embajador representa al gobierno actual y no al gobierno pasado, aunque igual concedo que los panameños tienen la razón si lo que exigen es que quien ejerce la diplomacia al menos tenga la virtud de la prudencia y Jesusa no la tiene.

Cabe mencionar que quien esto escribe está a favor de que la gente manifieste su identidad sexual sin prejuicio alguno. Estoy de acuerdo en que la mujer haga uso de su voluntad y si no quiere tener hijos o hijas puede abortar legalmente dentro de ciertas condiciones de tiempo durante el embarazo; es una decisión dolorosa que le corresponde a quien le afecta en su futuro.

Considero que la marihuana puede usarse tanto por cuestiones de salud como lúdicas, y no soy un hombre feminista, ya que considero que las demandas de la mujer están incluidas en la concepción democrática y no por fuera.

La pregunta es: ¿qué lecciones podemos sacar de este conflicto diplomático?

Ya lo sabíamos, pero ratificamos que el presidente de México provoca conflictos para tener material de que hablar en las mañaneras. Que a la canciller de Panamá le mueve más el género que la prudencia y la justicia, en consecuencia, precipita sus determinaciones. Debe entender que una embajada es para comerciar, intercambiar cultura, proteger a los colonos, fomentar la amistad entre naciones, y no le corresponde calificar lo que no está probado y actuar tan sólo por lo que escucha.

Entendemos que en Panamá existe una Alianza por la vida y la familia, como en México existe una asociación llamada Provida, cuyo peso e influencia ha desaparecido prácticamente. No está demás mencionar que hay quienes estamos a favor de una vida intensa y pedimos que el respeto sea recíproco, considerando que familia es con quien compartimos un techo aun a nivel internacional.

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Llama la atención la coincidencia entre sectores del feminismo y la iglesia más reaccionaria, pero, sobre todo, comprendemos que no se trata de competir para ver quién necesita más a quién, y debemos aceptar que todos nos necesitamos mutuamente en la construcción de una región libre de los prejuicios heredados del colonialismo.

Por René Cervera G.

*Analista político, compositor y representante del Partido Humanista en el IECM. Es autor de los libros Entre el puño y la Rosa (visión de la socialdemocracia), La democracia es una fiesta, Antojos literarios y El sentimiento que nos une.