Zacatecas es como un socavón que nunca se reparó. Cada año la profundidad del problema criminal no hace sino profundizarse.
Por su posición geográfica, la entidad es estratégica, porque es una vía casi obligada hacia la frontera con Estados Unidos, y a la vez es próxima a los centros de producción de drogas, incluido el fentanilo.
Es también una suerte de tierra de experimentación de las bandas delincuenciales.
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En mayo de 2009, 20 sicarios se transportaron en 10 vehículos al penal de Cieneguillas. Los celadores les abrieron las puertas y permitieron que se llevaran a 53 reos, 11 de ellos de alta peligrosidad.
Aquella fue una de las incursiones más espectaculares de Los Zetas, cuando todavía eran un brazo del Cártel del Golfo.
La liberación tuvo una consecuencia todavía más funesta y consistió en que con acciones como esas, los soldados desertores, porque eso eran Los Zetas en sus inicios, se dieron cuenta que podían convertirse en agentes libres y alquilar sus servicios.
Esa ventana que se abrió sería una de las que más muertes ha causado en la historia reciente del país.
Es en esos años donde los cárteles empezaron a vislumbrar la utilidad de la extracción de la riqueza por medio de la extorsión. Por eso se les combatió con fuerza y en lo que respecta a Los Zetas prácticamente se terminó con su organización, pero la infección que propalaron llegó, desgraciadamente, para quedarse.
En los últimos días fueron asesinado en Fresnillo dos familiares del gobernador David Monreal y del senador Ricardo Monreal: Antonio Monreal Martínez y Juan Pérez Guardado.
Estos ataques se dieron en el contexto del anuncio de la llegada de más refuerzos para la Guardia Nacional y para los soldados desplegados en la región.
Un golpe seco, que se tiene que condenar con firmeza y que da cuenta de que los grupos del crimen organizado están ampliando sus líneas en lo que respecta a lo que se puede y no se puede hacer.
Por desgracia, juega en su favor la impunidad casi total que suele imperar en toda clase de delitos, incluidos los homicidios dolosos.
El propio senador Monreal señaló que se vive una “época dura y dolorosa para el país, para Zacatecas, donde familias enteras han sufrido, incluso la mía”.
Y aventuró una hipótesis al señalar que “hace dos años, el gobernador David Monreal decidió combatir a la delincuencia e impunidad.” En esa lógica, los asesinatos contra familiares del gobernante podrían ser un aviso y una represalia.
Lo que no se puede ocultar, es que se está padeciendo, con altos grados de crudeza, el enfrentamiento por control territorial entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Una de las consecuencias de esta situación, son los amagos a los que están sujetas las policías y en particular las estatales y municipales.
En 2022 se registraron, de acuerdo con Causa en Común, 29 homicidios dolosos en contra de policías en Zacatecas, mientras que, en el 2023, la cifra subió a 32 agentes asesinados. Los datos dan cuenta de lo delicada de la situación y de los márgenes en los que se da la lucha contra la delincuencia.
Estamos a unos meses de las elecciones, donde la participación de la criminalidad puede resultar más que elevada. Es probable que en algunas regiones del país los bandidos determinen candidaturas y luego decidan quiénes ocuparan carteras como las de desarrollo y seguridad en los municipios.
Esto no es novedoso, porque ya ocurre. Lo distinto es que estamos ante un recrudecimiento de la participación criminal en contextos electorales.
Hay que insistir, por ello, en que se requiere de una estrategia de seguridad adecuada y un pacto de todas las fuerzas políticas contra el crimen.
Por desgracia es difícil que esto ocurra y más aún ante un gobierno, el federal, que optó por el pleito y la polarización.
Publicado por Emeequis el 12 de febrero de 2024.